Crítica de series

La serie sobre una revuelta laboral que convierte a los galeses en gente 'non grata' en Inglaterra

'The way', de la BBC, apuesta por la renovación de los mitos como forma de mantener viva la lucha obrera

La actriz Mali Harries en la serie 'The way'.
3 min
  • Michael Sheen, Adam Curtis y James Graham para BBC One
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El muro de Offa es una antigua construcción entre Gales e Inglaterra que se extiende a lo largo de más de 200 kilómetros y que separaba a estos dos países en la Edad Media. En el tercer episodio de la serie The way se menciona esta frontera de aires míticos cuando la familia galesa protagonista, los Driscoll, intenta cruzar de forma clandestina hacia Inglaterra huyendo de la policía que les persigue. Se ha decretado un toque de queda en Gales y se han cerrado las fronteras. Los Driscoll se han convertido en inmigrantes ilegales en su propio estado. Tras el Brexit, tampoco pueden huir hacia Europa tan fácilmente. Y los ingleses delatan a todo el mundo con pinta de galés. De repente, los protagonistas se sienten como tantas otras familias refugiadas de todo el mundo cuando intentan entrar en el Viejo Continente y no encuentran más que hostilidad.

El conflicto ha puesto en marcha mucho antes. The way arranca con Owen Driscoll (el actor Callum Scott Howells) en un estado de profunda anhedonia que reflexiona sobre por qué es incapaz de oír nada ante unos hechos que han desquiciado a Port Talbot, la ciudad portuaria donde vive. Un hombre se prendió fuego a la calle pocos días después de que su hijo se lanzara al horno de la siderúrgica en la que trabajaban. Estas muertes ponen en evidencia el estado de crisis que vive esta capital industrial. La incertidumbre pesa sobre el futuro de la fábrica desde que la compraron unos empresarios de Extremo Oriente. Parece que quieren deshacerse de ellos. Los ánimos se calientan hasta que una revuelta obrera toma la ciudad. La madre de Owen, Dee (Mali Harries), es una de las líderes y él por fin se siente motivado por una causa.

Michael Sheen, Adam Curtis y James Graham

El primer episodio de The way entronca con tantas otras series británicas en torno a la persistencia de la lucha obrera. En su creación confluyen tres grandes nombres. Michael Sheen –mucho más conocido como el excelente intérprete de series como Masters of sex o filmes como El desafío: Frost contra Nixon– se pone aquí por segunda vez detrás de la cámara como director, además de reservarse un pequeño papel como el padre ya fallecido del patriarca Driscoll, Geoff Driscoll (Steffan Rhodri), un antiguo líder sindicalista que se aparece como un fantasma a su hijo. Adam Curtis, una figura de culto de la BBC por sus prácticas innovadoras en el audiovisual de trasfondo político, ejerce de cocreador y probablemente le podemos atribuir el uso de imágenes de archivo a lo largo de la serie y la reflexión sobre cómo la obsesión por el pasado no permite realizar proyecciones de futuro que propulsen la lucha por unos tiempos mejores. Y el tercer coautor es James Graham, el responsable de Sherwood, una serie con la que The way mantiene varios puntos de contacto, sobre todo en lo que se refiere a las herencias y continuidades de las luchas obreras, y en la estrategia narrativa de concentrar en una familia muchos conflictos dramáticos.

The way es una producción sobre la lucha laboral rebosante de ideas que trasciende las tendencias habituales de estas ficciones británicas. Pero en cuatro episodios no todos los planteamientos pueden desplegarse con la fuerza necesaria, por lo que la serie transmite cierta sensación de dispersión mientras la historia fluctúa entre el drama familiar en un escenario al borde del colapso social, la reflexión sobre la necesidad de mantener encendida la llama de la revuelta, la reivindicación de la identidad galesa y la extrapolación de la experiencia de los refugiados a europeos "de toda la vida". Pero finalmente lo cuestionable son las nuevas formas de heroicidad masculina y de martirio que se proponen para refundar mitos obreros que mantengan la lucha viva.

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