'El juego del calamar', la fábula sádica coreana de Netflix que se ha hecho viral en todo el mundo

La serie sobre un juego de supervivencia con final mortal se ha convertido en la ficción más vista de la plataforma en pocos días

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Una de las escenas del primer episodio de 'El juego del calamar'

Si hace unos años los monos rojos y la máscara de Dalí de La casa de papel fueron en el disfraz preferido de Carnaval, es muy probable que este 2021 sean otros monos rojos los que triunfen, los de los siniestros personajes que pueblan El juego del calamar, la serie surcoreana que desde el 17 de septiembre está en el primer lugar del ranking de lo más visto de Netflix en todo el mundo. Con un esquema con ecos de Parásitos la ganadora del Oscar a mejor película de 2020– y de la japonesa Battle Royale, el nuevo fenómeno de Netflix es un cóctel de violencia y sadismo envuelto por una estética fascinante.

La industria audiovisual de Corea del Sur es una de las más potentes de la actualidad y desde hace tiempo Netflix ha apostado por ello incorporando en su catálogo un buen puñado de K-dramas, series que normalmente tienen un importante componente romántico. Muchas también tratan la realidad social del país desde un punto de vista crítico y es en esta definición donde encaja El juego del calamar, que es una alegoría de las consecuencias del capitalismo salvaje. El protagonista del drama es Seong Gi-hun, un chófer ludòpata que no puede mantener a su hija y que accede a formar parte de un misterioso juego con la promesa de ganar una gran cantidad de dinero. No es el único que participa: 455 personas más, todas de ambientes marginales y con deudas serias, han aceptado, sin tener mucho información, competir en una serie de juegos infantiles –el primero es la versión coreana del escondite inglés– con giros finales mortales. Los jugadores son controlados por una serie de personas vestidas con monos rojos y con la cara tapada por una malla negra y decorada con símbolos geométricos (un triángulo, un cuadrado o un círculo), unos personajes inspirados en las hormigas obreras de las colonias, que solo tienen una única función vital.

El segundo día después del debut, El juego del calamar ya estaba en el podio de lo más visto de Netflix en Corea del Sur y en algunos países más. En el estado español también ha empezado la semana siendo la serie más vista, por delante de Sex education, una de las que mejor funcionan en la plataforma. En Estados Unidos se ha repetido el esquema: cuatro días después del estreno ya estaba en el número 1 del ranking de los diez contenidos más vistos de Netflix.

Éxito meteórico

"Quería escribir una historia que fuera una alegoría o una fábula sobre la sociedad moderna capitalista, algo que mostrara la competición extrema y que se pareciera a la competición extrema que vivimos en nuestras vidas. La idea era utilizar personajes que fueran como personas que hemos conocido en la vida real", explicaba el creador de la serie, Hwang Dong-hyuk, a Variety. El director argumenta que a pesar de que la industria del entretenimiento coreana vive un momento de prosperidad con el éxito internacional de concursos como The Masked singer y la serie Crash landing on you, el sector siempre está pendiente de una posible crisis. "La sociedad surcoreana es muy competitiva y estresante. Somos 50 millones de personas en un espacio muy pequeño y, además, estamos separados del continente asiático por Corea del Norte, así que tenemos una mentalidad muy insular. Una parte de este estrés lo gestionamos estando preparados para la crisis siguiente. Por un lado, es motivador porque hace que nos preguntemos que más podemos hacer. Pero una competitividad como esta también tiene efectos secundarios", asegura el creador, que ha querido plasmar en la serie las consecuencias del estilo de vida coreano.

Una de las claves del éxito de la serie es su estética

El director reconoce que su obra está claramente inspirada en los cómics japoneses que consumía al inicio de su carrera, cuando tenía una situación económica tan precaria como la de los protagonistas de la serie. Además de Battle royale, Hwang cita Liar game y Alice in Borderland, que justamente ha sido adaptado a la pequeña pantalla por Netflix y tiene una segunda temporada en marcha. Hwang Dong-hyuk empezó a escribir la serie en 2008 y la acabó en 2009, pero tuvo que esperar una década para que alguien se interesara por ella. La espera valió la pena: Netflix la compró y dio la oportunidad a Hwang de hacer realidad su proyecto sin poner límites a la cantidad de violencia que se podía mostrar en pantalla.

A pesar del éxito meteórico de El juego del calamar, Hwang Dong-hyuk descarta hacer una segunda temporada por los quebraderos de cabeza que le supuso la escritura del guion de la primera temporada: el director dedicó seis meses a escribir y reescribir los dos primeros episodios de la serie. "No tengo planes para una segunda parte de El juego del calamar. Solo con pensarlo ya me canso. Si lo tuviera que hacer, no lo haría solo. Me plantearía tener un equipo de guionistas y contar con muchos directores con experiencia", asegura. Teniendo en cuenta el fenómeno en el que se ha convertido la serie, no sería extraño que Netflix, que este año tiene previsto invertir 500 millones de dólares en contenidos coreanos, accediera a sus demandas.

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