Sirios en Barcelona: "Soñamos poder volver a casa en breve"
Los refugiados celebran la caída de Al Asad en una concentración espontánea en la plaza Catalunya
BarcelonaLas banderas con tres estrellas de la revolución siria y las palestinas rompieron el frío en la plaza Catalunya de Barcelona, este domingo. Decenas de sirios y sirias celebraban de forma improvisada la imprevista caída de Bashar el Asad y el fin de 54 años de dictadura en una convocatoria espontánea como las que se han visto en Europa. Mabrouk [enhorabuena] era la palabra más repetida, entre abrazos y lágrimas de emoción.
"Aún no me sé devenir", decía Mohamed Alhamdo, un joven de Raqqa, que llegó a Barcelona hace siete años huyendo de la dictadura. Sus padres no quisieron marcharse y ha visto desde la distancia los horrores del régimen, y cómo su ciudad se convertía en la capital del Daeix. Esta tarde estaba exultante con su esposa y su hija, de 3 meses. "Nos volveremos a casa tan pronto como podamos. Ahora Siria nos necesita", decía asegurando que la pequeña sonreía al oír sus palabras. Mohamed, que a sus 27 años trabaja de camarero en un bar del Eixample, no se olvidaba el sufrimiento del pueblo palestino. "Hemos liberado a Siria y ahora ayudaremos a liberar a Palestina". Subidos en un banco de la plaza, que hacía de tarima, otro grupo de jóvenes enarbolando banderas palestinas y sirias gritaba "Suria w Falastin sha'ab wahed ma bi lin" [sirios y palestinos son el mismo pueblo que no se rinde].
Entre cánticos y el tradicional ulular de las mujeres, Khoula Gadhoul, que era profesora de física en la Universidad de Homs, resumía cómo se sentía después de 11 años de exilio: "Ahora ya tengo una casa a la que volver". Y con su hija Shahd, que se ha licenciado en arquitectura en Barcelona, cuentan ya los días para volver. La joven quiere volver esta misma Navidad, dice estar harta de esperar, pero la madre está preocupada y le dice que esperarán que las cosas se calmen un poco.
Han venido con una amiga, que reconoce sobre todo el sufrimiento de quienes se quedaron en Siria. Sufre, dice, para que todos los prisioneros puedan salir sanos y salvos de las cárceles de Al Asad, sobre todo los de Sednaya, que era un centro de tortura y ejecuciones sumarias y del que este domingo se han liberado cientos de hombres, mujeres y criaturas. "Han podido sacar a los de los trullos, pero todavía hay gente en mazmorras bajo tierra, que no han podido abrir. Y si no pueden sacarlos pronto se morirán de hambre o se ahogarán por falta de oxígeno", decía con una expresión de horror en el rostro.
El camino para construir una Siria democrática es largo y lleno de obstáculos, pero el 8 de diciembre del 2024 quedará grabado en la memoria colectiva como un aliento de esperanza. El pueblo sirio hoy puede soñar de nuevo.