Salvini apadrina a Bolsonaro en Italia

El político italiano sale al rescate del brasileño, aislado por todos los jefes de Estado

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El líder  de la Lega italiana Matteo Salvini y el presidente brasileño Jair Bolsonaro

RomaAislado. Así define la prensa brasileña el estado de la participación del presidente de Brasil en la cumbre del G-20 celebrada el fin de semana en Roma. Jair Bolsonaro no mantuvo ninguna reunión bilateral con otros jefes de estado o de gobierno, como es habitual en este tipo de citas, ni tampoco participó en la tradicional fotografía de familia en la Fontana di Trevi. El anfitrión, el primer ministro italiano Mario Draghi, ni tan solo dio la mano al mandatario cuando lo recibió en el centro de congresos de la capital. Un 'cordón sanitario' que solo rompió su mayor defensor del otro lado del Atlántico, Matteo Salvini.

Bolsonaro no viajó el lunes a Glasgow para participar en la cumbre climática de la ONU, la COP26. El presidente brasileño alargó su estancia en Italia, de donde proceden sus antepasados, para darse un baño de masas y reivindicar su polémica gestión de la crisis sanitaria en Brasil, donde han muerto más de 600.000 personas debido al virus. "Creo que he sido el único jefe de estado en el mundo contrario al confinamiento", presumió en una entrevista en la televisión italiana.

El presidente brasileño visitó ayer el cementerio en la Toscana donde están enterrados medio millar de soldados cariocas caídos durante la Segunda Guerra Mundial. Un grupo de simpatizantes, la mayoría brasileños residentes en el país transalpino, recibieron el mandatario cantando el himno nacional. Hasta allá se desplazó Matteo Salvini, que lamentó la polémica que ha rodeado al viaje del mandatario brasileño en Italia. "Pido perdón al pueblo brasileño".

El presidente Jair Bolsonaro llegando al Palacio del Quirinal en Roma.

Condecorado en el pueblo de sus antepasados

Bolsonaro está acusado en Brasil de crímenes contra la humanidad por su gestión de la pandemia, pero esto no impidió que en Anguillara, un pueblo de unos 4.000 habitantes de la región de el Véneto, de donde proceden sus antepasados, el ayuntamiento decidiera concederle la ciudadanía de honor. "Como el bisabuelo de Jair Bolsonaro, miles de personas abandonaron Anguillara a finales del siglo XIX", defendió la alcaldesa de la Liga, Alessandra Buoso, quien explicó que aunque la condecoración se confería al mandatario, en realidad, "simbólicamente, va dirigida a toda la nación que él representa".

La decisión dividió a los vecinos, muchos de los cuales recibieron el día anterior al político con pancartas críticas y tuits. "No compartimos su posición sobre los homosexuales, las mujeres ni el Amazonas. Estamos hablando de un hombre que está poniendo en peligro la vida de millones de personas al oponerse a la vacuna contra el covid-19", denunció el regidor Antonio Spada. Incluso el obispo local reconoció sentirse "avergonzado".

Por razones de seguridad, la visita al Ayuntamiento fue cancelada, y la policía tuvo que intervenir para dispersar una manifestación a las puertas del restaurante donde compartía una comida con las autoridades locales y algunos familiares lejanos. Otros, como Giannina Bolzonaro, de 63 años, evitaron el encuentro con su "primo" brasileño. "Al principio acepté la invitación, pero he preferido no asistir por seguridad", explicaba por teléfono. "Yo sí que estoy vacunada y defiendo los derechos de todas las minorías".

Entre 1876 y 1920, más de 165.000 vénetos llegaron a Brasil. Uno de ellos fue el bisabuelo del presidente brasileño, Vittorio Bolzonaro, que emigró a Sao Paulo con 10 años junto con sus padres y hermanos, que con el tiempo modificaron el apellido cambiando la 'z' por la 's'. "Estoy feliz y emocionado de estar en Aquillara", dijo el mandatario. "Es un honor para mí representar a nuestra familia en Brasil".

Cuando en 2018 Bolsonaro ganó las elecciones presidenciales, el líder de la Liga, entonces ministro del Interior de un gobierno de coalición con el Movimiento Cinco Estrellas, celebró la victoria del exmilitar subrayando que a partir de aquel momento Brasil sería socio preferente para Roma. La primera señal de la nueva relación entro ambos países no tardó en llegar: Bolsonaro aprobó poco después la extradición del exmiembro de las Brigadas Rojas, Cesare Battisti, en fuga desde hacía 37 años. "Si hubiera tenido que esperar a los presidentes de izquierda, algunos terroristas italianos estarían todavía libres en Brasil", recordó este martes el líder de la Liga, el último aliado de Bolsonaro en Italia.

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