Cuando te identifican como “conseguidor” es probable que enseguida tengas que añadir “pero todo legal, ¿eh?”. Lo segundo que hace falta es ponerse a investigar estas alegaciones, para ver si se pueden sustanciar o bien, pongamos por caso, son la clásica amenaza de estirar la manta (existente o no, real o magnificada) para mirar que se activen los mecanismos jurídico-musicales que quedan fuera del alcance de usted, amigo lector, y de mí mismo, a quien la Fiscalía no nos afinaría ni medio si bemol, decía, pues, que investigar es lo segundo que hay que hacer, porque lo primero es respetar la presunción de inocencia. socialistas hayan recordado este precepto.Abc, como si el hombre fuera el Jarabo. “Aldama acorrala a Sánchez”, escribe La Razón, más contenta que un azucarillo.
No hace tantos años algunos periodistas que ahora salivan con la prospectiva de encontrar corrupción en el entorno cercano de Sánchez tenían serias dificultades para señalar a nadie concreto cuando una anotación en la libreta de Luis Bárcenas hablaba de un tal “M. Rajoy”, con una ema de misterio insondable. Y consideraban que el extesorero del PP era un malánimo indigno de ser mirado en la cara, que actuaba solo por despecho y para atropellar a quien fuera necesario para evitar la cárcel, sobre todo para su mujer. Claro, El País titula con “dice que”. Y esto es preciso, en estos momentos. Si realmente se confirman los trapicheos, ya habrá tiempo de escarnecer a quien sea necesario en portada y, sobre todo, hacer rodar cabezas. Pero, de momento, estamos en el terreno más del aquelarre que del periodismo. Y de las pieles de los huesos vendidas sobre plano, antes de cazarlas.