Cumbre Climática

Las 4 trampas que nos cuelan los países petroleros en las cumbres climáticas

La palabra 'unabated' y la solución engañosa de la captura de carbono, entre las trampas en las que caen las cumbres de la ONU

El ministro de los Emiratos Árabes Unidos y presidente de la COP28, Sultan Ahmed al-Jaber.
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BarcelonaEn las negociaciones de la ONU sobre cambio climático las palabras son muy importantes y las batallas por una coma o un verbo pueden durar horas. En la COP21, en la que se aprobó el Acuerdo de París, todo estuvo a punto de saltar por los aires en el último momento por un "deberá" (shall) que tenía que ser un "debería" (should). Durante más de dos horas, Nicaragua intentó echar un pulso con Estados Unidos para no cambiar la palabra, pero acabó cediendo para cerrar el texto. El Acuerdo de París, pues, no es vinculante (se impuso el should), pero confía en la presión del grupo (lo que los ingleses llaman blame and shame, culpar y avergonzar) para que todo el mundo cumpla los compromisos. Una estrategia que ha funcionado solo a medias. Si bien estamos lejos todavía de los objetivos del Acuerdo, como alertan los científicos, es cierto que todo el mundo hace el esfuerzo de presentar compromisos: ningún país quiere verse señalado como el malo en la lucha climática. El negacionismo ya no tiene cabida en los foros internacionales y los productores de petróleo y gas buscan otras formas de torpedear la lucha climática para poder seguir emitiendo CO₂, a menudo enmascaradas como soluciones.

Con la COP28 a punto de terminar en Dubái, séptimo productor mundial de petróleo, os explicamos algunas de las trampas que estos estados han introducido en las negociaciones climáticas de la ONU.

La palabra 'unabated'

Las palabras son clave, como decíamos, y una de ellas ha aparecido de repente en muchos textos y amenaza con poner en peligro la reducción de emisiones. Es la palabra unabated, que podría traducirse por "no reducido" y que se ha convertido en acompañante inseparable de los "combustibles fósiles" que queremos "eliminar" o "reducir". Es decir, que solo queremos reducir o eliminar "los combustibles fósiles no reducidos", que son aquellos que no incorporan tecnología de captura de carbono en su producción. Desde la cumbre de Glasgow de 2021, Estados Unidos ha hecho de esta palabra un término clave de las negociaciones.

Los Emiratos Árabes Unidos también se han apuntado a este lenguaje, que ha llegado para quedarse en los textos climáticos a pesar de las alertas de las organizaciones observadoras. "Vemos un riesgo real de que esta palabra pueda, en primer lugar, generar dudas sobre la escala y el ritmo del declive de los combustibles fósiles necesarios para limitar el calentamiento global a 1,5 °C y, en segundo lugar, sea utilizada para justificar nuevas expansiones de las infraestructuras fósiles", dice el Center for International Environmental Law.

Captura de carbono

La apuesta por la palabra unabated en los textos de la ONU está dando impulso a la captura de carbono como la herramienta milagrosa que resolverá todos los problemas. Es una tecnología, llamada captura y almacenamiento de carbono (Carbon Capture and Storage o CCS), que todavía está en un estadio temprano: solo el 10% de los proyectos presentados en el mundo se han llegado a construir, según Zero Carbon Analytics. Se trata de tomar el CO₂ que se emite al producir energía, interceptarlo antes de que llegue a la atmósfera y almacenarlo bajo tierra. Esto se está empezando a probar en algunas, muy pocas, centrales eléctricas de carbón y otros fósiles. Pero el sector de los fósiles ha elevado su inversión a los 2.000 millones de dólares anuales. El 2021 fue el año del boom: se plantearon hasta 100 nuevos proyectos de CCS, más del doble de lo que había.

Y uno de los principales inversores en esta tecnología es, de hecho, la petrolera estatal de los Emiratos Árabes Unidos (Adnoc), dirigida por el presidente de la COP28, Sultan Al Jaber. Pero según una investigación del canal sueco TV4, el CCS de Adnoc solo captura el 36% del CO₂ que emiten las plantas donde se han instalado y lo que se captura "se inyecta en los pozos de petróleo para elevar la producción de petróleo" de la propia Adnoc. Una "solución climática" que se utiliza para producir más petróleo.

"En esta COP28, el Global Capture and Storage Institute, una organización en la que están metidas todas las empresas de combustibles fósiles, tendrá un pabellón propio en la cumbre. Será otra puerta de entrada de la industria en las negociaciones climáticas", alerta Claudia Custodio, investigadora del Observatorio de la Deuda de la Globalización (ODG), que participa en la COP28.

Un tipo de CCS que sí será necesario, pero en el futuro, es el CDR (carbon dioxide removal), que absorbe el CO₂ directamente de la atmósfera para almacenarlo en el suelo. Pero este está aún más en pañales, porque es mucho más difícil de capturar el CO₂ disperso en el aire. "Hay cierto nivel de emisiones que es imposible de eliminar, como las de la agricultura necesaria para la alimentación mundial. Una parte se puede compensar reforestando, pero no todo. Todos los escenarios del IPCC que limitan el calentamiento a 1,5 °C incluyen emisiones negativas", explica Olga Alcaraz, veterana de las COP en nombre de la UPC. Pero advierte de que esta tecnología todavía "es muy ineficiente y muy cara". Tendría que estar lista después de 2050.

"Cero neto en 2050"

Casi todos los gobiernos del mundo, y también muchas empresas, han presentado ya promesas para llegar al "cero neto de emisiones en el 2050". Es un compromiso positivo, necesario y, de hecho, su inclusión como objetivo clave en el Acuerdo de París fue una victoria. Pero la expresión se está convirtiendo en una forma de sortear los compromisos a más corto plazo, como denuncian muchas ONG. Es decir, esa expresión no la colaron los petroleros, pero la están aprovechando en su favor. El término "neto" no significa que se llegará a las cero emisiones absolutas, sino que una parte irremediablemente deberá compensarse con captura de carbono, ya sea a través de los árboles y los océanos, o con tecnología, como decía Alcaraz.

"Hemos llegado a la dolorosa constatación de que la idea del "cero neto" ha autorizado un enfoque imprudente de "quemar ahora, pagar después" que ha visto cómo las emisiones de carbono siguen aumentando", denunciaban un grupo de científicos climáticos ya en 2021.

Mercados de carbono

Un punto que todavía está en negociación es el artículo 6 del Acuerdo de París, el que habla de los mercados de carbono voluntarios. Aún cuesta poner de acuerdo a quienes quieren acabar o limitar al máximo este mecanismo y quienes quieren aprovecharlo al máximo para seguir emitiendo. Estos mercados, que permiten a las empresas y otros organismos emitir CO₂ si lo "compensan" con proyectos de reforestación o restauración de ecosistemas para captar carbono en otro lugar del mundo, se ha convertido en "un gran negocio", como apunta también Alcaraz.

Un negocio que en varias ocasiones, además, ha sido más perjudicial que beneficioso para el medio ambiente y para los países en los que se instalan. Algunos proyectos han reforestado en espacios donde nunca había habido árboles, sin generar un ecosistema adecuado al sitio, o que han servido para expulsar a comunidades locales e indígenas. "Un análisis reciente, de hecho, concluyó que todas las promesas de reforestación que los estados han hecho en sus NDCs (planes nacionales de lucha climática presentados en la ONU) para compensar emisiones sumarían una giga hectárea de terreno, como Europa, Turquía, Sudáfrica y la India juntas –dice Alcaraz–, es decir, son compromisos imposibles de cumplir”.

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