El miércoles la presentadora Toñi Moreno hizo un comentario de mal gusto a una entrevistada en su programa de Canal Sur. Conectaba con una influencer estadounidense que vive en Andalucía y que habla de la cultura española en las redes sociales. Toñi Moreno, al verla en directo, la notó distinta que en TikTok y le soltó que en los vídeos parecía más delgada. Quiso saber si eran los filtros u otra cosa: "O son las lentejas con chorizo, que te has metido muchos platos". Más tarde, la influencer colgó un vídeo en las redes sociales lamentando la broma. Lloraba porque había sufrido trastornos alimenticios y había tenido dificultades en la aceptación de su cuerpo, y aquel comentario grosero le había hecho daño. Moreno se disculpó más tarde, públicamente y en privado.
Al día siguiente, Ana Rosa Quintana, a remolque del escándalo, quiso meter cucharada desde Telecinco. Junto a los tertulianos, primero discutieron sobre la gordofobia que había sufrido la actriz Selena Gomez tras colgar unas fotografías en bikini. “¡Tampoco está tan mal!”, opinaba El Cordobés desde la mesa. Y Ana Rosa lo aprovechó para plantear otro punto de vista. “Vamos a ver la otra parte”, dijo, y conectó con Toñi Moreno como si su broma no fuera gordofobia. “¡Bueno, Toñi! ¡Es que ya no se puede decir nada!” Ana Rosa acusó a la influencer de victimista y le criticó el poco sentido del humor. Pese a la insistencia de Toñi Moreno para admitir su error, el planteamiento se le volvió a girar en contra: “A la chica esta la invitas el próximo día a unas lentejas con chorizo”, reiteraba Ana Rosa, que incluso se mostró orgullosa de decirle a su sobrino “que está como un trullo” cuando tiene sobrepeso.
Ana Rosa cayó en los errores habituales. Primero, de condescendencia; después, pensar que todas las personas escogen su peso voluntariamente y se sienten bien con su cuerpo, ignorando los graves problemas físicos y psicológicos derivados de la presión estética. Y, finalmente, confundía las bromas hechas desde los vínculos de confianza, donde hay unos códigos relacionales establecidos, con los comentarios que puedes hacerle a un desconocido. Y más en un contexto profesional. Volvía a poner el foco en el “ya no se puede decir nada”, un lema que se justifica en la libertad de expresión pero que se basa en el silencio de la víctima.
Pero curiosamente presenciamos algo más sutil: los numerosos comentarios de los tertulianos sobre sus respectivos cuerpos durante el debate. "Qué guapa estás", le dijo Toñi Moreno a Ana Rosa al saludarla. “Tú sí que necesitas unas lentejas con chorizo”, le dijo Ana Rosa a Fran Blanco. "Ella es igual de bonita por dentro que por fuera", le dijo Susana Díaz a Toñi Moreno. Y añadió: “Las dos hemos sido mamás de mayores, nos hemos quedado gorditas y nos hemos reído de nuestro físico”. Un festival de comentarios que delatan hasta qué punto el aspecto físico y el peso se han convertido, desgraciadamente, en un ámbito recurrente en conversaciones y estrategias de búsqueda de complicidad. La prueba de la importancia que ha adquirido socialmente el cuerpo y nuestra imagen a la hora de relacionarnos.