Dime por quién lloras y sabré quién eres

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Estos días asistimos a auténticas proezas de los atletas más destacados del mundo, pero también a momentos de extrema frustración. Como suele ocurrir, las lágrimas cotizan mediáticamente de forma inversamente proporcional a la distancia –geográfica, pero también emocional– del lector o espectador respecto al ojo secretor en cuestión. Y esto permite precisar claramente el contorno del marco mental dominante. Los diarios de Madrid, que se creen no nacionalistas, nos regalan titulares como "Se nos rompió el corazón" (Marca), “España llora con Carolina” (As) o “Dolor, plata y bronces con sabor agridulce” (El Mundo). Digamos que nivel de sorpresa cero. Como tampoco lo es que, desde Barcelona, ​​tanto La Vanguardia cómo El Periódico sigan el mismo patrón de subrayar en portada las amargas pero heroicas derrotas de Carlos Alcaraz y Carolina Marín. En el quiosco, la única disidencia son El Punt Avui y el ARA, para los que el tema más destacado es la impresionante final, decidida por cinco milésimas, en los cien metros libres. El suplemento deportivo del diario gerundense habla también de la selección española de hockey sobre hierba, que pasa a semifinales, pero recuerda enseguida, en un subtítulo, que cuenta con diez azulgranas en el combinado.

Carlos Alcaraz

Son, claro, declaraciones de intenciones cara al lector que espera una alternativa al empacho de nacionalismo español banal de estos días. Ep, banal, pero efectivo. En el conjunto del Estado, el duelo magnífico entre Djokovic y Alcaraz fue visto por un 37,5% del total de espectadores y en Catalunya –donde las cosas con grandes dosis de españolidad suelen quedar muy por debajo de la media general– realizó unas audiencias similares: un 34%. Diría que el deporte es el principal caso de éxito a la hora de intentar retener emocionalmente a Cataluña dentro de España. Y los medios con sentido de Estado actúan en consecuencia.

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