La violencia contra Gaza pone a prueba el acercamiento de Israel a los países árabes

Apadrinados por Trump, estados como los Emiratos Árabes Unidos o Bahrain firmaron acuerdos con Tel Aviv

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Un hombre llora sobre el cadáver de su hijo, muerto durante un ataque del ejército israelí contra Gaza.

El CairoLos estragos que está causando durante los últimos días la ocupación israelí de los territorios palestinos, con bombardeos sobre Gaza, asaltos policiales a la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalén, la amenaza de desarraigo de más familias palestinas al este ocupado de la ciudad o el terror sembrado por extremistas judíos en diferentes localidades del país hebreo, han vuelto a poner abruptamente en el centro de la agenda regional la cuestión palestina. Y con ella, la apuesta de varios países árabes por normalizar relaciones o acercar posiciones con Israel en los últimos meses está atravesando su primero gran test con dificultades.

A finales del año pasado, coincidiendo con la recta final de Donald Trump en la Casa Blanca, los Emiratos Árabes Unidos e Israel firmaron una serie de acuerdos diplomáticos bautizados como los Acuerdos de Abraham a los que también se sumaron, a pesar de que con menos protagonismo, Bahrain y Marruecos y, bajo fuerte presión, Sudán. Sobre el papel, los acuerdos, anunciados con pompa, tenían que abrir un nuevo capítulo en la región marcado por la cooperación en ámbitos como la seguridad y las relaciones económicas y comerciales entre las partes, que alegaban que, de alguna manera, esta reconfiguración ofrecería incentivos para la paz en Palestina. Así, cualquier pretensión de mantener el tradicional consenso de muchos países árabes, al menos nominalmente, de vincular la normalización a un acuerdo de paz quedó del todo enterrada.

La realidad, sin embargo, ha demostrado ser más previsible y ha colocado a los países árabes firmantes de los Acuerdos de Abraham en un compromiso. Por un lado, los acuerdos no han podido evitar que la situación degenerara hasta el punto actual, y, por el otro, la capacidad de influir sobre Israel que se había sugerido que los acuerdos les concederían está quedando en evidencia. Incluso los intentos de mediación de Egipto, que mantiene puentes con todas las partes implicadas y relaciones diplomáticas con Israel desde hace décadas, están siendo en vano.

En este sentido, en los últimos días oficiales de los Emiratos, Bahrein, Marruecos y Sudán han condenado Israel con más o menos intensidad, lo han instado a rebajar la tensión y han enviado mensajes de apoyo al pueblo palestino. “Los Emiratos apoyan a los derechos de los palestinos, con el final de la ocupación israelí, con la solución de los dos estados, y con un estado palestino independiente con Jerusalén Este como capital”, expresó por Twitter martes Anwar Gargash, ministro de Exteriores del país hasta febrero. Arabia Saudita, que a pesar de no haberse sumado a los Acuerdos de Abraham dio el visto bueno a sus aliados del Golfo para dar el paso y que ha ido acercando posiciones con Israel a su ritmo en los últimos años, también criticó martes en un comunicado los ataques en Al-Aqsa, y antes había rechazado la expulsión de palestinos de un barrio de Jerusalén Este. De momento, sin embargo, sin ninguna incidencia.

Respuesta y presión ciudadana

El sentido de urgencia de los líderes de estos países para atenuar la situación cuanto antes mejor, aunque sea volviendo a un escenario como el anterior, considerado ampliamente insostenible, se debe de también a las contundentes críticas a Israel y muestras de solidaridad con Palestina exhibidas desde hace días por amplios sectores de las respectivas sociedades, sobre todo en las redes, a causa de que el espacio público se encuentra mayoritariamente cerrado con mano de hierro.

Por ahora, sin embargo, y a menos que se produzca una escalada muy significativa de la violencia, la mayoría de analistas descarta que el acercamiento que se ha oficializado en los últimos meses entre los anteriores países árabes e Israel se interrumpa y mucho menos que salte por los aires, sobre todo por su carácter estratégico y por los beneficios que puede reportar a las élites de los primeros en ámbitos como la seguridad y la tecnología.

A pesar de esto, el nivel de violencia actual podría empujar a las partes a tener que mantener las relaciones en un perfil bajo, como era el caso antes de la firma de los Acuerdos de Abraham, y congelar nuevos adelantos hasta que exista un contexto que consideren más proclive. Varios analistas también han señalado que países como Arabia Saudita, que habían apostado por esperar y ver cómo evolucionaba la normalización de relaciones entre los países que firmaron los Acuerdos de Abraham, podrían decidir ahora enfriar la posibilidad de acabar dando el paso a corto plazo. Y por encima de todos ellos planea la sombra de acabar corriendo la misma suerte que el acuerdo de paz entre Israel y Egipto firmado hace más de 40 años, que nunca ha podido ir mucho más allá de asegurar una paz fría entre ellos.

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