¿Por qué se secuestra una televisión?

Saskia Bermeo, periodista ecuatoriana.
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Este jueves, el canal ecuatoriano TC Televisión recuperaba las emisiones tras el secuestro que sufrieron el martes por parte de un grupo armado, en medio del estallido de violencia en el país provocado por bandas criminales vinculadas al narcotráfico. La periodista Saskia Bermeo daba la bienvenida a los espectadores –“El Noticiero está de vuelta en el mismo espacio donde quisieron silenciarnos”– y lanzaba un mensaje de profundo agradecimiento a las fuerzas militares y policiales que les rescataron poco después de que ocuparan los estudios en directo. Con la voz rota por la emoción, Bermeo ponía en valor a los cuerpos de seguridad del país. Les atribuía el rol de héroes en medio del clima de miedo y confusión que está causando esa violencia. De hecho, les devolvía la autoridad. También hizo un llamamiento a la unidad “para poder recuperar en nuestro país” e insistía en que “apoyamos todas las iniciativas positivas que nos puedan volver el Ecuador que merecemos”.

Las imágenes del martes hacían estremecer. Primero se oyeron disparos y gritos fuera de cámara, como si alguien hubiera dañado gravemente. La aparición violenta de los quince hombres armados con pistolas, fusiles, metralletas y explosivos en el plató del informativo provocaron un caos inmediato. Encañonaron al presentador, José Luis Calderón. Le pusieron una escopeta en el cuello mientras otro hombre le apuntaba con una pistola. Los secuestradores le obligaban a exigir a la policía que se marchara. Pero todo en medio de una desorganización muy crispada que hacía temer a lo peor. Aquellos secuestradores estaban fuera de control. Algunos exhibían ante la cámara sus armas y explosivos. Cuatro minutos después se apagaron las luces del plató y se cortó la emisión.

Secuestrar una televisión es la manera de apropiarse del relato. Es un método eficaz de estas bandas criminales de sobredimensionar el terror que provocan. Si la televisión está bajo su control, es como si el resto del país también estuviera allí, crea la apariencia de que todas las estructuras de estado también están bajo su poder. Porque la imagen del secuestro llega hasta los hogares de todo el país. Por tanto, también llega el clima de terror.

Secuestrar la televisión es, simbólicamente, secuestrar a la población y someterla. La televisión es la ventana que a diario, a través del informativo, conecta con lo que ocurre en el país. Secuestrar a un informativo en directo hace que las bandas criminales se conviertan en la realidad única, imponiendo su relato. El resto de la actualidad desaparece, todo pasa a ser irrelevante. Cuando un grupo armado irrumpe en esa ventana y amenaza y humilla a los profesionales con los que la audiencia se siente familiarizada es, salvando las distancias, como si también sometieran a los espectadores. La televisión es la conexión con la realidad, el barómetro del estado de ánimo colectivo, el factor cohesionador. La televisión es un espacio de poder que, además, tiene la capacidad de influir y se disemina instantáneamente en todo el territorio. Por eso la secuestraron. Porque todo lo que ocurre en la pantalla es importante y tiene un mensaje, aunque a veces nos olvidamos.

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