Joel Joan i Anna Sahun: "Me paso la vida conmemorando mierdas mías de hace 30 años"
20 años de 'Porca Misèria'
BarcelonaSerrat cantaba lo de “Hace veinte años que tengo veinte años” y se le podría parafrasear para decir que el Cerda Miseria hace veinte años que tiene treinta años, puesto que treinta años, arriba o abajo, son los que tenían sus protagonistas cuando se estrenó. Celebramos dos décadas de una ficción que marcó época en TV3 con su pareja protagonista, Joel Joan y Anna Sahun, el primero de ellos también en calidad de director. El intérprete se le puede ver hasta Navidad en la obra Escape Room 2 , que también ha coescrito, en el Teatro Condal del Paral·lel.
Cuando ve ahora clips de la serie, veinte años después, ¿qué sensaciones vienen?
— Sahun: ¡Qué grandes nos hemos hecho! ¡Qué jóvenes que éramos! (Ríe) Pero yo guardo un recuerdo tan bonito que cada escena la recuerdo mucho, y me gusta. Me gusta, verlo.
— Juan: Yo miro muy poco lo que hago. Una vez hecho, está hecho. Porque, si miro, sigo obsesionado con las mismas mierdas. O aún peores y aparecen nuevas: que si el plan debería haber sido así, que si esta frase no acababa de entrar bien...
Pero, más allá de esa inevitable tortura, ¿crees que era una buena serie?
— ¡Sí, sí! No sólo una buena serie: una gran serie. Porque logró algo que es lo más difícil, pero lo esencial, que es la empatía del público con los personajes. Los vivían como si fueran carne propia. Además, no estaba ambientada en una comisaría, en un hospital o en una estación de bomberos, sino que era una amalgama de personajes muy diferentes y diversos, y eso hacía que fuera nueva.
A ti, Anna, ¿cómo te llegó la serie?
— Sahun: A través de un casting. Leí los guiones y quedé encantada: flipaba con el texto, con la escena... Fui muy nerviosa al casting, con una contractura...
— Juan: ¡Esta es la parte más tierna de la historia! ¡No se podía girar, estaba muy rígida!
Bien, podía parecer intensidad dramática.
— Sahun: Pedí si podía sentarse en el lado izquierdo de él, pero claro, iba con el cuello todo tensado. Total, que no me dijeron nada más, pero al cabo de un mes, después de ver a muchas Layas, insistió en verme de nuevo, lo que le agradezco mucho porque, para mí, fue un regalo.
— Juan: Yo no quería volver a verla. ¡Era un estirón! (Ríe) Ya me lo dijo, eso de la contractura. Y bueno, quizás tampoco era mi día. Al final de ver muchas, la directora de casting me insistió en que hiciéramos una segunda prueba, acompañada de Julio Manrique. Y esto fue muy bueno, para ambos.
— Sahun: Además, con Julio habíamos coincidido en el aula de teatro de la Pompeu, hace 30 años. ¡Uf, empieza a hacer muchos años de todo!
— Juan: ¡Yo estoy con una depre...! Perdona, cariño, ¿eh? Es una depre, la que llevo encima. Me paso la vida conmemorando mierdas mías de hace 30 años, 25 años... ¡Todos celebrando cosas del pasado, pero pasado-pasado...! Perdone. Ya está, ya está.
Si en ese casting alguien le hubiera dicho que esta persona sería su pareja y compartiría dos hijas, ¿alguien de los dos se lo habría creído?
— Sahun: Yo, de entrada, no.
— Juan: Yo sí. “Niño, ésta te gusta”, me dije. Te enamoras muy rápido de Anna.
— Sahun: ¡Va, pasa! No, nunca lo hubiera pensado porque, entre otras cosas, él...
— Juan: Yo tenía una mujer, tenía una hija... ¿O todavía no tenía la hija, verdad?
— Sahun: Estaba naciendo.
— Juan: ¿No es que estuviera naciendo durante el casting eh? (Ríe)
¿En qué temporada se inició la relación fuera de la pantalla?
— Sahun: No sé, entre la segunda y tercera.
— Juan: Pero creíamos que sería un rollo de quince días. Aún estamos bastante de pruebas. No estamos casados: nos estamos tanteando, nos estamos conociendo. Somos novios... y qué prisa hay.
