Pablo Motos y Fernando Savater presentan el 'Barrio Sésamo' de la amnistía

La derecha quema los últimos cartuchos para intentar sabotear la investidura de Pedro Sánchez. Lo hace con encuestas que aseguran que los votantes socialistas rechazan la amnistía, pese a que la pregunta debería ser si prefieren que gobiernen el PP y Vox a cambio de mantenerse puros y no pactar. "El 70% de los ciudadanos no entienden el retraso de Armengol a la hora de convocar la sesión de investidura", asegura La Razón. Es la clásica respuesta inducida, porque me gustaría saber, por ejemplo, si el 70% de los conciudadanos sabrían decir el nombre de la presidenta del Congreso. O cuándo se supone que debería ser la investidura.

Pero todo esto parecen manipulaciones exquisitas junto a la tendencia de los últimos días a explicar la cuestión en términos infantilizantes del estilo “esto malo, caca”. Fernando Savater escribía un artículo en El País en el que hablaba de las víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia para compararlo con los facinerosos separatistas que colocaron urnas en las escuelas. Consciente de la distancia, el Hombre del Saco (de manifiestos) minimizaba incluso los abusos sugiriendo que, bah, total solo fueron unos cuantos “magreos indebidos”. Alejandro Palomas, autor de un libro sobre su experiencia como niño abusado, le propina en el mismo diario un zasca antológico: “Hemos sido niños y niñas abusados, silenciados, revictimizados una y otra vez por esta siniestra cúpula de encubridores y delincuentes que se expresan como usted”. En El homiguero, Pablo Motos aseguraba sentir vergüenza de ser español. Y en la misma tertulia Juan del Val demostraba qué nivel presuponía a la audiencia trazando una metáfora sobre “el malo” que te roba una bicicleta porque es malo por naturaleza y siempre lo será. En fin, que nos hacen volver al cerca, lejos de nuestra infancia de bocadillo de foie-gras frente a la tele. Cosas que ocurren cuando se sienten lejos de gobernar.