Dígitos y trastos

La telemedicina puede ser más que videollamadas al médico

Los dispositivos de consumo están transformando la sanidad preventiva en todo el mundo, mientras Cataluña se queda atrás pese a tener el ecosistema de innovación más potente de España

Uno de los relojes inteligentes híbridos de la empresa Withings
27/06/2025
5 min

BarcelonaEn el reciente Health Revolution Congress de Barcelona, ​​varias empresas con presencia local mostraron soluciones en monitorización remota de pacientes: Lifevit dispone de dispositivos médicos conectados para el seguimiento de constantes vitales; ClaraCare ofrece hospitalización domiciliaria integrando dispositivos de salud e informes personalizados; Garmin Health ofrece a los creadores de aplicaciones sanitarias una plataforma de telemedicina basada en sus relojes, que no son sólo para deportistas; Sense4Care ha creado un aparato portátil, al estilo de los registradores Holter cardiológicos, pero en este caso para detectar patrones de movimiento, pensando en los pacientes con Parkinson. Todas ellas presumen de la realización de pruebas piloto con éste o ese hospital catalán, pero coinciden en la frustración por la dificultad de desplegar sus tecnologías en el conjunto del sistema sanitario.

Es un mensaje que hace más de 10 años que escuchamos. La tecnología siempre ha sido aliada en el cuidado de la salud, pero la revolución digital de los últimos años ha llevado a los avances más allá de los centros sanitarios, directamente a la vida de los ciudadanos. En este nuevo panorama de salud digital –que va mucho más allá de la simple videoconsulta–, los dispositivos de consumo portables (wearables) pueden ser la clave para avanzar hacia un modelo de medicina más preventivo y personalizado, en contraposición a la tradicional medicina reactiva.

Algunos de estos aparatos –un mercado global que superará los 150.000 millones de euros en el 2030– se incorporan al cuerpo en forma de relojes, anillos, pulseras o prendas, y pueden medir la frecuencia cardíaca, el porcentaje de oxígeno en sangre, los pasos diarios. Hay que añadir los tensiómetros, básculas y glucómetros conectados. La capacidad de monitorización continuada y remota transforma la atención sanitaria, alertando antes de que se manifieste una patología y facilitando un diagnóstico precoz en enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes.

Los fabricantes de dispositivos mueven ficha

En Europa, la francesa Withings es pionera en telemedicina especializada en su servicio de cardiología remota. Por 9,95 euros al mes, la modalidad Withings+ ofrece hasta cuatro revisiones anuales por cardiólogos certificados que analizan los datos de los electrocardiogramas de sus relojes y tensiómetros -que incluyen un estetoscopio- en menos de 4 horas. El servicio, disponible en Francia, Alemania y EE.UU., integra los dispositivos de la marca con inteligencia artificial (IA) validada clínicamente por hospitales reconocidos, y supervisión médica humana, y permite detectar fibrilación auricular y otras arritmias antes de que provoquen acontecimientos graves.

En EEUU, el software ResearchKit de Apple vinculado a los iPhones y los Apple Watch ha facilitado numerosos ensayos clínicos en Estados Unidos, algunos con más de un millón de participantes. El Apple Heart Study de Stanford con 419.297 participantes logró una precisión del 84% en la detección de fibrilación auricular, mientras que el estudio WATCH-PD de la Universidad de Rochester ha transformado la investigación en Parkinson mediante la monitorización continua de los movimientos.

El papel de los seguros médicos

Dicho reloj de Apple suele aparecer en la apuesta de los seguros sanitarios por los dispositivos de consumo como herramienta de prevención. UnitedHealthcare, con 50 millones de clientes, ofrece un Apple Watch gratuito a los asegurados que cumplan con objetivos de actividad física durante seis meses. Han logrado una participación del 45%, muy superior al 5% habitual de los programas corporativos de bienestar. Los participantes andan de media 11.000 pasos diarios, casi el doble de la media nacional.

John Hancock Vitality, con más de 10 millones de asegurados, permite comprar el Apple Watch por sólo 25 dólares si se cumplen los objetivos mensuales de ejercicio. Un estudio de RAND Europe con 400.000 participantes demuestra que los usuarios de Apple Watch con incentivos mantienen un 34% más de actividad física, equivalente a 4,8 días extras de ejercicio mensual y hasta dos años adicionales de esperanza de vida.

