¿Hoy la caverna enseñaría las fotos de etarras torturados?

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A uno le falta una oreja (que le introdujeron en la boca), el otro tiene la cara hinchada como un globo grotesco, el de más allá va en silla de ruedas… Las portadas de este martes muestran a los terroristas detenidos a raíz de el atentado del viernes en Moscú con signos evidentes de torturas. Putin los exhibe en el mundo, como mensaje elocuente sobre su parecer en torno a las garantías procesales, y la prensa acaba sirviendo su propósito, porque es evidente que se trata de imágenes potentes y con innegable valor informativo. Así se las gastan en el Kremlin. Desde el punto de vista del dominio de la comunicación, es una jugada maestra. Y un cambio de tendencia: tradicionalmente las torturas se hacían intentando que la prensa hablara más bien poco, no fuera que se generase una corriente de simpatía hacia el reo al que se le ha aplicado la trabaja, la cisterna de agua y heces o la picana eléctrica.

Uno de los detenidos por el atentado en la sala de conciertos de Moscú aparece en el tribunal con la cara hinchada.

Esto ha hecho que me preguntara la cuestión del título: ¿hoy la caverna mostraría las imágenes de etarras torturados? Afortunadamente, es un ejercicio meramente intelectual: el grupo armado hace quince años que dejó de matar. Si aún lo hiciera, en estos tiempos de polarización extrema, creo que determinados medios mostrarían caras reventadas, hematomas y fracturas, a modo de escarnio y celebración. Cuando ETA estaba activa, la política editorial consistía en negar las torturas: decenas de crónicas y columnas sugerían que se trataba de lesiones autoinfligidas. Quiero creer que sus lectores daban por hecho que los agentes de la Guardia Civil o la Policía Nacional se explayaban a gusto cuando detenían a alguien de un grupo que había matado a unos cuantosde los suyos. Eso sí, agradecían que fuera a puerta cerrada, por lo de no atravesar el cruasán desayunando. Que ahora muestren las torturas de Putin para mostrarle como implacable malvado tiene un punto de hipocresía. O diecisiete.

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