Los 'baby boomers', los grandes perjudicados

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Trebaladors en activo una imagen de archivo

-Hace tiempo que el sistema de pensiones está en entredicho. El paro estructural de la economía española, mucho más elevado que la media europea (y agravado por las dos últimas crisis, junto con la progresiva precarización del mercado de trabajo de las últimas décadas, que ha perjudicado no solo a los trabajadores sino también a las aportaciones a la Seguridad Social), ha llevado el sistema de pensiones a una situación insostenible en el tiempo. A esto hay que añadir dos factores más. Uno, evidente, es el alargamiento de la esperanza de vida: muchas personas viven 30 o más años una vez jubiladas. El otro factor es el hecho de que la generación del baby boom, que en Catalunya y España es la de los nacidos entre finales de los años 50 y principios de los 70, se acerca ahora masivamente a la edad de jubilación, cosa que ha hecho definitivamente imprescindible la necesidad de actuar antes de que haya un colapso. Ya no vale seguir chutando la pelota adelante. El problema ya lo tenemos encima, toca afrontar la situación. Y Europa se ha puesto seria. Por todo esto, la reforma que ahora ha presentado el gobierno español no puede sorprender a nadie. Estábamos avisados.

Las prejubilaciones que se han vivido hasta ahora, en algunos casos en edades muy jóvenes y con condiciones muy beneficiosas, pronto pasarán a la historia. Y los trabajadores que hasta ahora las han pagado con sus impuestos no podrán disfrutar en ningún caso de condiciones equiparables. El ministro de Seguridad Social, José Luís Escrivá, ha sido muy crudo a la hora de expresarlo: los baby boomers tendrán que alargar su vida laboral o, si no, aceptar cobrar una pensión más baja. De hecho, el propio Escrivá, nacido en 1960, forma parte de esta generación de perjudicados. El mecanismo que establezca esto todavía se tiene que pactar con los agentes sociales. En todo caso, parece que no hay marcha atrás para que los baby boomers tengan que hacer un esfuerzo en forma de más años de trabajo o una renuncia en forma de una jubilación más baja.

La medida tiene que servir para parar el golpe, pero por sí sola no solucionará el futuro del sistema de pensiones si al mismo tiempo no hay un cambio en el mercado laboral en dos sentidos: por un lado, se tiene que hacer bajar el paro y, por el otro, se tiene que conseguir hacerlo con trabajos de calidad, bien pagados y que, por lo tanto, con sus aportaciones impositivas abastezcan a la Seguridad Social. Es en esta doble vía que tiene sentido el plan de choque presentado por el gobierno catalán, que destinará la cifra récord de 917 millones de euros para políticas de ocupación, pensando especialmente en las mujeres, los jóvenes, las personas de más de 45 años y los colectivos vulnerables. Es un plan ambicioso contra el paro, que quiere llegar a medio millón de ciudadanos y que incluye acciones de formación y apunta a la transformación del modelo productivo. El dinero saldrá de la UE, del Estado y de la propia Generalitat. Solo con una economía saneada, desterrando el paro estructural y creando puestos de trabajo de futuro se garantizará el sistema de pensiones y quizás se podrá revertir un día el agravio comparativo para los baby boomers.

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