En España, la mutua más activa digitalmente es Sanitas, filial del grupo británico BUPA. Dicen que una de cada cinco consultas se realiza telemáticamente y esta semana han abierto en Valdebebas (Madrid) lo que consideran el primer hospital completamente digital del Estado. La empresa asegura que su plataforma Blua de salud digital atiende a más de 25.000 pacientes en programas de monitorización activa mediante dispositivos conectados e IA para el análisis de los datos. Entre los servicios se encuentra la revisión preventiva basada en IA; el seguimiento de actividad física, calidad del sueño y frecuencia cardíaca mediante dispositivos como básculas inteligentes, pulsioxímetros y tensiómetros que transmiten automáticamente; y el "fisioterapeuta digital", que supervisa en tiempo real los ejercicios de rehabilitación, una función que Huawei también demostró en el pasado MWC.

Las farmacéuticas como intermediarios digitales

Los laboratorios farmacéuticos han asumido un rol activo en esta digitalización, hasta el punto de que algunas de las citadas empresas reconocen que son el único canal viable para acceder al sistema sanitario público.

En algunos países, las farmacéuticas han adoptado masivamente la tecnología de Apple: Johnson & Johnson lidera el estudio cardiológico Heartline con 180.000 participantes; Biogen participa en el estudio de salud cerebral Intuition y Novartis desarrolla programas de esclerosis múltiple con la plataforma ResearchKit. La propia Novartis, como Bristol-Myers Squibb, Otsuka, Pfizer y Sanofi, tiene consorcios de ensayos clínicos con Alphabet, la matriz de Google, sea con su filial sanitaria Verily o con Fitbit. En España, Pfizer tiene aplicaciones de acompañamiento para pacientes con cáncer y hemofilia, que se sincronizan con dispositivos.

Cataluña: innovación sin despliegue

Paradójicamente, Cataluña acoge uno de los ecosistemas de innovación sanitaria más potentes de Europa. Con 386 empresas de salud digital que facturan 633 millones de euros, Barcelona es la quinta ciudad europea en financiación de start-ups de salud digital.

La Fundación TICSalut gestiona la innovación tecnológica sanitaria desde 2006, y el 94% de los centros sanitarios están conectados al sistema compartido. Sin embargo, el sistema público de salud catalán muestra una notable reticencia a la adopción generalizada de la innovación digital. Recordemos la desconfianza política –injustificada– sobre carencia de privacidad en la cesión a farmacéuticas de datos sanitarios agregados de los ciudadanos para investigación –en la época del conseller Boi Ruiz– que frenó en seco la iniciativa. Otro de los problemas es la falta de un presupuesto asignado a los hospitales para comprar innovación, lo que les obliga a establecer colaboraciones basadas en validaciones clínicas que se alargan durante años, sin que los resultados se generalicen. Otra empresa catalana explica al ARA que en Catalunya querían cobrarlos por probar su sistema de gestión de pacientes diabéticos, mientras que en México les pagaban por acoger el ensayo. Naturalmente, fueron allí a hacerlo.

En general, la fragmentación y la poca agilidad del sistema público europeo, que algunos emprendedores denominan "mata-start-ups", contrastan con la agilidad del modelo estadounidense. Las empresas incipientes catalanas proponen diversas medidas: centralizar el acceso al sistema, homogeneizar la evaluación clínica, ajustar las retribuciones, establecer regulación específica y flexible, destinar presupuesto para compra pública innovadora, y mejorar la capacitación de los profesionales sanitarios.

El futuro digital y el coste de la inacción

Mientras otros países avanzan hacia la medicina preventiva basada en datos continuos, Cataluña mantiene un enfoque reactivo costoso y menos eficaz. Los seguros americanos demuestran ya reducciones de hasta el 25% en primas para los usuarios activos de dispositivos de consumo con homologación médica, mientras servicios europeos como Withings+ ya validan clínicamente la detección precoz de patologías cardíacas.

La resistencia del sistema público catalán a adoptar estas tecnologías desperdicia el ecosistema de innovación local. Empresas catalanas desarrollan soluciones que se aplican en el extranjero, mientras que los ciudadanos catalanes dependemos de un modelo sanitario del siglo XX en plena era digital. La telemedicina basada en dispositivos de consumo, correctamente homologados, facilitaría el salto de la medicina reactiva a la preventiva. Las herramientas están ahí, pero hace falta voluntad política e inversión.

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