Bloqueo de Telegram

Que devuelvan las listas de correo

23/03/2024
2 min

BarcelonaMás allá de la costumbre de algunos jueces de matar moscas a tuberías, el previsible bloqueo de los servicios de Telegram al Estado en las próximas horas es fruto de la actitud recalcitrante de la empresa, que se distingue en todo el mundo por resistir a cualquier reclamación de las autoridades, lo que dificulta penalizar sólo a los usuarios que vulneran la legislación. También tiene mucho que ver la voluntad de ser más que una aplicación de chat, incorporando funciones como la de almacenar archivos que motiva la demanda de Atresmedia, Mediaset, Movistar+ y EGEDA.

En realidad, sólo una parte de los ocho millones y medio de usuarios españoles de Telegram tienen derecho a gruñir: son los abonados a la versión Premium, de pago, porque dejarán de recibir el servicio que pagan. En cualquier caso, tanto ellos como el resto lo tienen muy fácil para seguir comunicándose: la mayoría sólo deben trasladar las conversaciones al WhatsApp de Meta Platforms, que probablemente nunca borraron de sus teléfonos. Los que somos consecuentes en materia de privacidad tenemos ahora un argumento para proponer a nuestros contactos el uso de Signal o Threema.

Respecto a los aspavientos que la asociación de consumidores FACUA hace sobre la pérdida de visibilidad y/o negocio que el bloqueo indiscriminado de Telegram causará a los "millones de usuarios ya las empresas, organizaciones e instituciones públicas y privadas" que dependen de la plataforma, la incidencia es el enésimo recordatorio del riesgo que representa confiar tu presencia o identidad digital en plataformas privativas sobre las que no tienes ningún control. Si la caída o cierre de una red social te deja sin audiencia o sin clientela, probablemente harías bien contratando un nombre de dominio, poniendo tu propia web, por modesta que sea, recopilando educadamente las direcciones de correo electrónico de tus clientes actuales y potenciales y comunicándote con ellos con una lista de correo. Es la magia de las tecnologías abiertas como la web y el correo electrónico, que tanta gente abandonó apresuradamente, deslumbrada por las aplicaciones y las redes sociales.

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