Seis detenidos y cuatro sospechosos abatidos por la policía en relación con el asesinato del presidente de Haití

El primer ministro, que tenía que ser relevado y ahora ha asumido plenos poderes, decreta el estado de asedio durante quince días

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El presidente de Haití Jovenel Moïse, que fue asesinado miércoles, en una imagen de archivo

BarcelonaLa policía de Haití ha detenido a seis personas por su presunta implicación en el asesinato, el miércoles, del presidente del país, Jovenel Moïse, mientras que cuatro sospechosos más fueron abatidos a última hora del miércoles (la madrugada del jueves, en Catalunya) en un tiroteo con la policía por las calles de la capital del país, Puerto Príncipe. Tres policías que habían sido tomados como rehenes pudieron ser liberados. "Tenemos a los autores materiales [del magnicidio] y ahora buscamos a los intelectuales", ha dicho este jueves por la tarde el director general de la policía haitiana, Léon Charles. Según ellos, tres de los cuatro asaltantes muertos eran extranjeros, a pesar de que no ha precisado su nacionalidad.

La policía se refiere a los asesinos como mercenarios y según las autoridades hablaban castellano e inglés, lo cual hace pensar que podrían ser extranjeros. De hecho, según el Washington Post, el ministro de Elecciones, Mathias Pierre, ha explicado en una entrevista que como mínimo uno de los detenidos, James Solages, es de nacionalidad norteamericana.

El asesinato del presidente ha encendido las calles de Puerto Príncipe. Muchos ciudadanos indignados han seguido a las fuerzas de seguridad durante sus intervenciones y han quemado tres vehículos que habían sido requisados porque se creía que pertenecían a los asaltantes. Además, centenares de personas se han concentrado a las puertas de la comisaría donde están los detenidos gritando "¡Quemadlos!" Algunas fuentes aseguran que dos de los arrestados, de nacionalidad extranjera, han sido capturados por civiles y entregados a la policía.

En este contexto, el primer ministro, Claude Joseph, ha hecho un llamamiento a la calma y ha pedido a la ciudadanía que "vuelva a casa" y que no ataque a los presuntos asesinos. "Tenemos que conocer los motivos que han llevado a estos hombres a entrar en casa del presidente para asesinarlo. Las fuerzas armadas y la policía tienen el control. Tenemos que evitar los problemas", ha dicho Joseph, que ha decretado el estado de asedio durante dos semanas. Esto implica la movilización de todas las tropas de la policía y del ejército y la prohibición de reuniones y manifestaciones en la calle. La República Dominicana, que comparte con Haití el territorio de la isla de La Española, ha cerrado la frontera. En cambio, Joseph ha dado la orden de que se reabriera el aeropuerto de Puerto Príncipe.

El primer ministro también ha explicado que la viuda del presidente, Martine Moïse, que quedó herida en el asalto, está estable y hospitalizada en los Estados Unidos. Los hijos del matrimonio han sido trasladados a un lugar seguro. Joseph también ha declarado quince días de luto oficial.

Vacío de poder

El magnicidio ha desestabilizado todavía más el país, inmerso en una crisis institucional y una violencia endémica que afecta gravemente a la población civil. Con unas fuerzas de seguridad incapaces de controlar el territorio, grupos de narcotraficantes se han apoderado de buena parte de Haití. En ausencia del presidente del Tribunal Supremo (que murió el mes pasado de covid-19) y de un Parlamento operativo (hace un año y medio que está cerrado), Claude Joseph ha asumido el poder a pesar de que este lunes Moïse había designado a un nuevo primer ministro, el cirujano Ariel Henry (el sexto primer ministro de su mandato), que no llegó a ser investido. Joseph, pues, ha pasado en 48 horas de estar a punto de ser relevado del cargo a concentrar en sus manos todo el poder del país. En su primera declaración, pidió a la oposición que "se sume a la tarea de dar continuidad al estado".

Periodistas detrás la ambulancia que llevaba el cuerpo del presidente asesinado.

Haití tenía que celebrar elecciones presidenciales y legislativas el 26 de septiembre, después de un año y medio con el Parlamento cerrado y en que Moïse había gobernado por decreto, cada vez más cuestionado en la calle por las protestas que reclamaban su dimisión y que se pusiera fin a la actividad descontrolada de los grupos armados que asedian al país. Los asaltantes atacaron de madrugada la residencia privada del presidente en Pelerin, un barrio exclusivo en lo alto de la capital, Puerto Príncipe, que siempre está fuertemente custodiado por las fuerzas de seguridad de la presidencia. Un grupo de hombres armados con fusiles entraron en la residencia y dispararon al presidente y a su mujer.

La oposición condena el magnicidio

La gran mayoría de la oposición ha condenado el magnicidio, incluidos los sectores de la izquierda que habían organizado las protestas para exigir la dimisión de Moïse, como el Sector Democrático y Popular, que el 7 de febrero nombró a un presidente alternativo. La oposición considera que el mandato de Moïse acabó el otoño pasado, cinco años después de las primeras elecciones en las que fue elegido, y no un año más tarde, como pretendía el presidente asesinado, que se agarraba a la fecha de la repetición electoral. Desde el 2018, las denuncias de corrupción contra Moïse –un empresario bananero que llegó al poder de la mano de su popular predecesor, el expresidente y cantante Michel Martelly– han acentuado la crisis política del país hasta el punto de que Moïse había advertido de un plan para asesinarlo. Moïse pretendía aprobar una nueva Constitución que daba más poderes al presidente y que se tenía que ratificar en la misma jornada electoral de las presidenciales y las legislativas.

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