Putin desafía la orden de arresto internacional en Mongolia, que le recibe con todos los honores

La visita pretende encaminar la construcción de un gasoducto con destino a China

ARA
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El presidente ruso, Vladimir Putin, junto a su homólogo mongol, Ukhnaagiin Khürelsükh, en Ulan Bator.

BarcelonaEl presidente ruso, Vladimir Putin, ha llegado a Mongolia en el marco de una visita de estado que desafía una orden de arresto internacional y que pone a prueba la neutralidad de las autoridades mongolas. Putin, acusado por el Tribunal Penal Internacional (TPI) por crímenes de guerra en Ucrania, exponiéndose a ser detenido, se ha reunido este martes por la mañana con el presidente mongol, signatario del Estatut de Roma, que le obliga a acatar el tratado internacional.

Tanto Ucrania como la Unión Europea han instado a Mongolia a cooperar con el Tribunal Penal Internacional y detener al presidente ruso, pero el Kremlin se ha mostrado tranquilo ante una detención poco probable, teniendo en cuenta que Mongolia hizo pública la visita a través de un anuncio oficial del gobierno. "No hay ninguna preocupación; mantenemos muy buen diálogo con nuestros amigos de Mongolia", dijo el viernes el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, y añadió que la visita había sido preparada "con cuidado".

Es la primera vez que Putin viaja a un estado miembro del TPI desde que el tribunal emitió la orden de detención que le acusa del traslado forzado de cientos de niños a Rusia tras la invasión de Ucrania. De hecho, en 2023 el jefe de estado ruso ya evitó viajar a Suráfrica por la cumbre de las economías emergentes BRICS que se celebraba, por no ser detenido.

El presidente mongol, Ukhnaagiin Khürelsükh, ha recibido su homólogo ruso con todos los honores en la capital, Ulan Bator, con motivo del 85 aniversario de la victoria de las fuerzas mongolas y soviéticas contra el Japón imperial, en 1939. , además de rendir homenaje a los militares, la estampa de Putin paseando libremente por Mongolia pone en evidencia las debilidades del derecho internacional.

"Mongolia forma parte del Estatut de Roma desde el 2002, con las obligaciones que ello conlleva", indicó el lunes la Comisión Europea a través de su portavoz. Mongolia “tiene derecho a desarrollar sus lazos internacionales de acuerdo con sus intereses”, dijo, pero destacó que “hay una orden de arresto contra Putin" "por la deportación ilegal y la transferencia de niños ucranianos de los territorios ocupados temporalmente por Rusia en Ucrania”.

Una ruta alternativa para el gas

Además de enviar un mensaje a Occidente sobre la influencia que todavía mantiene el Kremlin en los países de Asia central, el viaje de Putin a Mongolia tiene un interés estratégico claro: este país se encuentra en la ruta planificada de un gran gasoducto que Rusia quiere construir para transportar 50.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año desde la región rusa de Yamal a China. El proyecto, Power of Siberia 2, forma parte de la estrategia de Rusia para compensar la pérdida de la mayor parte de sus ventas de gas en Europa desde el inicio de la guerra de Ucrania. Es el sucesor previsto de un gaseoducto existente del mismo nombre que ya suministra gas ruso a China y debe alcanzar su capacidad máxima prevista de 38.000 millones de metros cúbicos anuales en 2025.

La nueva empresa lleva tiempo estancada, pero Putin dijo la víspera de su visita que los trabajos preparatorios, incluidos los estudios de viabilidad e ingeniería, se estaban desarrollando según lo previsto.

¿Qué puede pasar si Mongolia no detiene a Putin?

Los tratados del TPI obligan a los Estados miembros a actuar si una persona contra la que se ha emitido una orden internacional de detención entra en su territorio, tal y como recordó la semana pasada el tribunal en un comunicado. Sin embargo, en la práctica los tribunales internacionales no tienen mecanismos de ejecución eficaces, lo que hace que sea muy difícil sancionar a los estados que incumplen sus órdenes.

Si finalmente Mongolia no detiene a Putin, el TPI puede decidir enviar el caso a la Asamblea de los Estados Miembros, que a su vez podría condenar el incumplimiento de Mongolia a través de un "procedimiento de incumplimiento". Sin embargo, la mayoría de sanciones de la asamblea se limitan a la amonestación verbal. Otra opción sería que el TPI derivara el caso al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lo que implicaría consecuencias jurídicas y diplomáticas.

Las primeras reacciones de condena han llegado de Ucrania. El portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano, Heorhí Tikhi, lamentó que Mongolia haya "permitido que un criminal acusado haya evadido la justicia, y comparta así la responsabilidad de los crímenes de guerra" y aseguró que Kiiv "trabajará con sus aliados para asegurarse de que Mongolia sufra las consecuencias".

Entre dos gigantes

Mongolia, que firmó el tratado del TPI en el 2000, lo ratificó en el 2002 y es miembro desde el 2003, tiene la obligación de cooperar con el tribunal y de transferir a Putin a La Haya. Pero la realidad es que el país de las estepas, muy dependiente de Rusia y China, tiene poco margen de maniobra. Mongolia produce el 80% de la electricidad que consume e importa el 20% restante de centrales rusas. Se trata de uno de los países más fríos del mundo, donde durante el invierno la necesidad de energía supera a la producción y esto obliga a imponer restricciones en el uso de electricidad.

Hace tiempo que Moscú ve con malos ojos los intentos del gobierno mongol de desarrollar una estrategia diplomática de acercamiento a Occidente y de alejarse gradualmente del patrón de importación de petróleo de Rusia y exportación de carbón a China, que caracteriza su economía. Así pues, la visita de Putin podría ser el último movimiento ruso para mantener a Ulan Bator bajo su influencia.

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