El hilo que va de Bob Pop al enfermero repatáneo al catalán

16/12/2024
Jefe de Media
2 min

El Mundo se descuelga con el enésimo caso de su particular martirológico lingüístico. "Me vuelvo a Andalucía, no tengo fuerzas para seguir": 212 sanitarios se quedan sin plaza fija por el nivel de catalán". El caso en cuestión es el de un trabajador interino que, después de diez años en Catalunya –y sabiendo que la consolidación de la plaza dependía de obtener el nivel C– optó por no sacarse un examen que es bastante bufar y hacer botellas. El relato del rotativo, claro, no es el de un profesional que aspiraba a encontrar un trabajo fijo sin tomarse la molestia de demostrar un mínimo conocimiento de la lengua de buena parte de sus pacientes y que pretendía que en un momento vulnerable y delicado hubieran hacer el esfuerzo que él no estaba dispuesto a hacer.

Un sanitario en una imagen de archivo

Que la caverna juegue esa carta es más previsible que el guión de una película porno. Lo que es interesante es ver cómo esta narrativa de los "pobritos, lo suficiente que hacen viniendo aquí a trabajar" también la disparan sin ningún complejo una parte del universo próximo a los comunes. Bob Pop daba un ejemplo reciente, magistralmente desnudo en el¿APM? por Joel Díaz. "Al final es pereza, hombre", le espetaba el entrevistador, en un resumen tan lacónico como preciso de la situación. Se construye un discurso pretendidamente obrero y juanadoloresco para esconder la cruda realidad, que es el desprecio al catalán. Porque, por mucho que El Mundo nos regale melodramas que ni Vincente Minnelli, las ocasiones en que esta lengua es imprescindible en Cataluña se pueden contar con los dedos de una mano (y, a la inversa, con los dedos de cinco mil manos). Pero incluso esto molesta, y las excepciones son reconvertidas en terribles relatos de opresión orwelliana mientras la lengua se nos languidece –¡caray, qué eficacia, pues!– y los bobpops del mundo nos dicen que es que no somos suficientemente simpáticos.

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