Cómic

¿Por qué el autor Bill Willingham ha cedido al dominio público su obra más aclamada?

La serie 'Fábulas', del sello Vertigo, es uno de los cómics estadounidenses más populares de principios de siglo

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Fragmento de la cubierta de 'Fábulas. La saga completa'

BarcelonaDurante las últimas décadas, la gran lucha de los autores de cómic que trabajan para las grandes editoriales estadounidenses se ha centrado en obtener derechos de autor de sus creaciones, dado que editoriales como Marvel o DC tienen por costumbre apropiarse de la propiedad intelectual de todo lo que publican, privando a los creadores de obtener ningún beneficio de la explotación posterior de personajes o historias en series de televisión o películas. La injusticia es tan flagrante que, desde hace unos años, Marvel y DC se han visto obligados a abrir rendijas en esta política y han empezado a compensar de alguna forma –a veces ridículamente escasa– a los creadores de los personajes adaptados al cine y la televisión, y también han creado sellos especiales como Epic o Vertigo, donde los autores pueden retener la propiedad sobre las obras. Pero esta semana, uno de esos autores, el estadounidense Bill Willingham (Fort Belvoir, 1956), ha renunciado a sus derechos y ha puesto en el dominio público su premiada serie Fables (Fábulas en la edición traducida al castellano y publicada por ECC).

Fábulas, que Willingham empezó a publicar en el sello Vertigo de DC en 2001, fue uno de los cómics estadounidenses más aclamados de la primera década del siglo XXI y su palmarés suma una docena de premios Eisner en distintas categorías. La premisa de la serie es que los personajes de las fábulas clásicas tuvieron que huir de su mundo perseguidos por un enemigo y acabaron en el nuestro, donde viven de incógnito en un edificio de Nueva York y en un pueblecito en las afueras de la ciudad. Willingham reinterpreta en clave irónica a los personajes de las fábulas: el Lobo Feroz se ha reformado y ejerce de sheriff de la comunidad; Blancanieves, divorciada del Príncipe Azul, es ahora el ayudante del alcalde, etc. La mezcla de intriga criminal, fantasía y misterio causó sensación y enseguida se convirtió en la serie más popular de Vertigo desde los tiempos de Sandman y Preacher, y ha generado todo tipo de spin-offs, series alternativas, crossovers con otros personajes, videojuegos y, en dos ocasiones, ha estado a punto de convertirse en serie de televisión. ¿Por qué, entonces, renunciar a sus derechos de autor?

Tácticas de "guerra asimétrica"

Según Willingham, que ha publicado en su blog un comunicado al respecto, el motivo son las desavenencias cada vez más importantes con la editorial DC, con quien tiene un contrato para editar Fábulas. El guionista asegura que desde el primer momento la editorial ha incumplido numerosos plazos y obligaciones del contrato pero que, al menos durante los primeros años, la editorial estaba dirigida por "hombres y mujeres honestos y con integridad". Sin embargo, dice, en los últimos años han sido sustituidos por "una puerta giratoria de extraños sin ninguna integridad medible" que, a su juicio, tergiversan cada detalle del contrato a favor de DC y que, durante las negociaciones para celebrar el 20 aniversario con el retorno de la serie, le plantearon un modelo de contrato que, automáticamente, revertía la propiedad de la obra a DC. "Cuando eso no funcionó, su excusa fue «Perdona, pensábamos que la serie ya nos pertenecía»", recuerda el autor.

La paciencia de Willingham se agotó cuando los directivos de DC admitieron que ellos entendían que no tenían que pagarle nada por la adaptación a videojuego de Fábulas y, sobre todo, cuando intentaron que firmara un acuerdo de confidencialidad para prevenir posibles demandas. Ante la dificultad de litigar con una gran corporación como DC, propiedad de Warner Discovery ("Incluso si ganara me costaría mucho dinero y años de mi vida, y ya tengo 67", reflexiona Willingham), el autor ha decidido luchar contra la editorial inspirándose en "los principios de la guerra asimétrica". "Lo único del contrato que los abogados de DC no pueden reinterpretar a su beneficio es que yo soy el único poseedor de la propiedad intelectual. [...] Por tanto, he decidido regalarla a todo el que la quiera. Si no puedo evitar que caiga en malas manos, al menos puedo hacer que caiga en muchas buenas manos", explica.

¿Qué implica renunciar a la propiedad intelectual de Fábulas? Según Willingham, que ahora cualquiera tiene el derecho de producir películas, series o libros adaptando las historias de Fábulas, producir nuevos cómics, series, libros o películas a partir del universo creado por el autor o incluso vender juguetes de Fábulas. "Podéis hacer lo que queráis con la propiedad, porque es vuestra", afirma, y asegura tener muchas ganas de leer todas las nuevas versiones que puedan surgir: "No necesitáis mi permiso [...] y tampoco el de DC, porque no firmasteis el contrato que yo sí firmé con ellos".

Un movimiento sin precedentes

El caso de Willingham no tiene apenas precedentes en el mundo del cómic estadounidense, sobre todo considerando la importancia de la obra. DC aún no ha reaccionado al comunicado del autor, pero según la abogada Cristina Calvet, especialista en derechos de autor, "es cien por cien seguro que la editorial se enfrentará a ella judicialmente". "Todo depende de lo que diga el contrato, me falta información, pero es posible que el autor haya incumplido alguna cláusula", dice Calvet, que se inclina a creer que el gesto de Willingham "va en la línea de ejercer presión sobre el editorial para modificar los contratos u obtener algún beneficio", y recuerda el caso de una demanda laboral del grupo Café Quijano que no tenía cimientos pero que sirvió para cancelar un contrato leonino con la discográfica Warner.

Calvet no conoce casos similares al de Willingham en España, pero dice que no sería complicado que un autor importante "que conservara sus derechos patrimoniales sobre la obra" los cediera al dominio público. "Se puede hacer a través de plataformas como Creative Commons, estableciendo las condiciones en las que alguien podría utilizar y transformar la obra, pero sin obtener retorno económico alguno", explica la abogada. Para ella, lo más probable es que Willingham reciba una demanda civil de DC y que le acusen "incluso de mala fe contractual". Sea como sea, un caso tan curioso será seguido con interés por toda la industria del cómic, así como por creadores de otros medios privados injustamente del control sobre su obra.

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