La última operación de injerencia internacional de Elon Musk tiene lugar en Reino Unido. El propietario de X hace campaña a favor de Reform UK y utiliza como palanca un caso de violaciones masivas –más de un millar– de hace una década que, según algunos informes, apuntaba en buena parte a hombres de origen paquistaní. Según su relato, se trata de un escándalo que políticos y medios han ocultado durante una larga década. Es cierto que hay derivadas políticas que aún hay que dilucidar, pero es mentira decir que los medios participaron en la ocultación: sólo hace falta echar algo de hemeroteca para comprobar que en los principales rotativos ingleses el asunto fue tratado sobradamente . Es una táctica de primero de manipulación: decir que estás explicando "lo que los medios no quieren que sepas"… aunque decenas de recortes de prensa demuestren lo contrario. Se trata de insuflar valor exclusivo a lo que estás intentando colar haciendo que adquiera pátina de conocimiento privilegiado.
Musk incurre en lo que durante muchos años ha sido uno de los principales problemas de los medios tradicionales (que todavía purgan): creer que las cosas sólo existían si las explicaban ellos. Pero el Gran Tuitador tiene las manos demasiado rojas para ponerse a dar lecciones de autarquía informativa. El asunto fue reportado. Y se trataron también los orígenes culturales de algunos de los culpables (y de cómo otros informes aseguraban que la mayoría de violadores eran hombres blancos). Seguro que, por cautela, se aplicaron medidas de prudencia con el ánimo de no estigmatizar. ¿No es necesario si tenemos indicios y no cifras inapelables? No hay que esconder la cabeza bajo tierra por buenismo –y ésta ha sido una lección dura de aprender–, pero tampoco abonarse a la islamofobia y el racismo para satisfacer una agenda política con datos nada concluyentes y sesgados, como hace Musk.