El pescador que salvó 47 náufragos en Lampedusa

Roma acoge este días el juicio por el naufragio del 11 de octubre de 2013, con militares y autoridades acusados de omisión de socorro y homicidio múltiple

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imagen del año 2013, donde se ven los tauts al aeropuerto de Lampedusa

RomaEl 11 de octubre de 2013 una barcaza con 480 migrantes sirios que se encontraba a 17 millas de distancia de una nave de la Marina Militar italiana, en aguas de Libia, lanzó un SOS. La noche anterior, una patrullera libia había disparado contra la embarcación y se estaban hundiendo. Un médico del hospital de Aleppo que viaja a bordo con su mujer y sus tres hijos llama a los guardacostas italianos y pide ayuda. Los militares se niegan a intervenir y le dicen que contacte con Malta, que es el país más cercano, a pesar de que las patrulleras maltesas están a 118 millas de distancia y tardarían más tiempo en llegar. Justo después, el comandante ordena a la nave italiana alejarse de la barcaza. Al menos 268 personas se ahogaron; 60 eran niños. El Comité de Derechos Humanos de la ONU consideró a Italia responsable del naufragio por no haber sido capaz de "proteger el derecho a la vida" en una decisión considerada histórica. Estos días se celebra en el Tribunal de Roma un juicio que tiene como imputados a varios mandos de la Marina Militar y las autoridades portuarias acusados de omisión y homicidio múltiple. 

Desde entonces cerca de 22.000 migrantes han muerto atravesando el Canal de Sicilia, la ruta más letal del mundo. “Y cada vez es peor”, denuncia Vito Fiorino, un carpintero jubilado de 72 años, que dejó Milán para abrir una heladería en Lampedusa hace más de dos décadas, sin saber que la isla le convertiría en un pescador de hombres. 'La masacre de los niños', como se conoce en Italia, cogió casi anestesiados por el dolor a habitantes de la isla porque se produjo justo una semana después de otro desastre que dejó 368 muertos, al menos 20 desaparecidos y 155 supervivientes. 

El naufragio del 3 de octubre

El pescador había participado en aquel rescate, cuando con su barca salvó a 47 personas. “La noche que cambió mi vida”, recuerda Fiorino. Era la madrugada del 3 de octubre de 2013 cuando un barco con más de 500 migrantes de Eritrea y Somalia se hundió a 600 metros de Lampedusa. “El motor se rompió y como estábamos cerca de la costa, encendimos un fuego para llamar la atención, pero el puente estaba lleno de gasolina y en pocos segundos el barco quedó envuelto en llamas”, contó uno de los supervivientes. Muchos se lanzaron al agua antes de que el fuego devorara la embarcación. Otros ni siquiera tuvieron tiempo de hacerlo. 

Vito Fiorino fotografiado en Lampedusa.

La barca de Vito Fiorino, una Gamar con capacidad para nueve ocupantes, fue la primera en acercarse al lugar del naufragio. “Unos amigos y yo decidimos dormir aquella noche en mar. Hacia las 6 de la madrugada, uno de ellos me despertó alarmado por los gritos que se escuchaban a lo lejos. Yo creía que eran gaviotas, pero pusimos en marcha el motor y nos acercamos”. Después de navegar 800 metros, se encontraron con el infierno. “Cientos de brazos salían del agua, gritaban y nos pedían ayuda”, rememora al teléfono. 

Vito Fiorino recuerda con precisión cada detalle. “Eran las 6.20 o 6.25 cuando llamamos por primera vez a la Capitanía del Puerto de Lampedusa. Nos dijeron que llegarían enseguida, pero no aparecieron hasta una hora después. No podíamos esperar, así que comenzamos a lanzar salvavidas e intentar rescatarlos con nuestras propias manos, pero estaban empapados de gasolina y se nos escurrían”. 

En diciembre el Tribunal de Agrigento condenó por omisión de socorro a los seis pescadores sicilianos de una barca que pasó cerca del naufragio y no se detuvo ni lanzó la alarma, después de encarcelar al traficante tunecino que conducía la embarcación y se deshizo del teléfono satelital poco antes de que el barco prendiera fuego. Pero para Vito Fiorino son un chivo expiatorio. “Si el Tribunal de Apelación confirma la sentencia, estoy seguro de que los pescadores empezarán a decir todo lo que saben”. Ante los jueces, Fiorino acusó a la Capitanía del retraso en la prestación de socorro y de haber intentado manipular su declaración. “Desde que tu lanzas la alarma, los guardacostas tienen que salir del puerto en 24 minutos. Ellos querían que firmara que llamé a las 7.01, pero no es cierto”, denuncia. 

De los 155 supervivientes, solo uno vive en Italia. La mayoría emigró a Suecia, Bélgica y Alemania. Para Vito Fiorino los 47 migrantes que rescató son como sus hijos y ellos a él le llaman “papá”. “Dos han sido padres hace poco y esto me hace aún más feliz porque haberlos salvado les ha dado la posibilidad de traer al mundo otras vidas”. Cada año se reúnen en Lampedusa para recordar aquella noche en la que todos volvieron a nacer. 

Las filas de ataúdes en el hangar del aeropuerto de Lampedusa aquel mes de octubre de hace ocho años fue un bofetón para Roma y Bruselas, que se movilizaron dando luz verde a Mare Nostrum, una operación humanitaria impulsada por el gobierno italiano, que más tarde fue reemplazada por otra operación coordinada por la UE, cuyo objetivo ya no era rescatar personas sino defender las fronteras. Pero ninguna iniciativa ha conseguido frenar el fenómeno. En el centro de acogida de la isla, con capacidad para 250 internos, viven hacinados desde hace una semana 700 migrantes. Y según datos de ACNUR, sólo desde enero se han ahogado 1.200 personas en el Mediterráneo.

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