Manual para construir una noticia

'Vamos a ver', de Telecinco, informó sobre el asesinato de la cárcel de Mas de Enric.
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El jueves por la mañana, si observabas el tratamiento informativo sobre el asesinato de la jefa de cocina de la cárcel de Mas d'Enric por parte de un interno, en buena parte de las cadenas se hacía énfasis en las protestas de los funcionarios de prisiones en solidaridad con la víctima y sus denuncias de inseguridad en el trabajo. Los medios tienen que transmitir lo que tiene implicaciones sociales. Se pone el foco donde el sistema falla.

Pero en el magacín matinal Vamos a ver de Telecinco tiraron de pillería. La selección de imágenes con localizaciones y ambientes y la ordenación de la secuencia podía hacer creer al espectador que estaba observando el escenario del crimen. La locución contaba los hechos como una historia de miedo y con música de suspense. “Un funcionario de la cárcel de Mas d'Enric se dirige a la cocina y abre la cámara frigorífica para coger algo de comida”, decía la voz en off. Se acompañaba de una imagen de un funcionario caminando por un pasillo y de un policía abriendo una puerta metálica justo cuando hablaban de la nevera. Y continuaban: "Pero se encuentra dos cuerpos sin vida, el de la jefa de la cocina y el de un preso, rodeados de sangre". Entonces las imágenes mostraban una cocina industrial y, después, un plano detalle de unas gotas de sangre sobre unas baldosas. Es como si enseñaran el espacio. Entonces añadían una foto de Instagram que supuestamente era de las redes sociales de la jefa de cocina. Se veía a una mujer con el rostro difuminado y una niña a la que le pegaron, encima, unos emoticonos tristes para mantener su anonimato. No quedaba claro si ese montaje se había recuperado así de las redes sociales o si el propio programa había procedido a decorar la foto. En medio de diferentes planos de una cocina insertaban una panorámica de la entrada de la cárcel de Mas d'Enric para potenciar la sensación de que estábamos accediendo al interior del recinto. Añadían más imágenes de cocinas y decían: "Es un lugar donde hay acceso total a los utensilios potencialmente peligrosos, como cuchillos". Y mostraban una pared con cuchillos colgados y un plano detalle de tres cuchillos enormes. Una mano los cogía, comprobaba el filo y tocaba la punta. “Con uno de estos cuchillos de cocina es con lo que habría matado a Núria. Su cuerpo presentaba múltiples puñaladas”, y enseñaban una mano misteriosa que cogía el cuchillo más grande por la empuñadura, como si hubiera que clavárselo a alguien. Después volvían a insertar imágenes de unas furgonetas de los Mossos desde detrás de una alambrada de protección, insistiendo en la idea de que se había accedido al lugar del crimen y al arma.

Al margen del sensacionalismo y la morbosidad, que son la tónica diaria del programa, se trata de falsear la realidad y fabricar una que visualmente no solo explique los hechos sino que transmita su atmósfera sórdida. Es el lenguaje del true crime aplicado a los códigos falsamente informativos. Se trata de hacer revivir la historia a la audiencia como si se hubiera sido testigo de ella, añadiendo una carga emocional. Porque no es tan importante la verdad como, sencillamente, reconstruir los hechos en la imaginación del espectador.

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