La lucha contra las 'fake news' comienza en las plazas y las calles

La Diputació de Barcelona ha presentado una guía para los planes locales contra la desinformación. Es una herramienta oportuna, porque a menudo hablamos de las manipulaciones informativas como si ocurrieran sólo en la arena gaseosa de las redes sociales, cuando lo cierto es que a menudo su toxicidad se extiende a nivel de calle. Las grandes políticas estatales o autonómicas para luchar contra las mentiras siempre son sospechas de estar teñidas por la lucha partidista. En cambio, los entes locales pueden realizar una acción más efectiva, en tanto que quirúrgica, y más libre de la sospecha de querer incidir de algún modo en la libertad de expresión. En este sentido, la guía da unas pautas claras y útiles, aplicables: si se llevan a cabo, y no debería haber ningún motivo para impedirlo, su efecto puede ser más importante que grandes leyes que a menudo quedan en una solemne declaración de intenciones que luego es difícil aterrizar sin entrar en fangares poco deseables.

Si los promotores de la guía salen adelante, además, querrá decir que los técnicos de comunicación deberían tener más poder para obtener información de los consistorios. En ese sentido, pueden ser una herramienta de higiene democrática dentro de las administraciones locales. También es saludable el plan de articular distintos equipamientos (escuelas, casales, bibliotecas...) en la lucha contra la desinformación. Y esto es fundamental. Sabemos que un país con buena educación mediática estará más preparado para afrontar los retos de futuro. Pero esta cultura de la responsabilidad en la comunicación no puede ser sólo vertical: no funcionará si no se consigue una red horizontal de refugios en la que la información factual, rigurosa, honesta y libre sea el estándar. La lucha contra las fake news debe empezar en las calles, en las plazas, en los patios y en las terrazas.