La vieja trampa de las dos Españas

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Uno de los mantras más absurdos en política es eso de gobernar-para-todos. Imposible: o legislas a favor del derecho al aborto o lo haces en contra, por citar uno de mil ejemplos posibles. Y, sin embargo, la prensa sigue repartiendo cada día carnés de fracturador. Lo vimos con el Procés, cuando se acusaba al independentismo de dividir a la sociedad, como si el mantenimiento del estado autonómico no provocara rechazo en la otra mitad de la población, que se empeñan en olvidar. "Sánchez agrava la fractura entre españoles para tapar la amnistía", titula el Abc. "Sánchez levanta un "muro" para ser presidente frente a media España", dice El Mundo. ¿Y la otra media? ¿Se supone que aplaudiría de éxtasis si subiera un gobierno ultraconservador del PP y Vox regresivo en materia de feminismo, de derechos sociales, de apoyo al colectivo LGTBIQ+ o de reconocimiento del carácter plurinacional del Estado? El País lo sabe bien y por eso agita el espantajo: “Sánchez defiende la amnistía para un gobierno que frene a los ultras”. Esta polarización entre progresistas (relativos) y conservadores (extremos) acaba situando las aspiraciones soberanistas catalanas en una perversa elección entre Guatemala o Guatepeor.

La tumba de Machado

Antonio Machado (e Ismael Serrano) fueron protagonistas involuntarios de la primera sesión de investidura. Viendo las portadas de este jueves, el poeta de la generación del 98 hace un bis inesperado, ya que las primeras páginas hacen pensar en aquellos otros versos suyos, los famosos “Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”. A la espera de fiscalizar el cumplimiento de promesas del zorro Sánchez, nos encomendaremos al admirado poeta y –entre una España que muere / y otra España que bosteza– cruzaremos los dedos para que no sean ambas, en feliz comandita, las que nos hielan el corazón.

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