Homenotes y danzas

El banquero que vivió un ascenso continuado sin ningún paso en falso

Neto de un notario e hijo de un administrativo, Evarist Arnús supo levantar un exitoso negocio de banca desde cero

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Evarist Arnús Ferrer 1820-1890

Que alguno de sus biógrafos asegure que a Evarist Arnús se le conocía como el Rothschild catalán da una idea de cuál era su peso y su reconocimiento social en el país durante sus años de éxito, en la segunda mitad del siglo XIX. No ha sido posible contrastar esta tesis, pero lo que sí es seguro es que Arnús fue el palo de pajar del sistema financiero catalán durante el período mencionado y que era un personaje lo suficientemente popular para que todo el mundo se le acercara a pedir orientación para los suyos negocios.

A diferencia de otro banquero legendario de la Cataluña de la época, como fue Manuel Girona Agrafel, Arnús no heredó ningún negocio y, de hecho, en una generación su familia había retrocedido en escala social, porque su abuelo era un notario de origen francés bastante bien posicionado, mientras que su padre no pudo mantener el legado y acabó haciendo de administrativo en el mundo municipal.

La constatación de la precaria situación económica de la familia es el hecho de que Arnús estudió en los Escolapios, pero formando parte de la cuota de educación gratuita que ofrecía el centro. Como el padre, empezó la actividad profesional en el ámbito municipal, pero el verdadero punto de ignición de su carrera fulgurante fue en 1846, cuando logró una plaza de corredor de cambio después de tres años de prácticas en el despacho de Daniel Bastons. Los corredores de cambio eran lo que años más tarde serían conocidos como agentes de cambio y bolsa, o sea, quienes cobraban por hacer de intermediarios en operaciones en los mercados financieros. Al cabo de un par de años de ejercicio ya ocupaba un puesto a media tabla del ranking de ingresos por operaciones, y en 1862 era ya el líder absoluto. Esto resume bastante bien su trayectoria: un ascenso continuo hacia el éxito sin ningún descalabro de por medio.

En 1846, coincidiendo con la obtención de la plaza de corredor de cambio, y con la estabilidad profesional que ello implicaba, contrajo matrimonio. Se casó con Rita Comas Cañas, hija de un importante propietario de Barcelona y hermana de un banquero, lo que probablemente le abrió las puertas de los círculos de poder de la ciudad. Sin embargo, aquel matrimonio duró poco a causa de la muerte de la esposa. Cuatro años más tarde se casó en segundas nupcias con Balbina Oliveras Comerma.

Durante la década de 1860 su despacho, que ya se había convertido en casa de banca, fue el más importante del país. Su estrategia inversora, basada en destinar un tercio del capital al mercado inmobiliario, un tercio a deuda de entidades solventes y un tercio a inversiones de mayor riesgo que podían ofrecerle plusvalías cuantiosas, fue bastante conocida en aquellos momentos. El liderazgo de Arnús fue fundamental para que todo el sector de los activos negociados públicamente abandonara la Lonja de Mar, mercado tradicional en Barcelona y verdadera imagen del Antiguo Régimen, y pasara a disponer de un local propio en exclusiva. El emplazamiento elegido fue un palacete en la calle Avinyó que sería conocido como el Bolsí.

El complemento a los logros profesionales fue su vertiente filantrópica, dado que dedicó una gran cantidad de tiempo y de dinero a las obras de caridad y al mecenazgo de proyectos culturales. Uno de los lugares preferidos para realizar sus obras benéficas fue Badalona, ​​porque había vivido de pequeño, hasta que la familia perdió la casa que poseía. Hoy la ciudad costera le recuerda con varios espacios públicos que llevan su nombre. Y tanta popularidad acabó empujándole a asumir cargos políticos, como solía ocurrir con los burgueses de la época.

Cuando murió, en 1890, se encontraba en el punto más álgido de sus negocios, una prueba más de que su carrera fue un ascenso continuado sin ningún paso en falso que le hiciera perder pie. Entre los descendientes y familiares que continuaron con los negocios cabe destacar el sobrino, Manuel Arnús Fortuny, y el nieto, Gonçal Arnús Pallós, que encabezaron dos entidades bancarias surgidas del negocio familiar, la Sociedad Anónima Arnús-Garí y la Banca Arnús.

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