El análisis de Antoni Bassas: 'Los cambios de criterio del gobierno en la gestión de la sequía'

Ahora ya no habrá barcos, habrá desalinizadoras móviles. Ahora ha habido un cambio de criterio de una cuestión de emergencia: en dos meses y medio que estábamos en un episodio de sequía crónica era evidente. No se puede decir que el problema nos ha cogido por sorpresa y había que improvisar

El Govern no está transmitiendo seguridad en las medidas para paliar la sequía. Ayer el presidente Aragonès confirmó que, al final, no vendrá agua en barco a Barcelona, ​​sino que ahora ha decidido instalar una desaladora flotante en el puerto de Barcelona. Se lo dijo a Xavier Graset.

Esta desaladora costará 100 millones y el Govern lo ha comprado por cinco años, que es el tiempo que falta para que ya funcionen dos desaladoras, la de la Tordera (que se amplía) y la de Foix, en Cubelles.

¿Por qué se ha optado ahora por la desaladora flotante en el puerto? Pues porque es más barato y más práctico producir agua potable de esa manera que llevarla en barco.

¿Pero esto no se sabía? Recuerden lo que nos dijo aquí, en el AHORA, en noviembre, el conseller Mascort:

“Lo más fácil sería traer agua de Tarragona en barco”. Esto era en noviembre. Y en febrero, hace dos meses y medio, el gobierno español y el de la Generalitat presentaron el plan por el que la Moncloa pagaría el coste del agua que se desalinizaría en Sagunto, en la Comunidad Valenciana, y el gobierno de Catalunya pagaría el transporte. La ministra habló de llevar "un barco o un barco y medio diario".

Entonces se nos explicó que los barcos eran la mejor opción. Ahora ya no habrá barcos, habrá desalinizadoras móviles. Ahora ha habido un cambio de criterio de una cuestión de emergencia en dos meses y medio. Sorprendente. Si el cambio se ha debido a la incomodidad del Gobierno porque el gobierno español había hecho de mediador y pagaba parte del coste, o se debe a que los hoteleros de la Costa Brava empezaron a espabilarse por su cuenta ya comprar desalinizadoras para llenar las piscinas, no lo sabemos, pero el cambio de criterio llama la atención.

Sobre todo porque el Gobierno no encuentra el tono. Empezó diciendo a los ayuntamientos que nada de llenar piscinas públicas si no eran refugios climáticos contra el sentido común de que una piscina es un refugio en sí misma y para los niños es media vida. Después habló de la apertura de las piscinas de hoteles y campings, y tampoco se sabe muy bien cómo funcionará el decreto para regular el acceso a las piscinas de hoteles y comunidades, hasta el punto de que hoy Miquel Ferreres dedica el chiste:

“Este año, en cuanto suba el calor podremos ir a algún refugio climático. Yo iré al Hotel Mandarín. ¿Y tú? Yo dudo entre el Hotel Vela y el gran Hotel Florida, que nos cae más cerca”.

En junio cumplirá un año que la consejera responsable de Medio Ambiente, Teresa Jordà, fue cesada para que fuera de dos a la lista de Esquerra en Madrid, y sustituida por el hasta entonces número dos, el hoy consejero Mascort. Que estábamos en un episodio de sequía crónica era evidente, no puede decirse que el problema nos ha cogido por sorpresa y había que improvisar.

Lo que nos lleva a una conclusión que entronca con un debate que hubo en el Congreso de Economía y Empresa. Intervinieron Miquel Puig, un cerebro desperdiciado, ahora en el departamento de Economia, y el exconseller Mas-Colell. Decían:

"¿Catalunya ha pasado de 6 a 8 millones inesperadamente? ¿Cómo no nos lo esperáramos?", “¿Eso quiere decir que dentro de 20 años tendremos 10 millones de habitantes? ¿Podremos resistirlo? En lugar de crear puestos de trabajo deberíamos crear talento”. Necesitamos urgentemente trabajar en la excelencia y en la autoexigencia.

Buenos días.

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