Crítica de series

La serie que hace entender por qué muchas mujeres no denuncian la violencia dentro del matrimonio

La semana del 25-N es ideal para recuperar 'Querer', una de las mejores propuestas de la temporada

La actriz Nagore Aranburu en la serie 'Querer'.
Act. hace 21 min
3 min
  • Alauda Ruiz de Azúa para Movistar+
  • En emisión en Movistar+

"La violencia es invisible", sentencia Miren, la protagonista de Querer en la vista judicial a su marido, al que ha denunciado por violencia de género. La declaración tiene que ver con sus dificultades para hacer entender los abusos de su cónyuge, dado que no existen pruebas visibles para que él no la pegue en ningún momento. La violencia estaba, sin embargo. Pese a la falta de evidencias, a pesar de que ella no se viera con corazón de denunciarlo hasta muchos años después, a pesar de que mantuviera una apariencia de normalidad de puertas afuera. En esta miniserie de Alauda Ruiz de Azúa, tampoco se muestran los hechos del pasado que denuncia a la protagonista. Y ahí está una de las fortalezas de la propuesta. No hace falta legitimar la versión de Miren a través del típico flashback que reconstruye un evento concreto y le otorga pátina de verdad. La estrategia de Querer es creer a la protagonista a partir de su testimonio y de la principal consecuencia del abuso que ha sufrido: el miedo a su hombre que ha empollado.

Al principio del primer episodio se nos muestra el pánico real que genera esta violencia invisible. Miren aprovecha que su marido está de viaje de negocios para denunciarle y organizar la huida de casa. Pero mientras ella hace las maletas, el hombre vuelve inesperadamente al hogar. El terror en la cara de Miren (impresionante, la actuación de Nagore Aranburu), en una escena de puro thriller psicológico, hace palpable la tensión psicológica en la que vive instalada la protagonista, que huye igualmente del edificio en cuanto puede.

Querer es una ficción ejemplar a la hora de poner de manifiesto por qué tantas mujeres no denuncian la violencia machista cuando se produce en el seno del matrimonio, una institución que tradicionalmente se ha considerado incluso incompatible con el concepto de violación. Desde una sobriedad remarcable en un territorio, el de la ficción televisiva, siempre propenso a los subrayados narrativos y dramáticos, la miniserie se adentra en todo el proceso que supone denunciar al marido, desde la fortaleza de abandonar el domicilio conyugal cuando apenas se tienen recursos alternativos hasta pasar el trance de un juicio que quizás desemboca en una sentencia desfavorable.

A través del personaje del marido, Iñigo Gorosmendi, al que da vida Pedro Casablanc, Querer también ofrece un retrato de un tipo concreto de masculinidad y privilegio de clase. Como en tanto matrimonio, la desigualdad socioeconómica se convierte en una situación naturalizada y, en consecuencia, en un territorio fértil para el abuso. Gorosmendi representa una cierta clase acomodada vasca muy identificable en el ejercicio de sus privilegios y formas sutiles de discriminación, en unas dinámicas fácilmente trasplantables a los ricos de cualquier otro territorio. A través de los dos hijos del matrimonio, la serie también deja claro cómo el talante machista puede parecer, en principio, una pulsión que se hereda, pero en ningún caso responde a un fatalismo que no pueda reconducirse.

Conocida por su exitosa ópera prima, Cinco lobitos (2022), Alauda Ruiz de Azúa debuta con Querer en el mundo de las series, demostrando su talento como directora de dramas intimistas con intérpretes capaces de transmitir la evolución interior de sus respectivos personajes. En los créditos de Querer también destaca Eduard Sola, un nombre que vemos repetido en otras dos producciones de éxito de esta temporada. Firma o cofirma los guiones de Casa en flames de Dani de la Orden y La virgen roja de Paula Ortiz (con otra crack de la escritura, Clara Roquet). Habrá que seguirle la pista.

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