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Los antiguos fabricantes de armas que crearon tu vieja bici Orbea

Cuando el mercado se desinfló, la compañía se integró en el grupo cooperativo vasco Mondragón

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En 1840, los hermanos Juan Manuel, Mateo y Casimiro caminaban contentos y algo erizado por las calles empedradas de Eibar: eran los dueños de la nueva fábrica que había abierto al pueblo. Sus chimeneas habían significado el pistoletazo de salida de la industrialización en aquel pueblo guipuzcoano, que rondaba entonces los 2.000 habitantes. De su nave salían revólveres de pistones, cartuchos de munición y pistolas de varios modelos. En los mangos estampaban su apellido: Orbea. Sin embargo, hoy la empresa que en 1895 producía 80.000 armas de fuego cada año factura 400 millones de euros fabricando algo bien distinto: bicicletas. ¿Cómo logró Orbea pasar de ser el principal fabricante de armas cortas de España a ser una marca insignia para los amantes del ciclismo de todo el mundo?

El giro que lo precipitó todo tuvo lugar en 1924. Ese año, el negocio de las armas en España había caído en picado. De hecho, las cifras de producción llevaban demasiado tiempo sin acercarse nada a las 725.000 armas que Orbea había fabricado en 1916, durante la Primera Guerra Mundial. La familia tenía claro que había llegado el momento de tomar una decisión. Pero tomaron dos: una parte de los propietarios de Orbea optó por escindirse y crear una empresa de cartuchos; la otra eligió quedarse en la compañía y transformarla de pies a cabeza. Mientras que los primeros terminaron absorbidos por la Unión Española de Explosivos, los segundos encontraron la fórmula del éxito. De entrada dejaron las armas para disparar hacia un nuevo mercado: el de las herramientas. Los taladros, tornos y máquinas fresadoras sustituyeron a las balas, revólveres y pistolas que transportaban los camiones de Orbea.

Este cambio de mentalidad hizo que a la familia Orbea no le pareciera un disparate atreverse a fabricar bicicletas. "Llevaba años este medio de transporte triunfando en Europa", contextualiza Susana Domingo, profesora de estrategia y emprendeduría de la Barcelona School of Management de la UPF. Además Orbea había demostrado saber trabajar muy bien los metales como el acero. "La experiencia y el conocimiento que habían adquirido durante años creando tubos para cañones de armas cortas les permitió firmar los mejores cuadros de bicicleta", asegura Domingo. En 1930, las ruedas de la primera bicicleta Orbea empezaron a girar.

Un camino con estremecimientos

El idilio de Orbea con el mundo del ciclismo fue total. La marca vasca encontró enseguida la complicidad de grandes iconos de este deporte, como Mariano Cañardo. Él fue uno de los nombres más destacados que se añadieron al equipo que la marca montó para competir en la primera Vuelta a España, en 1935. Pedalando una Orbea, Cañardo firmó la primera victoria de etapa de estas bicicletas y un segundo puesto en la clasificación general. Al año, Orbea ya tenía una plantilla de 1.000 trabajadores y colocaba unas 50.000 bicicletas en el mercado cada año.

Sin embargo, a finales de la década de 1950 el mercado de la bicicleta empezó a deshincharse. Ante las perspectivas que apuntaban hacia un bajón de la demanda, los directivos de la casa trataron de llevar a España un sistema innovador de ciclo, el Velosolex. Era una bicicleta que llevaba un pequeño motor instalado en la rueda delantera. La apuesta no sirvió para contener el pinchazo del sector. En 1969, la empresa entonces capitaneada por Esteban Orbea estaba tocada y hundida. Con la suspensión de pagos en la esquina, parte de los 1.500 trabajadores de la compañía convencieron al propietario de cederles la marca y continuar el legado de Orbea ellos mismos, constituidos en una cooperativa. Este golpe de manillar fue suficiente para reflotar el negocio. El 27 de diciembre de 1971, la cooperativa Orbea entró a formar parte de Mondragón Corporación Cooperativa, el segundo mayor grupo de economía social de España.

A partir de ahí, todo fue rodado. La nueva Orbea enfocó la producción hacia las bicicletas de alta gama y modelos como las bicicletas de montaña. En 1998 dio un salto al mercado internacional que resultó en filiales en países como Alemania, Austria, Portugal, Francia o Estados Unidos. En 2022 realizó récord de facturación: más de 400 millones de euros, con un 85% de las bicicletas vendidas en el extranjero. "Orbea es una marca que ha sabido adaptarse bien a los cambios de mercado", concluye Domingo.

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