El análisis de Antoni Bassas: 'Esquerra se contagia al junquerismo'
Parece difícil que un dirigente político con una personalidad tan acusada y autorreferencial como la suya pueda cambiar la forma de dirigir el partido, por lo que Esquerra está abocada a la cohabitación si no quiere perpetuar internamente el plebiscito sobre su líder
Oriol Junqueras vuelve a ser el presidente de Izquierda. Tiene ante cuatro años, y ya llevaba trece. El junquerismo, para utilizar la expresión que él mismo ayudó a popularizar cuando dijeron que lo que "el junquerismo es amor", marcará profundamente la historia del partido y del independentismo de este primer tercio de siglo: batalla cultural, ensanchamiento de la base, preferencia por PSC y Comuns cuando ha sido necesario, colaboración con el PSOE en Madrid y lucha sin freno con Junts para apartarla en un rincón, en una continuación de la lucha fratricida de toda la vida entre convergentes y republicanos por la hegemonía del grosor del voto de obediencia catalana.
Para volver a la presidencia del partido, en Junqueras le ha hecho falta una segunda vuelta y casi la mitad del partido no solo no le ha votado sino que se ha enfrentado a él sin reparos hablando en público y en privado de sus defectos. Podría ser un toque de atención o un cuidado de humildad, dígaselo como desee, pero parece difícil que un dirigente político con una personalidad tan acusada y autorreferencial como la suya pueda cambiar la manera de dirigir el partido, así que Esquerra está asomada a la cohabitación si no quiere perpetuar internamente el plebiscito sobre su líder. No será fácil: Esquerra ha perdido al gobierno, y cuando un partido de gobierno está en la oposición, la contestación interna no tiene el freno y el silencio que supone poder ofrecer cargos.
Tanto los presidentes Illa en Cataluña como Sánchez en Madrid estaban pendientes del desenlace prorrogado del congreso de Esquerra para negociar presupuestos. El tono de Junqueras ha sido exigente, lógicamente, cómo debe ser antes de negociar y para marcar perfil duro. Las carpetas española y catalana se tocan por la esquina de la financiación singular pactada por Esquerra con los socialistas. Sin embargo, el problema de Sánchez ahora mismo es Junts, que este fin de semana ha vuelto al "así no podemos seguir". Lo ha dicho tantas veces últimamente que si al final el PSOE no reacciona Junts tendrá que anunciar que el suyo no en los presupuestos es seguro para ser creíble en su amenaza.
Buenos días.