¿Dónde se debe firmar, 'Expansión', para recibir los castigos de Madrid?

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Se supone que los diarios económicos son más caros –al menos en relación al grueso de noticias que dan– porque su compra proporciona al lector conocimientos que le permiten gobernarse mejor en el ámbito empresarial e inversor. Hay más retorno crematístico, en teoría. Pero España es también una singularidad en este aspecto: las cabeceras de color salmón se han apuntado con total alegría (o sea, inconsciencia) al mismo periodismo sentimental y atrincherado que es hoy en día la prensa de Madrid.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en la tribuna del Congreso durante el debate.

Expansión publicaba hace algunos días un artículo en el que venía a decir que Sánchez maltrataba a Madrid en favor de Catalunya. Era uno de tantos artículos que buscan excitar el agravio comparativo para alimentar el victimismo habitual, mientras se le masajea Díaz Ayuso. Un artículo de Leandre Ibar, en el ARA, detallaba por qué no era cierto: en realidad, el Estado ha invertido más de 1.300 millones de euros más en Madrid que en Catalunya. En este caso, el rotativo se cogía a las cifras presupuestadas: las famosas lluvias de millones que algún diario catalán también había vendido en años anteriores. Pero, ay, resulta que el papel tiene mucha fibra, pero es poco nutritivo. Y entonces te vas a la cruda realidad de la obra pública efectivamente realizada y se te cae el alma a los pies. Otra cosa que también cae: la noticia explicándolo en los periódicos económicos de estado. Es la enésima construcción falsa, como la de la Catalunya pedigüeña, sin relatar nunca cómo la infrafinanciación aboca a tener que pedir un crédito. Que yo sepa, los pobres no vuelven eleuro-miedo-favor, mientras que el FLA –hasta nuevo aviso– es, como decía el chiste malo, de Huelva: "De huelva con intereses", más exactamente. Y, mientras tanto, también la prensa económica se añade a la fiesta del descrédito, la que nos hará preguntar a todos cómo es que en España la confianza con el (presunto) cuarto poder pasa ya por el sótano.

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