Mural en homenaje de dos de los líderes de Hamás asesinados durante el asedio de Gaza: a la izquierda, Ismail Haniyeh; a la derecha, Yahya Sinwar.
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El miércoles por la noche, cuando se anunció el acuerdo entre Israel y Hamás, en las calles de las localidades arrasadas de la Franja de Gaza se congregaron palestinos de todas las edades para celebrarlo, como si no hubiera habido decenas de miles de muertos, la mayoría niños y mujeres. Hay que decir, porque es notable, que en ninguna parte hubo protestas, gritos o consignas contra Hamás.

Unas horas antes, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, decía que Hamás ha perdido a muchos hombres durante la guerra, pero, quince meses después, tiene aproximadamente los mismos efectivos que cuando empezó el conflicto, el 7 de octubre de 2023. Según Blinken, Hamás ha incorporado a milicianos a sus filas muy rápidamente y de forma progresiva, una circunstancia que revela el atractivo que la resistencia de esa organización tiene para los jóvenes de la zona.

Con el alto el fuego, no sabemos cómo será el futuro de Hamás, si es que tiene alguno. La organización ha perdido a sus principales líderes, como Yahya Sinwar o Ismail Haniyeh, y ha perdido una parte considerable de sus recursos militares y civiles, pero esto no es la primera vez que ocurre, y siempre se han recuperado. ¿Se recuperará de nuevo? ¿Y qué significa recuperarse? ¿Se transformará en otro tipo de organización y se cambiará el nombre?

Es difícil pronosticar cómo será la Franja de Gaza dentro de seis meses, un año o cinco años, y qué papel tendrán los islamistas. De entrada, el nivel de destrucción es tal que será necesaria una ayuda millonaria para reconstruir la zona. Esta ayuda sólo llegará si quiere Israel, y Netanyahu ha dicho que no permitirá que Hamás tenga ningún papel en la posguerra, ni militar ni político.

Aquí entra un factor imprevisible: Donald Trump. El nuevo presidente tendrá la última palabra. Netanyahu ha demostrado que actúa con mucho cuidado en relación a Trump. Tendrá que aceptar lo que diga el poderoso y volátil líder republicano. Durante el anterior mandato, Trump se alineó con Netanyahu de forma clara, y ahora es muy probable que haga lo mismo, lo que quiere decir que a Hamás le espera un futuro muy complicado.

El lema de Netanyahu, "No vamos a parar la guerra hasta la victoria final", de momento no se ha cumplido, pero el líder del Likud puede aprovechar la posguerra para impedir que entre ningún dólar para la reconstrucción urgente de la Franja. Exige que Hamás renuncie a tener una posición central, no sólo en lo que se refiere a la política, sino también en la reconstrucción material, que es una cuestión más propia de los burócratas y los tecnócratas.

Un buen puñado de líderes israelíes, de la oposición y también de la coalición de gobierno, han acusado a Netanyahu de no abrir el debate sobre el día siguiente. Efectivamente, el primer ministro nunca ha querido discutir esta cuestión de forma clara; y ahora ya no se puede aplazar más. Al día siguiente ha llegado y no hay ninguna hoja de ruta prevista. Esto significa que todo se irá haciendo sobre la marcha.

Tras lo ocurrido en los últimos meses, quizá sea una paradoja, pero Hamás es la única fuerza capaz de mantener el orden en la Franja. A la Autoridad Palestina de Ramala justamente le falta autoridad, incluso autoridad moral, para dirigir la reconstrucción. Éste es el contexto de hoy, que seguramente irá cambiando poco a poco, pero los cientos de miles de palestinos que pertenecen a Hamás o simpatizan con ellos no desaparecerán por la gracia de Dios.

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