Mis amigas de las series, o cómo la ficción nos ha enseñado a celebrar la sororidad
Disney+ reestrena todas las temporadas de 'Las chicas de oro', un referente de la comedia sobre la amistad femenina
BarcelonaUna de las novelas con la que muchas niñas se inician en el mundo de la lectura es Mujercitas, la obra de Louisa May Alcott sobre las cuatro hermanas March. Cuatro chicas de edades y personalidades diferentes que, aunque a veces están en desacuerdo, se quieren con locura. A pesar de ser una obra de finales del XIX, Mujercitas puede ser vista como una de las semillas del concepto anglosajón girl squad –una red de amigas que se apoyan–, un término explotado en numerosas ocasiones en la ficción televisiva. Si en Mujercitas encontramos un girl squad literario primigenio, en Las chicas de oro, que se reestrena entera en Disney+ este miércoles, encontramos su versión televisiva. La comedia sobre cuatro mujeres solteras –una divorciada y tres viudas– que comparten casa en Florida marcó la pauta de muchas series posteriores que han explorado la amistad femenina y han evolucionado el concepto de sororidad.
El reestreno de Las chicas de oro llega pocos días después de la muerte de la última superviviente del clan, Betty White, que estaba a punto de cumplir 100 años. Ella interpretaba a Rose, la más inocente de las cuatro mujeres y la que explicaba las historias más surrealistas, muchas vinculadas a su pequeño pueblo de origen, St. Olaf. El contraste de la candidez del personaje de White con el sarcasmo de Dorothy (Beatrice Arthur), la picardía de Blanche (Rue McClanahan) y las frases lapidarias de Sophie era uno de los motores humorísticos de la serie. Cada uno de los cuatro personajes representaba a un tipo diferente de mujer, un abanico que no solo estaba pensado para generar situaciones cómicas sino que también favorecía la identificación por parte de las espectadoras y los espectadores (la serie se convirtió en una ficción de culto entre el colectivo gay). Para Margot Mur, investigadora de la Universitat de Barcelona y de la Universitat de Lleida de estudios fílmicos y medios audiovisuales, no solo es que Las chicas de oro fuera pionera, sino que nunca se ha superado la manera de explicar muchos de los temas que planteaba la serie, que mostraba cómo un grupo de mujeres deciden iniciar una nueva vida justo en el momento en el que la sociedad tradicionalmente las invisibiliza. La profesora destaca que sin la serie creada por Susan Harris no habrían llegado todas las series femeninas que llegaron, sobre todo, en la primera década del siglo XXI.
Explicar historias de amistad femenina cogiendo como estructura base a cuatro amigas, como Las chicas de oro, es un esquema que se ha repetido en la ficción a lo largo del tiempo. Después de la comedia de los 80, lo hemos visto en muchas otras: cuatro son las protagonistas de Sexo en Nueva York, Mujeres desesperadas (creada por Marc Cherry, guionista de Las chicas de oro), Girls, Insecure, Dollface y las más recientes La vida sexual de las universitarias y Harlem. La estructura no es el único punto que tienen en común: todas han sido creadas o bien por mujeres o bien por hombres gays, los dos segmentos de población que suelen recibir con los brazos abiertos ficciones que plantean no solo las bondades de la sororidad sino también los altibajos de las amistades.
El dolor del fin de una amistad
Una de las series que mejor han tratado las diferentes fases por las que pasan las amistades es Insecure, que se acaba de despedir de los espectadores con su quinta temporada. Issa Rae, creadora y protagonista de esta dramedia, explica la amistad de cuatro chicas afroamericanas que se conocen desde sus años universitarios y que ahora viven en Los Angeles. A lo largo de estas cinco temporadas, las cuatro protagonistas –Issa, Molly, Kelli y Tiffany– maduran, toman decisiones profesionales y personales difíciles y, ocasionalmente, se distancian. Esto es lo que pasa, por ejemplo, en la cuarta temporada, cuando Issa y Molly, siempre inseparables, se sienten incómodas la una con la otra. "Las amistades son relaciones. Son historias de amor, porque tú aprecias a tus amigas. Nadie respeta las rupturas entre amigas como se respeta, por ejemplo, una ruptura sentimental, pero afectan a tu vida. Las amistades se dan por hechas", explicaba Issa Rae durante el estreno de esa temporada. La opinión de Issa Rae la secunda Mindy Kaling, cocreadora de La vida sexual de las universitarias, que explica la relación de cuatro chicas que se conocen durante su primer año en la universidad: Kaling asegura en su libro, Why not me, que alguna de las rupturas más traumáticas que ha sufrido ha sido con amigas.
Los retratos de la amistad femenina en la televisión no siempre tienen que ser amables, y un buen ejemplo de ello es Girls, de Lena Dunham, en la que las cuatro protagonistas eran percibidas muy frecuentemente como antipáticas porque, según Mur, eran "mujeres que habían renunciado a complacer a los demás". Para Mur, la serie de la HBO es uno de los retratos más honestos y crudos de la amistad, pero pone de manifiesto "la importancia de tener una red de amigas cuando no te soportas ni tú misma".
Todas estas series han contribuido a poner en valor la red de amistades, pero Mur destaca especialmente la aportación de Las chicas de oro. "El cambio social no pasa por los productos independientes como Girls o Insecure, sino por productos mainstream, y Las chicas de oro lo eran. La veía todo el mundo", dice Mur, que remarca que el concepto de sororidad ha tenido que luchar durante años contra un canon patriarcal en el que se priorizaba una visión infantilizada de las mujeres.