Mario Vaquerizo, Miguel Bosé y el síndrome del silenciado

16/04/2025
Jefe de Media
2 min

Vivimos tiempo de esplendor del victimismo. Ser víctima muela. No me refiero a las víctimas de verdad, que efectivamente las pasan flacas hoy, ayer y mañana, sino a toda una serie de personajes que basan su discurso al reivindicarse como silenciados por el sistema. Lo vimos esta semana con la infame visita de Miguel Bosé a El hormiguero, donde explicó el presunto ostracismo sufrido por sus opiniones, por ejemplo, en el asunto de las vacunas. Claro, el discurso del silenciamiento se desmonta un poco cuando haces esta proclama desde el programa más visto de toda la televisión española. También esta semana hemos visto a Mario Vaquerizo dando el bote ante las cámaras explicando –por enésima vez– que no le invitan a La revuelta y sugiriendo que, si es "la casa de todos", como corresponde a un canal público, él debe tener silla. No creo que sea casualidad que ambos personajes hayan ido derivando hacia la extrema derecha, que es quien ha sobresalido en el arte de conseguir mucho aire mediático repitiendo a diestro y siniestro que no tenían, incluso cuando finalmente las cámaras se han postrado a los pies de sus discursos populistas y espurios. En Cataluña ya venimos rodadísimos de esta técnica. Es la que utilizaba Ciutadans cada vez que pisaba un plató de TV3, para quejarse de no salir lo suficiente en TV3, ante las cámaras de TV3 y para el público de TV3.

Mario Vaquerizo.

Pero TVE tiene mala pieza en el telar, como tuvo en su momento TV3. Por un lado, su carácter público le obliga a ser equilibrada. Pero por otro, sería naïf obviar que vive en un panorama mediático absolutamente descompensado hacia la derecha y más allá. ¿Y si el equilibrio fuese compensar y dar aire a las posiciones realmente proscritas? Es decir, las que nunca podrán ir a casa de Motos, Quintana o Griso para decir, ante cientos de miles de espectadores, como están, silenciados.

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