"Si el amor falla, ya puedes tener todo el talento del mundo, que irás cojo"

La historia de amor del investigador médico Quique Bassat

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Quique Bassat y Maria Maxencs con los gemelos

Quique Bassat y Maria Maixenchs tienen una controversia sobre si se conocieron el 5 o 6 de abril. "Yo digo el 5, y normalmente estas cosas las acierto, porque yo me lo apunto en la agenda", dice risueño el investigador experto en enfermedades infantiles. La forma en que se conocieron es divertida: les pararon una trampa. Una amiga en común, Cécile, los citó ambos y no se presentó. "Ahora le llamamos Cécilestina", dice Bassat. Cécile sabía que su amor por África les uniría y así fue, se gustaron enseguida.

De hecho, Bassat estaba de visita en Península y le quedaban sólo cinco días, la mitad de los cuales pasó en Madrid. Pasaron juntos todo el tiempo que pudieron y, al cabo de dos meses, Maixenchs se fue a Mozambique de vacaciones, donde él trabajaba el investigador. Un mes después, la antropóloga y enfermera se mudó también. "Ella había trabajado con Médicos Sin Fronteras en zonas de conflicto; otra persona quizás no se habría atrevido", señala el investigador.

Fue una época que Bassat recuerda con mucho cariño, por el trabajo bien hecho pero también por las amistades. "En Mozambique nuestra casa siempre tenía las puertas abiertas. Teníamos una vida social muy chula con expados y mozambiqueños. Yo cocinaba todas las noches sin saber para quién, pero sabiendo que alguien aparecería para cenar. Vivíamos en un lugar muy aislado y el ocio era lo que te montases en tu casa", recuerda el investigador.

En 2012 regresaron a Barcelona, ​​donde nacieron los gemelos, un niño y una niña. "Enseguida salió la posibilidad de volver a Mozambique. Esperamos que cumplieran un año para ponerles las vacunas y en el 2013 nos mudamos de nuevo a Mozambique con los gemelos". Mantenían las puertas de casa abiertas, pero las cosas habían cambiado. "Los jóvenes con niños son como un repelente de mosquitos: nadie se te acerca porque te vuelves aburrido", señala Bassat, medio en broma. "La vida social cayó en picado, pero la experiencia vital en África con niños es una maravilla. Disfrutar del aburrimiento en familia fue muy chulo: salíamos a pasear, íbamos al río… Cada etapa tiene su magia y ésta tuvo mucha".

Desde 2015 que los cuatro viven en Barcelona, ​​aunque siguen viajando siempre que pueden. Para Bassat, que siente una gran pasión por su trabajo, el amor es "la estructura vital sobre la que construyes todo lo demás". "Si el amor falla, ya puedes tener todo el talento del mundo, que irás cojo", concluye.

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