Vuelve a la desesperada la película rusa

En la tercera de las películas de la saga de Jason Bourne, a uno de los cabecillas de la CIA –magníficamente interpretado por David Strathairn– le espetan: “Noah, es una de las nuestras. Si emprendes este camino, ¿dónde termina?” Y él pone en marcha: “Acaba cuando ganamos”. Se hace evidente entonces que el personaje ha perdido contacto con la realidad y que no está exhibiendo tesón o persistencia, sino sólo un carácter cegado al que no le importa dejar un rastro de tierra quemada. El Mundo se presta a poner en portada un tema gaseoso: "La Guardia Civil investiga nuevas conexiones del Kremlin con el Proceso". Es una obvia filtración interesada, algo ridícula, teniendo en cuenta que los velos se han caído y todo el mundo ha entendido que si Europa nos miraba era desde la distancia, que por algo es un club de estados. El diario sugiere que agentes rusos se desplazaron a Catalunya con pasaportes falsos. Hombre, ¡me parece el mínimo exigible! Tienes una crisis política de primer nivel que amenaza con desestabilizar a la UE, lo que te puede reportar un beneficio indirecto: lo mínimo que se puede hacer es enviar a alguien para que te envíe información de primera mano. La película de los 10.000 soldados rusos hace tiempo que se ha convertido en una comedia y si ahora El Mundo ofrece un reestreno es porque hay que votar a la amnistía.

Ellos mismos lo dicen, al titular de arriba de portada: "la semana de la amnistía", como si fueran los Días de Oro de El Corte Inglés o la semana sin IVA del MediaMarkt. Y no falta, claro, la foto de la manifestación del domingo (hablando en términos de "clamor" y no de "agita la calle", como suele decirse si quien convoca es alguien que no sea la derecha) y la noticia de este lunes según la cual se alarga la instrucción del caso, con el evidente ánimo de intentar encolomar un delito de traición que quedaría excluido de la medida de gracia. Realmente, la cartelera está amodorrada y repetitiva.