Después del éxito de Platos sucios, qué reto te planteaste para el Cerda Miseria?
— Juan: Era salir de hacer una sitcom semanal, que es una dictadura. Es como una condena, porque es muy exigente, la sitcom. Tienes que hacer reír a cada minuto. Y la queríamos hacer con público, en directo, lo que es muy estresante porque las risas no son simuladas. Tienes que generarlos en serio. Una vez se acabó Platos sucios, con Jordi teníamos ganas de separarnos y cada uno hacer un poco la suya. En las primeras reuniones ya dejé muy claro que íbamos a hacer una drama, que se llama, donde no estaremos tiranizados por el gag continuo. Evidentemente tiene que haber comedia, porque la comedia es la guiño al espectador, pero también nos apetecía mucho tratar el melodrama.
Hay mucha autobiografía, en Cerda Miseria?
— Juan: La autobiografía está siempre, cuando escribes. Al final, no somos otro planeta. Te puedes ir a otro país y simular que eres de otro lugar. Pero tiras de las cosas que lees, de lo que ocurre en tu entorno, de las cosas que te cuentan los amigos. Lo que explica Cerda Miseria lo ha explicado mucha gente. Lo que la hace especial es desde dónde está explicada, y cómo lo explicas. Y ver a personajes de aquí, todos hablando catalán. ¡Imagínate aquel mundo, cuando en TV3 se hacían series donde todo el mundo hablaba catalán! Esto hace que la audiencia se sienta muy cercana a esta realidad.
Y tú, Anna, como intérprete: ¿qué crees que aportaste al personaje?
— Sahun: Me gustó hacer visible un oficio que normalmente es de puertas dentro, como es la investigación. La parte que aporté yo es la que más se parecía a mí, la de ser la persona que pega la pata.
— Juan: Esto también venía escrito. Si no, hubiera sido muy repelente un personaje que lo hace tan bien en el trabajo, que es tan guapa... ¡por algún lado tenía que cojear!
¿De quién fue la idea de introducir un elemento disruptivo como una cerda?
— Vimos en la prensa a George Clooney con un cerdo como de 200 kilos. Y, después, había cerdos vietnamitas que los americanos llevaban como perritos. Nos pareció que podía ser la llama con la que empezar una historia. La serie entonces ni siquiera se llamaba Cerda miseria, pero cuando llegó la cerda Sergi Pompermayer, que estaba en el equipo de guión, dijo que era una miseria de cerda, porque era pequeña, como una hucha. Y de miseria de cerda... a Cerda Miseria. La cerda nos servía para poner a personajes muy reales en situaciones extraordinarias, para hacer divertida la narración.
La serie pone en marcha con una escena de bañera y termina también con la pareja tomando un baño. Sólo que entonces ya lo estaba en la vida real. ¿Fue difícil retratar esa intimidad?
— Juan: ¿Cómo nos lo preguntas, como pareja o como actores?
Ambas cosas.
— Sahun: Sí es verdad que en las escenas más íntimas o de cama... me sentía algo observada. Eran cosas que nunca se habían visto en las series.
— Juan: Es cierto. Otra cosa que teníamos ganas de romper moldes con el equipo era, por ejemplo, utilizar techos, que normalmente no se ven porque se utilizan para colgar las luces. Yo los quería porque nos daría más ángulos, más realidad. Estábamos obsesionados con ver las cosas que la gente no enseña nunca en televisión, como cuando haces caca o te bañas.
¿Cree que esta manera de hacer ha tenido continuidad?
— Juan: Me gustaría ver tu respuesta, Anna. La mía, ya la sé.
— Sahun: ¡Pues tu yo no la sé! Sí, de lo que había visto hasta entonces, nada se parecía. Y de lo que quedó después... no sé.
— Juan: Yo sí sé que no quedó mucho nada. Pensaba, y todavía pienso, que se pueden hacer las cosas distintas y no como churros. Las cosas deben tener un alma. Y ha habido productos de TV3 con alma, después, como Pulseras rojas o Merlín, pero no han bebido nada de Cerda Miseria. A nivel de guión, echo de menos la madurez que había en Cerda Miseria, cuando veo ahora la televisión. Veo cosas que, no sé cómo decirlo, intentan quedar bien. Las historias que había en el Cerda eran muy contradictorias, como la trama de Roger con Laia y Natalia, que hacía preguntarse por qué somos tan miserables, a veces.
