Joe Biden y la ficción como empuje

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Joe Biden, en un encuentro virtual con actores que han interpretado el papel de presidente de Estados Unidos.

Pocas horas antes de que Joe Biden pronunciara el discurso del Estado de la Unión, su gabinete de comunicación planteó una estrategia para garantizar algo de fuerza en la ceremonia. Biden conectó a través de videollamada con actores que han interpretado el papel de presidente de Estados Unidos en películas y series y les pidió consejo sobre qué y cómo debía transmitir su mensaje a los estadounidenses. “¡Nunca había hablado con tantos presidentes a la vez!”, ironizó Biden al verlos todos en pantalla. Morgan Freeman, en el rol del presidente Tom Beck en Deep impact, bromeó con la responsabilidad que él tuvo que asumir: “¡Como presidente yo sólo tuve que gestionar un meteorito!” Pero con esa voz que parece Dios omnipotente le aconsejó que transmitiera esperanza. Un emocionado Tony Goldwyn, que interpretó al presidente Fitzgerald Grant en la serie Scandal, le pidió: “Diles que existes para ellos y que ellos te hacen ser un hombre mejor”. Geena Davis, que fue la presidenta Mackenzie Allen en Commander in Chief, le transmitió el aprendizaje que ella había sacado de la serie: “Si algo me quedó claro es que en la política no se viene a llorar”. Biden se rió: “Lo que yo espero es que ninguno de mis políticos haga llorar a nadie”. Michael Douglas, como presidente Andrew Shepherd en The American President, le animó a utilizar el amor y la compasión como herramientas de liderazgo, porque son atributos de fuerza y ​​no de debilidad. Y, por último, Bill Pullman, como presidente Thomas J. Whitmore en Independence Day, le hizo ver que su trabajo en la película no fue muy difícil: “Como tuve que luchar contra una invasión extraterrestre, era fácil tener a todo el mundo unido”. Y apeló a la importancia de centrarse en los aspectos que unen a los estadounidenses.

Pocas horas más tarde, Biden pronunciaba su discurso en el Capitolio. Y a juzgar por su talante, el hombre parecía insuflado de una cierta épica cinematográfica, con un tono propio de un mitin político abrumado. Biden se mostró confrontador y vital, con una vehemencia seguramente ensayada para garantizar un momento de clímax fílmico, la efectividad de una secuencia que puede proporcionarle la confianza de los electores.

Pese a algunas excepciones, los presidentes estadounidenses de películas y series suelen transmitir una imagen de infalibilidad. Biden, a sus 81 años, con una buena colección de lapsus graves acumulados y movimientos titubeantes y ralentizados, ha tenido que recurrir al vigor de la ficción, que siempre es perfecto y hace sentir al espectador muy cerca. En la selección, es significativa la ausencia del presidente por excelencia de la bondad, Josiah Bartlet, interpretado por Martin Sheen en The West Wing. A Aaron Sorkin siempre se le ha reprochado un retrato excesivamente naíf de la política y quizás no era eso lo que buscan ahora los asesores presidenciales. En todo caso, Biden necesitaba una buena inyección de épica y de heroicidad, y en eso Hollywood nunca falla.

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