¿Tiene derecho Twitter a cerrar la cuenta de Trump?

Varios expertos apuntan que la decisión de suspender el perfil del todavía presidente de los Estados Unidos no tendría que ser potestad de una empresa privada sino de la justicia

Alejandra Palés
5 min
Donald Trump parlant amb els mitjans abans de viatjar cap a Texas

BarcelonaAdiós a los tuits escritos en mayúsculas y a las proclamas populistas. Cuando un usuario de Twitter entra en el perfil de @realDonaldTrump se encuentra con un desierto comunicativo. Desde que el 7 de enero, el día después del asalto al Capitolio, la empresa decidió suspender la cuenta de Donald Trump, el todavía presidente de los EE.UU. no se puede comunicar con sus seguidores a través de su usuario personal. Sí lo puede hacer a través del usuario oficial del presidente de los Estados Unidos, @POTUS, justamente el perfil que utilizó para quejarse del bloqueo de Twitter en un hilo que posteriormente fue eliminado por la red social. Mientras que algunos usuarios de la red celebraban la decisión de Twitter, hay expertos y personalidades públicas, como Angela Merkel y Aleksei Navalni, opositor a Putin, que se muestran contrarios al movimiento de la empresa y aseguran que es un ataque contra el derecho a la libertad de expresión. ¿Hasta qué punto tiene derecho Twitter a vetar a Donald Trump?

"Twitter tiene derecho a echarlo pero la gran cuestión es si tendría que tener este derecho", puntualiza Frederic Guerrero Solé, investigador del departamento de comunicación de la Universitat Pompeu Fabra. Cuando la compañía tomó la decisión de vetar a Trump se amparó en sus condiciones de uso, que le permiten echar a un usuario de la plataforma. El investigador, que se muestra muy crítico con el hecho de que Trump haya convertido Twitter en su principal medio de comunicación con los ciudadanos, es contrario al movimiento de la plataforma. "Nosotros interpretamos Twitter, Facebook y las otras redes sociales como espacios públicos que se regulan según las normas de los espacios públicos porque así nos lo hacen creer las plataformas. Pero cuando llega una situación como la del asalto del Capitolio y el bloqueo de la cuenta de Trump, nos damos cuenta de que el poder lo tienen las plataformas", argumenta Guerrero Solé.

Para Liliana Arroyo, doctora en sociología e investigadora del Institut d'Innovació Social de Esade, la decisión de Twitter es "un golpe de efecto enfocado hacia una estrategia empresarial que ahora está centrada en la lucha contra las fake news" después de años de inacción. "Twitter tiene derecho de admisión, igual que lo tiene un bar, pero sorprende que una empresa privada que tiene unas políticas bastante opacas tome esta decisión", dice. Para Arroyo el debate va más allá de la figura de Trump y apela a toda la sociedad, que ha aceptado sin oponer resistencia que empresas privadas como Twitter y Facebook decidan quién puede participar en los espacios de comunicación. "Es un debate de fondo a escala social muy bestia y que hace tiempo que los expertos reclamamos que se haga", recalca, pidiendo que las plataformas sean transparentes con sus criterios de "comisariado digital".

Miquel Pellicer, profesor colaborador de los estudios de ciencias de la información y de la comunicación de la UOC, considera la decisión de Twitter una "gran acción de relaciones públicas" pero también señala que puede ser contraproducente: "Con estas medidas se apela al sentimiento de injusticia y puede servir para argumentar que la red social censura". Pellicer recuerda que durante mucho tiempo Twitter y Facebook evitaron tomar medidas respecto a muchas situaciones de discriminación que se daban en sus plataformas y remarca que si ahora se han atrevido a cerrar la cuenta de Trump es "porque es un presidente que ya está de salida".

Regulación judicial

Para evitar que Twitter sea juez y parte del debate, Guerrero Solé defiende la intervención de las instituciones que velan para proteger los derechos de los ciudadanos y también la autoregulación del estamento político. "Creo que la justicia no solo es lenta, sino que también ha cedido una parte de sus atribuciones a las plataformas", argumenta el investigador, que cree que la justicia norteamericana tendría que haber puesto freno a la difusión de rumores y noticias falsas de Donald Trump mucho antes del asalto al Capitolio: "Si el presidente de los Estados Unidos decide que su principal medio de comunicación público es Twitter, las mismas instituciones se tendrían que preparar o cubrir ante esto y activar mecanismos y protocolos para actuar en casos como los que hemos visto esta última semana".

Sin protocolos, "Mark Zuckerberg y Jack Dorsey se erigen como los defensores de la democracia y la libertad de expresión, a pesar de que sus plataformas son instrumentos muy puestos en entredicho respecto a esta misma libertad de expresión". Para el investigador, los propietarios de Twitter y Facebook no tendrían que tener potestad para marcar los límites de la libertad de expresión. Como Arroyo, Guerrero Solé también ve en el movimiento de Twitter una decisión "oportunista".

El argumento de que las compañías privadas pueden hacer y deshacer es "muy peligroso", según el investigador, sobre todo porque se trata de "empresas que hacen negocio a través de la expresión de la opinión" y que, por lo tanto, según Guerrero Solé no se tendrían que regular como cualquier otro negocio privado. "La justicia tendría que aprovechar esta situación para dar un salto y activar mecanismos de actuación por vías mucho más rápidas para casos como este, que es muy particular", asegura. Pero Arroyo considera muy "delicada" la posibilidad de la intervención judicial porque se trata de empresas privadas.

En un artículo en el New York Times, Kate Ruane, abogada de la Unión Americana para las Libertades Civiles, alertaba de que si bien ahora la decisión de Twitter y Facebook afecta solo a Trump, en un futuro puede tener consecuencias para otros usuarios: "Entendemos el deseo de suspenderlo definitivamente ahora, pero tendría que preocupar a todo el mundo que empresas como Facebook y Twitter ejerzan el poder incontrolado de eliminar a personas de plataformas que se han convertido en indispensables para el discurso de millones de personas". "El presidente Trump puede recurrir a su equipo de prensa o a Fox News para comunicarse con el público, pero otros, como los numerosos activistas afroamericanos y LGBTQ que han sido censurados por empresas de redes sociales, no tendrán este lujo", recuerda.

El veto a Parler, o "mandar a la ultraderecha al internet oscuro"

El debate sobre redes y libertad de expresión ha vivido otro capítulo esta semana con la decisión de Google y Apple de eliminar de sus tiendas de aplicaciones Parler, una red social muy utilizada por los seguidores de Trump. Para Arroyo es una decisión errónea. "Los estamos obligando a buscarse la vida en el internet oscuro cuando, en realidad, es muy importante tener controladas estas voces de extrema derecha y hacer seguimiento porque, si no, nos cogen por sorpresa". La investigadora remarca que, una vez más, grandes empresas tecnológicas están decidiendo quién puede participar y quién no en el espacio público de comunicación.

"La manera de mitigar la extrema derecha o el populismo creo que no es esta", argumenta Guerrero Solé, que asegura que este camino podría llevar a una polarización política y tecnológica. "Puede parecer una buena solución a corto plazo, pero a largo plazo impedir el acceso a una plataforma o cancelar cuentas no es la vía para solucionar un problema político gravísimo", concluye.

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