Hace algo de mil años, en la Cataluña medieval que emergía de la Europa carolingia se fundaban monasterios, que representaban entonces la modernidad del saber y de la economía. Eran franquicias de conocimiento y de repoblación, al amparo de la beligerante ideología cristiana en lucha con el Islam. Hace dos siglos, vimos el florecimiento de industrias en el marco de un capitalismo expansivo, también siguiendo el rastro de los países más dinámicos al norte. Hoy, lo que toca es la creación de centros de investigación ligados a tecnologías punteras, como los recién anunciados: el de chips y el de inteligencia artificial, igualmente motores de saber y de riqueza. También ese impulso viene de Europa.
A pesar de decepciones y crisis, Cataluña será europea o no será. Seguimos mirando sobre todo a Bruselas, Berlín, París; también en Londres... Del norte vienen ideas, proyectos, dinero. Pagamos el peaje español, pero no es Madrid quien nos inspira. El simbolismo del exilio de Puigdemont es una persistente anomalía explícita. La perspectiva del reconocimiento de la oficialidad de la lengua en la UE, también. Europa sigue siendo el marco, el anclaje, la esperanza. Sí, es una Europa en crisis –¿cuándo no ha estado?–, hoy sitiada por una ultraderecha que pone en cuestión sus valores de apertura y progreso, pero, aun así, Cataluña tiene su norte, literal y metafórico .
Al final de la dictadura lo era mucho más, claro. Pocos meses antes de la muerte de Franco, el aperturista Rodolfo Martín Villa, gobernador civil de Barcelona, entre abril y mayo de 1975 permitió el ciclo de conferencias Las terceras vías en Europa, donde se airearon los proyectos políticos catalanes de futuros líderes de la Transición: Anton Cañellas (UDC), Josep Solé y Barberà (PSUC), Josep Pallach (PSC-r), Joan Raventós (PSC-c), Ramon Trias Fargas ( EDC) y Jordi Pujol (CDC). No fueron las "terceras vías catalanas en España". Editorial Base ha recuperado aquellas intervenciones con prólogo de Vicenç Villatoro. Europa era modernidad, era garantía de libertades y bienestar, era la forma de superar la pesadilla española.
¿Pero por qué he empezado hablando de monasterios de siglos más allá? Porque, en historia, las continuidades son más fuertes que las rupturas. Hay otro libro, digamos europeísta, recién salido del horno, que nos retrotrae al 1150 y que nos habla de unos monjes, vanguardia de su tiempo, que venidos del norte fundaron el primer monasterio cisterciense en Cataluña, el de Valldaura, en Collserola, creado simultáneamente en el de Poblet (también de 1150) y anterior al de Santes Cruces. Valldaura, sucesivamente con monjes, reyes, nobles, industriales e investigadores como protagonistas, es un microcosmos de la evolución catalana. Publicado por Actar, lo han escrito el economista e historiador Robert Álvarez Masalias y el arquitecto Vicente Guallart Furió. Es una obra contundente, erudita.
La operación político-económica-religiosa que llevó a los monjes a Valldaura la concibieron en 1148, durante la toma de Tortosa, tres Guillemos: Guillem Ramon de Montcada (gran senescal del conde de Barcelona), el noble Guillem de Montpellier y el obispo de Barcelona, Guillermo de Torroja. Los monjes, doce en concreto, vinieron de Tolosa de Languedoc. A los pocos años (1160) se trasladaron a un sitio mejor, Santes Creus. Valldaura continuó como granja cisterciense. Después pasó a ser sitio de cacería de los reyes, con un pequeño palacio donde hacían estancias, y con el tiempo se convirtió en residencia de una familia noble. A mediados del siglo XIX un industrial harinero realizó el caserío Valldaura Nou, que, reformado, acoge hoy en día la sede del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña, dirigido por Guallart y dedicado a investigar la bioarquitectura circular y el futuro de las ciudades . De los monjes a los investigadores, existe un hilo rojo de progreso europeo en territorio catalán.
Por cierto, en 1974, dos de los conferenciantes de Las terceras vías en Europa, Pallach y Pujol, meses después de sus intervenciones fundaron, con una semana de diferencia, sus respectivos partidos catalanistas y europeístas en otro monasterio, el de Montserrat, del que ahora se celebra el milenario. Más continuidad.