"La mejor compra de Google" ya es mayor de edad
Así ha evolucionado desde 2007 el sistema operativo de Google para móviles, la plataforma informática más utilizada del mundo
BarcelonaEl pasado miércoles cumplió dieciocho años que se anunció el Open Handset Alliance: el 5 de noviembre del 2007, 34 operadoras de telefonía, fabricantes de teléfonos y chips se comprometían a adoptar Android, "la primera plataforma completamente abierta para dispositivos móviles". Aquel comunicado no explicaba que Android ya existía desde el 2003 –inicialmente pensando en cámaras digitales, no en teléfonos– ni que Google la había comprado en el 2005 por unos 50 millones de dólares, que el entonces vicepresidente David Lawee llamaría más tarde a "la mejor compra de Google". Tampoco mencionaba que el anuncio llegaba 10 meses después de que Steve Jobs presentara el iPhone.
El primer teléfono con Android, el HTC Dream (o T-Mobile G1), no llegaría hasta octubre del 2008, casi un año después del anuncio. Mientras, en el Mobile World Congress de Barcelona de febrero del 2008 –entonces todavía 3GSM– se firmaron los acuerdos reales de la alianza y vimos prototipos que funcionaban parcialmente: Gmail y Google Maps, y YouTube sólo el icono.
La evolución de un gigante con nombres de postre
En dieciocho años, Android ha pasado de ser un sistema experimental en dominar tres de cada cuatro teléfonos del planeta. Las cifras hablan por sí solas: 3.600 millones de usuarios activos, 72,55% de cuota del mercado mundial en 2025, 2,06 millones de aplicaciones en Google Play Store.
Desde el Android 1.0 de 2008 hasta el Android 16 de este año, Google ha aplicado una enorme cantidad de cambios: multitarea real (2011), Material Design (2014), permisos en tiempo de ejecución (2015), cifrado a nivel de archivo (2016 (2019)...
Google adoptó una tradición curiosa: bautizar cada versión con nombres de golosinas por orden alfabético. Cupcake (1.5, 2009) trajo el primer teclado virtual, Gingerbread (2.3) dominó durante años, y el salto cualitativo llegó con Lollipop (5.0, 2014) y Material Design, el lenguaje visual basado en tarjetas y colores vivos que aún hoy define el aspecto del sistema. Por último, Google abandonó los nombres públicos de postre: Android 10, 11, 12, 13, 14, 15 y 16 utilizan cifras, aunque internamente todavía tienen apellidos dulces y ya han dado la vuelta al abecedario: el actual Android 16 se llama Baklava.
Más allá de los teléfonos, Android ha colonizado tabletas, televisores (270 millones de aparatos con Android TV en el 2024), relojes inteligentes (Wear OS ha pasado del 4% al 27% de cuota gracias a Samsung) y coches (Android Automotive OS está integrado en Volvo, Volvo y Ford).
El reto de la fragmentación
Una de las diferencias más significativas entre Android y iOS de Apple es la fragmentación del sistema. Mientras que el 47% de los usuarios de iPhone actualiza a la nueva versión del sistema operativo pocas semanas después del lanzamiento, actualmente sólo una cuarta parte de los dispositivos Android funcionan con la versión más reciente. Esto significa que existen millones de teléfonos con versiones de Android de hace dos, tres o incluso cinco años, cada una con capacidades diferentes.
Para los desarrolladores de aplicaciones, esto representa un dolor de cabeza considerable: deben diseñar y probar sus aplis para que funcionen en decenas de versiones diferentes de Android, con configuraciones de pantalla dispares, procesadores diversos y fabricantes que modifican el sistema con capas propias. La fragmentación complica también las actualizaciones de seguridad y la adopción de nuevas funcionalidades. Google ha intentado mitigar el problema, pero lo cierto es que la diversidad del mercado Android hace imposible replicar la uniformidad del ecosistema de Apple.
Las dos caras de Android
Además, en realidad existen dos sistemas Android: AOSP (Android Open Source Project) y el "Android" que conocen la mayoría de usuarios. AOSP es el código abierto que puede descargarse y compilarse libremente. ¿El problema? Que sin los llamados servicios móviles de Google Play (GMS, por sus siglas en inglés) es limitado: no incluye tienda de aplicaciones, notificaciones push, ni servicios de localización fiables.
Sobre esta base de código abierto, Google ha construido su sistema de control. Los fabricantes de teléfonos deben firmar el Mobile Application Distribution Agreement (MADA) y pasar meses de homologaciones. Deben preinstalar Chrome, Gmail, Google Maps y YouTube en posiciones destacadas, y Google como buscador predeterminado. A cambio, obtienen acceso a GMS, sin los cuales muchas aplicaciones populares no funcionan correctamente.
Google no cobra licencia por Android (excepto en Europa, desde la multa del año 2018), pero obtiene beneficios con la comisión del 15-30% que cobra en la Play Store, con la publicidad y con los datos de los usuarios. Además, en marzo se supo que Google trasladará todo el desarrollo de Android a ramas internas privadas, lo que limitará la transparencia del proceso de desarrollo de AOSP.
Más allá de Google
Existen variantes de Android que intentan recuperar autonomía. LineageOS, heredero de CyanogenMod, tiene 4,5 millones de usuarios activos y es compatible con 196 modelos de teléfono, alargándoles la vida más allá de lo que los fabricantes consideran rentable. /e/OS, creado por el fundador de Mandrake Linux, elimina completamente los servicios de Google y ofrece alternativa de nube propia. GrapheneOS es otra opción centrada en la privacidad, aunque limitada a los móviles Pixel de Google, de peso testimonial en el mercado: irónicamente, para huir del control del gigante digital es necesario comprarle un teléfono.
China es un mundo aparte. MIUI (Xiaomi), ColorOS (Oppo), EMUI (Huawei) y FlymeOS (Meizu) son variantes de AOSP que han crecido en un mercado en el que Google no está presente desde 2010. Con el 76% de cuota total en China, pero un 0% de servicios de Google, estas versiones búsquedas. Huawei, tras la prohibición de EE.UU. en 2019, ha creado incluso HarmonyOS Next: un sistema independiente con un 17% de cuota en China y núcleo propio que ya no deriva de AOSP.
Dieciocho años después: éxito con matices
Android ha logrado algo extraordinario: ser al mismo tiempo el sistema más utilizado del mundo y el más fragmentado, el más "abierto" en lo que se refiere al código y el más integrado en el ecosistema de servicios de una sola empresa. Los 3.600 millones de personas que lo utilizan disfrutan de un sistema potente, flexible y presente en dispositivos de todos los precios, desde menos de 100 euros hasta los ultrapremium de más de 2.000 euros.
Del anuncio del Open Handset Alliance del 5 de noviembre de 2007 a los 270 millones de televisores Android de 2024, la trayectoria ha sido clara: Google ha conquistado el mercado de los móviles sin vender directamente. Cada Samsung, Xiaomi u OnePlus que se vende introduce el ecosistema de Google en el bolsillo de los usuarios. Lo que empezó como una reacción de pánico de la industria frente al iPhone, se ha convertido en el sistema operativo que define la experiencia móvil para tres de cada cuatro humanos conectados.
La pregunta es si este modelo –código abierto, pero servicios cerrados; diversidad de fabricantes, pero control centralizado del ecosistema– es realmente lo mejor de dos mundos o simplemente una nueva forma de monopolio con un excelente marketing. Dieciocho años después, Android sigue siendo contradictorio: libre y controlado a la vez; democracia en el acceso, pero oligopolio en la práctica; abierto en el código, pero cerrado donde realmente importa.