Duelo desigual en la ultraderecha mediática por el portazo de Espinosa

En rueda de prensa y sin preguntas, Iván Espinosa de los Monteros y de Simón ha anunciado que deja Vox por los habituales "motivos personales"... que nadie cree. Es interesante ver cómo se lo toma la caverna, porque permite constatar cómo están en juego –o en lucha– dos concepciones sobre cuál tiene que ser el papel del partido de Abascal. En Libertad Digital, por ejemplo, están cabreados. Al columnista Carmelo Jordá le dan el espacio más noble de la web para que avise de que el partido se está convirtiendo cada vez más en "la caricatura que la izquierda hace del partido", por culpa de una deriva hacia el tradicionalismo confesional y el falangismo. Vamos, que el monstruo ha acabado haciendo de monstruo, para sorpresa de exactamente nadie.

En la mayoría de medios se subraya el trasfondo ideológico de la decisión, pero existe un medio que ofrece un relato alternativo. Se trata deOK Diario de Eduardo Inda. Basta con ver este titular: “Iván Espinosa deja la política al ver frustrado su sueño de ser ministro en un gobierno PP-Vox”. Aquí ya el diputado saliente no es un hombre íntegro y coherente con su ideología liberal, sino un débil con mal perder. O ese otro: “La soledad de Espinosa en su adiós: sin miembros de la cúpula y con el único apoyo de Carlos Flores”. El cuadro al óleo que pintan, pese a la profusión de apellidos del protagonista, es el de un paria, un apestado. O, como se dice en la lengua de Primo de Rivera, el muerto al hoyo y el vivo al bollo. La bofetada electoral de Vox ha sido severa y ahora hay que decidir si optan por tratar de hacer frontera con el PP –lo que los ha desangrado este 23-J– o extremarse para diferenciarse. El partido parece haber elegido. Inda, también. Pero ni siquiera así veremos todavía el prefijo ultra adornar las crónicas sobre este partido cada vez más cañí.