¿Puede haber huracanes en Cataluña?
Los ciclones tropicales mediterráneos son un fenómeno cada vez más frecuente a causa de la crisis climática
BarcelonaEstamos acostumbrados a ver a través de los medios de comunicación a los huracanes o los tifones que tienen lugar en áreas tropicales de todo el planeta. Son imágenes que, a priori, nos quedan muy lejos, pero con la crisis climática planea una pregunta: ¿se pueden producir huracanes en nuestra zona del Mediterráneo? La respuesta es que sí, aunque con matices.
En los últimos años ha aumentado la frecuencia de un fenómeno hasta ahora poco conocido: el medicano –en inglés, medicane–. Es el resultado de la unión de las palabras huracán mediterráneo que pone nombre a las profundas borrascas mediterráneas que se convierten en pequeños huracanes. Nuestra casa se encamina rápidamente hacia un clima de extremos con un mar cada vez más cálido y tropical y abre la puerta a sufrir fenómenos meteorológicos más extraordinarios y propios de otras zonas del mundo, como estos ciclones tropicales.
"Estamos observando que estos últimos años los medicanos son cada vez más frecuentes debido al aumento de la temperatura de la superficie marina", explica al ARA el jefe del área de climatología del Servei Meteorològic de Catalunya , Marco Prohom. "Nuestro mar está cerrado y tiene ciertas similitudes con las aguas tropicales, pero su temperatura no para de aumentar debido al calentamiento global; esto comporta que haya más potencial y energía para que se puedan desarrollar medicanos", añade experto, recordando que la principal fuente de energía de un huracán es una elevada temperatura del mar.
Estos últimos años hemos podido ver sobre todo entre Sicilia (Italia) y Grecia, donde el agua del mar está claramente por encima de los 25 °C en esta época del año. Sin ir más lejos, en septiembre del año pasado la tormenta Daniel fue el medicano más mortífero desde su registro. Dejó cerca de 1.000 l/m² en tan sólo un día en Grecia con fuertes ventoleras, provocó varios muertos, desbordamientos de ríos y daños catastróficos. En Libia la tormenta provocó el colapso de dos presas y miles de muertos. En 2007 se formó uno entre las costas de Alicante, Murcia y Baleares, que provocó fuertes vientos y aguaceros en estas zonas. Y en 1986 –cuando todavía no existía el término medicano– un pequeño ciclón mediterráneo también afectó a la isla de Mallorca. Es, por tanto, un fenómeno que cada vez será más probable en los próximos años.
Los medicanos son borrascas de tamaños mucho más reducidos que los huracanes y no suelen pasar de categoría uno en una escala de cinco. Miden menos de 200 kilómetros de diámetro, mientras que los huracanes pueden medir de 400 a 800. Sus fuertes vientos pueden llegar a 150 km/h respecto a los 300 km/h que pueden alcanzar los huracanes. "La dimensión de estos fenómenos está muy condicionada a dónde se forman y por dónde pasan, y aquí encontramos la gran diferencia; el Mediterráneo tiene muchas islas que impiden que un medicano tenga recorrido continuado a través del agua caliente para realimentarse y crecer más, algo que sí ocurre con un huracán o un tifón", asegura Prohom. Sin embargo, sus consecuencias pueden ser igualmente devastadoras, sobre todo porque las infraestructuras están poco preparadas para fenómenos tan extremos.
Lo que sí tienen en común es que ambos giran alrededor de un ojo ubicado en el centro de la borrasca. Como ocurre en los huracanes, los medicanos se generan gracias al choque de aire frío en altura de una profunda borrasca con el agua cada vez más caliente del mar a finales de verano ya principios de otoño. Y estos fenómenos serán cada vez más probables en nuestro país con la crisis climática, por lo que acontecimientos como la COP29 que se celebra estos días son cruciales para impulsar medidas que frenen el calentamiento global y sus devastadoras consecuencias.
"Nos jugamos el futuro como sociedad, sobre todo en ámbitos como la salud o el turismo; en el contexto de cambio climático nuestro país puede ser menos atractivo porque los veranos serán más duros y los fenómenos meteorológicos más extremos", afirma Prohom, que también avisa: "Está en juego todo un modelo de desarrollo que hemos estado impulsando durante muchos años, y que ahora debemos adaptar a la nueva realidad".
Una DANA no es un medicano
La Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) histórica que ha causado la catástrofe de Valencia es un claro ejemplo de situaciones severas agravadas por el calentamiento global. Ahora bien, no debemos confundirla con un medicano. El primer fenómeno se trata de un embolsamiento de aire frío que se descuelga de la corriente general de vientos y queda estancado en una zona concreta. Su acusada inestabilidad y sus movimientos erráticos hacen que se puedan producir lluvias importantes dentro de su radio de acción según su posición. En cambio, un medicano es una profunda borrasca con aire frío en altura que, al chocar con el agua caliente del mar, deriva en movimientos ciclónicos alrededor de un ojo, generando a su paso vientos huracanados y lluvias torrenciales.
"Una DANA puede provocar lluvias más abundantes e intensas que un huracán; pero lo que no se producen son vientos tan violentos, que al final es la combinación letal que tienen los ciclones tropicales", afirma Jorge Olcina, climatólogo y catedrático de la Universidad de Alicante.