La momia de Pedro Ruiz resucita a La1

Pedro Ruiz, 'Nada de este mundo'
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El sábado por la noche, la televisión pública española estrenaba Nada del otro mundo, un programa especial guionado y presentado por Pedro Ruiz. El xouman aparecía lleno de telarañas saliendo de un sarcófago egipcio de un almacén. Resucitaba la momia de uno de los grandes faraones de la historia de la televisión. Más allá de la habilidad de la cadena para hacer buenos decorados e iluminarlos como es debido, el programa era antiguo. Pedro Ruiz no engañó a nadie: hizo lo que ha hecho siempre. Pero ahora, su universo y su forma de hacer desprenden el aroma de escluso propio de una galería de una pirámide de Guiza. Como es habitual en las estrellas mediáticas, Pedro Ruiz empezó hablando de sí mismo y, después, nos explicó cómo ha cambiado el mundo desde que él dobló. Cuando se marchan, es como si el mundo se hubiera detenido para todos. Y cuando vuelven, nos ponen al día de lo que ha pasado en todo este tiempo como si la audiencia hubiera invernado mientras ellos no estaban allí. A finales del 2023, Pedro Ruiz nos explicaba que ahora tenemos influencers, youtubers y gamers. Muchas gracias. También nos explicó el título del programa, Nada del otro mundo, como si los espectadores no pudieran interpretarlo por ellos mismos. El título parecía actuar como crítica preventiva, procurando no suscitar un exceso de expectativas. En las entrevistas, Pedro Ruiz mantuvo su estilo y rellenó la conversación de aforismos y anécdotas, para fomentar el autodescubrimiento del entrevistado. Seguramente, la influencer Dulceida no es la invitada más adecuada si pretendes desarrollar el arte de la mayéutica. Tanto con Rozalén como con David Summers Ruiz no logró ni siquiera la dimensión simbólica o excepcional que suele tener un programa especial. Nada del otro mundo más bien pareció un piloto de prueba para tantear la continuidad del programa. La estrategia de simular que no sabía quién era el invitado final para exhibir su talento para la dialéctica “sin papeles” es un recurso que a la audiencia le importa poco.

Los sketches, aparte de largos, también transmitían cierta decadencia. El de la poesía era el más exitoso. Ruiz también tuvo la emergencia de esclarecer su actuación en un sketch que grabó con Évole años atrás porque la gente no había entendido que era una farsa.

Como anzuelo, Pedro Ruiz prometía protagonizar un desnudo frente a las cámaras al final. La ilusión del estriptís nos devuelve a esta tele pasada de moda, aunque la audiencia actual ya sabe que la insinuación siempre tiene trampa. Efectivamente, el presentador concluyó el programa recuperando una parodia suya en la que iba perdiendo la ropa hasta enseñar el culo. Eran imágenes de 1986. Como Mercedes Milà, Ruiz también va a buscar a los archivos su trabajo pasado para reivindicarse. El presentador se despidió expresando su malestar con la cultura de la cancelación y preguntándose si ahora hay menos libertad que antes. Otro señor que antes vivía mejor. El regreso de Pedro Ruiz pareció ser para regañarnos sobre cómo ha evolucionado la sociedad. Para solucionarlo, sólo tiene que volver a entrar en el sarcófago.

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