Vosotros dos, Julio Manrique, Olalla Moreno, Mercè Martínez, Clara Segura, Roger Coma, Ivan Lavanda, Marc Rodríguez... ¿Tenía conciencia de ese momento de estar creando un grupo generacional de actores? Todos han terminado triunfando.
— Juan: Mira, éste sí que es un mérito mío. Podemos entrar en mierdas y hablar en plural y hacernos los estupendos, pero éstos sí los escogí todos yo. Yo no pensaba en términos generacionales, pero sí en términos de talento. Y sabía que eran los mejores. Hice pruebas a mucha gente y eran todos buenísimos.
Y un personaje que no estaba en la treintena, pero que fue determinante: Cardona. Es decir, Mercè Sampietro.
— Juan: Hizo un trabajo excelente. Este magnetismo y carisma... ¡y la mala leche! Es una crack y nos lo demostró haciendo Cardona. Fue ponerle la peluca, ¿eh? Parece tonto, pero no lo es. En el momento que le pusieron la peluca esta de color rojo y arrojada hacia afuera, que casi parecía un personaje del manga, se vio y dijo: “¡va, Cardona!”.
La serie fue un catálogo de modelos de relación no muy representados hasta entonces. Y habló de grasofobia antes incluso de que se popularizara el término. ¿Era usted consciente de los terrenos que abría o salió de la naturalidad?
— Juan: No, hombre, no hay nada natural en un proceso de creación de una serie. Contar historias, al final, es plantear temas incómodos.
¿Crees que la serie tenía un punto también de incorrección política?
— Juan: Es que si las series no son políticamente incorrectas, no son interesantes. Deben hacernos plantear las preguntas que todos nos hacemos y que a menudo no sabemos cómo abordar. Siempre debes estar dando un calbot a alguien, haciendo series. Si no hay calbot, ¿qué estás haciendo? ¿Un masaje anal? Se trata de lo contrario: que el artista, esta palabra tremenda, ponga contra las cuerdas elstatu quo, el poder. Si no, no tiene ningún interés lo que haces.
— Sahun: No sólo en las tramas amorosas, abría camino. Mi personaje, a nivel laboral, tenía sus problemas para que le reconocieran el mérito y no se lo llevara su jefe. Había machismo y abuso de poder, también.
— Juan: Es que todo es político. Pensar que una serie es apolítica porque va de hockey...
Veinte años después, ¿cree que los problemas que planteaba se han solucionado?
— Juan: No, porque nunca se soluciona nada. Yo no creo que haya soluciones de nada. Se pone nombre, se detecta, pero ya está. ¿El abuso de poder? Esto sigue ocurriendo y seguirá pasando siempre. De acuerdo, hay más medidas para que no ocurra, hay más controles, pero... pone el TN cada noche y la realidad habla por sí misma.
¿Cree que tener 30 años hoy en día es más fácil o menos que hace 20 años?
— Sahun: ¡No lo sé, no los tengo, ya!
¿Los querría volver a tener?
— Sahun: No, no, yo no querría volver.
— Juan: No, pero no porque los de ahora sean distintos o más duros, sino porque ya está hecho. Ya está jugado eso. Qué aburrimiento ahora, volver a hacer de nuevo Cerda Miseria! No, hay que salir adelante. La juventud lo tiene ahora tan fácil o tan difícil como lo ha tenido siempre, sólo que ahora es otro mundo. Lo que ha cambiado no es la juventud, es el mundo, más caro y los sueldos, más bajos. Conseguir un piso e independizarte sí lo hace más difícil. Pero al final todas las generaciones han tenido que trabajar mucho su libertad, sus derechos y su independencia. Cada generación debe llorar. Y que lloren, que lo necesitan. Y yo también.
Cerda Miseria hizo una apuesta por la música en catalán cuando no estaba precisamente en su momento más de moda.
— Juan: Esto es ser autocéntrico. Esto es no querer ser otro. Hablamos de esta manera y tenemos esa música. Y resulta que tenemos una música alucinante en los Països Catalans, con una gran cantidad de músicos en muy poco territorio. Pero es cierto que no estaban tan de moda.
¿Qué cree que están haciendo ahora Pedro y Laia?
— Sahun: Ostras...
— Juan: Se han hecho famosos. Ella es una eminencia y le están haciendo una entrevista en el ARA porque con Yuval Harari han escrito un libro que lo ha petado muy fuerte.
Temo que a Pedro, guionista de profesión, no le augures un futuro tan esplendoroso...
— Juan: Pedro me sobra en esta entrevista. ¡No, no! ¡Pero eres tú! Con estas gafitas y toda la torpe esta que llevas: es un gran homenaje.
¡He estado semanas sin cortármelos para este momento! Va, en serio: si os plantearan una nueva temporada de Cerda Miseria, veinte años después...
— Juan: ¡Esto lo planteé!
¿Y te dijeron que no?
— Juan: No me ni respondieron.
Año de números redondos, este 2024. Son los 25 años de Platos Brutos, los 20 de Cerda Miseria y los 10 deEl crack. ¿Cuándo toca serie de Joel Joan, en TV3?
— Juan: Ahora estamos haciendo un proyecto nuevo televisivo que creemos que será muy bueno.
¿Para TV3?
— Juan: Esto es un misterio que no sabremos hasta el final. Hasta ahora este proyecto no les ha convencido, pero yo soy muy cabido. También diré que nos ha ido muy bien que en TV3 no quisieran, para repensar mucho la nueva serie. Esta historia siempre me ha apetecido. Es una idea muy divertida, que debería hacerse, pero no he encontrado las alianzas, todavía.
¿Drama, comedia, dramedia?
— Juan: Combina algo de ciencia ficción, drama y comedia. Una pequeña cosa excepcional hace que el protagonista se convierta en alguien diferente y eso siempre es muy divertido, porque el personaje empieza siendo un loser pero va escalando en el poder.
Joel, no te sorprenderá que tengas fama de excesivo, de intenso...
— Juan: Y de ser pesado, y bocazas... me dicen de todo.
Mucha gente me pregunta: "¿Pero es así siempre?". Pues bien: primero me lo respondes tú y después Anna.
— Juan: Hombre, las 24 horas del día no, ¡porque sería insoportable!
¿Pero te gusta jugar a hacer un cierto personaje?
— Juan: ¡Qué va! Es pasión. Pero querer que las cosas sean como deben ser a veces me hace excesivo, muy insistente. Y no rendirme. Pero esto lo estoy cambiando: es lo que tiene la edad. Me estoy dando cuenta de que hay caminos mucho más fáciles y ahora los estoy descubriendo. Ya hace unos años que los estoy descubriendo e intento no ser ese personaje del que me hablas.
¿Anna?
— Sahun: Tiene razón. A lo largo de estos veinte años, la intensidad se controla mucho. ¡Ha madurado!
No sé si existe también una cierta defensa, en este abrendo.
— Juan: Seguro, seguro. El inconsciente es insondable. También es lo que en la adolescencia piensas que puedes cambiar el mundo cuando no puedes cambiar ni lo que tienes al lado. Con la edad, ganas la relatividad. A mí me ha ido siempre la vida, en este trabajo, pero ahora estoy aprendiendo a pasármelo bien. Si no hubiera sido un psicópata de hacer cosas, hoy no estaría haciendo esa entrevista. Y quizás tampoco haría falta que alguien hiciera Platos sucios, o Cerda Miseria, pero yo tengo una devoción por el público. Hacer feliz a la gente, hacerles ir la cabeza, hacerles reír... esto es una droga. No es un trabajo de horarios.
— Sahun: Tú a medio gas, nunca.
Anna, ¿crees que has pagado un precio por ser la pareja de alguien sin pelos en la lengua y que se ha posicionado políticamente?
— Sahun: No lo sé. Quiero creer que no, que cuando no me han dado una cosa es porque no encajo en el personaje o mi talento no les interesa por mil cosas.
— Juan: Espero que no, porque si es así me sabe un grave, cariño... Sólo te puedo pedir perdón ya de entrada. Pero yo también quiero pensar que no creo que nadie tenga la mala leche de castigar a una persona que pobrecita no tiene ninguna culpa sino que, por el contrario, debería santificarse para aguantar esta cosa de la que estamos hablando hoy, que soy yo, ¡y que no llega ni a persona!
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