El proyecto de Koeman llega a su punto final en Vallecas (1-0)
Una nueva derrota ofreciendo una imagen triste provoca la destitución del técnico neerlandés
BarcelonaRonald Koeman se quedó sin crédito en Vallecas. Una nueva derrota ofreciendo una imagen muy pobre acabó con la paciencia de Laporta, que decidió echarlo de madrugada, como suele ocurrir en un club donde no se duerme. La paciencia tiene un límite, por supuesto. Vallecas vio a un equipo en números rojos que empieza a entregarse al triste destino de que su techo sea ser el cuarto clasificado de la Liga. El Rayo Vallecano le demostró al Barça de Koeman cómo se lidera un proyecto desde el banquillo. Con una idea clara de juego, el equipo madrileño se comió la moral de un Barça desdibujado que sigue cayendo montaña abajo. Y el final todavía no se puede ver. El Barça es un alma en pena, un equipo triste que siempre acaba los partidos recurriendo a los recursos de los equipos pequeños. Centradas a Luuk De Jong y Piqué. Y no rendirse. Poca cosa más.
La enésima temporada de transición se transforma poco en poco en una tortura, donde ni tan solo jóvenes como Nico consiguen invertir la tendencia negativa del proyecto de un Ronald Koeman eternamente discutido. El neerlandés decidió ponerse en manos de Coutinho en un partido más importante de lo que parecía, pero no funcionó. Como era previsible. El brasileño, como esos hijos de familias ricas que siempre tenían una nueva oportunidad para intentar superar los exámenes que se emperraban en suspender, sigue disfrutando de todas las ocasiones del mundo para hacerse perdonar. La primera víctima de sus pecados es él mismo, convertido en un brasileño triste, cuando todo el mundo espera una risa descarada. Un jugador que arrastra la cruz de los millones que costó, como si fuera una carga de monedas de oro en su espalda que lo hace jugar más lento, sin poder burlar a ninguna defensa. Koeman, intentando ofrecerle la redención y pidiéndole que de paso lo ayude a él, lo hunde cada vez más. En Vallecas, de nuevo, su partido fue intrascendente.
Perder siempre duele. Hacerlo en según qué escenarios, todavía más. Cada vez que el Barça juega en Vallecas, dos mundos chocan. El estadio más viejo de la Liga, en una barriada obrera, con un montón de jugadores con sueldos bajos que han pasado muchos años en Segunda. Delante, el Barça, con su fama, su gloria, sus estrellas. Pero de vez en cuando, el fútbol es un deporte tan democrático que los pobres pueden colgarse de la barba de los ricos con un tono burlón, derrotándolos. Y el Rayo Vallecano de Andoni Iraola es un producto de autor, un equipo que sabe qué quiere ser de mayor. Con una idea muy clara de juego, la del técnico vasco. El Barça de Koeman, en cambio, cuesta saber qué es, más allá de un barco a la deriva mareado tanto por los jugadores, emperrados en fallar goles claros, como por un técnico sin una hoja de ruta y también por una directiva que no se acaba de decidir con el futuro del técnico neerlandés. Tal como pasó contra el Real Madrid, el Barça generó algunas ocasiones de gol, pero la puntería brilla por su ausencia. Y, muchas veces, la puntería va relacionada con la confianza. El problema no es solo táctico. También es mental.
Y un poco de mala suerte, cómo no, puesto que entre el calendario y las lesiones algunos de los jugadores que tendrían que guiar el proyecto caen lesionados, como Pedri y Ansu Fati. El delantero cayó de la convocatoria el mismo día que tocaba viajar hacia Madrid, donde esperaba un Rayo dispuesto a disfrutar de su momento de protagonismo, superando al Barça tanto en una idea de juego como en la clasificación. Mirar la clasificación duele tanto como ver el juego del Barça, por instantes. Un equipo que se hunde y todavía no ve el final del pozo. Si el Barça duele es porque sabes que todavía puede ir a peor. Y porque cuando Falcao aprovechó un grave error de Sergio Busquets para romper la cintura de Gerard Piqué, no era una sorpresa. No hace tanto, algunos goles en contra cogían desprevenidos a los aficionados. Ahora, es una cuestión de tiempo esperar el error defensivo del equipo.
Memphis, ni de penalti
En Vallecas, Koeman dio descanso a Gavi, encomendándose a otro jovencito, Nico. El gallego fue de las pocas noticias buenas de un equipo en el que por suerte, en medio de la oscuridad, siempre hay un motivo para creer. Nico ofreció al Kun y Dest dos ocasiones para marcar, pero, si fueran pistoleros del far west, los delanteros del Barça acabarían con las botas por delante. El primer chut entre los tres palos del Barça, de hecho, fue el penalti forzado por Memphis a los 74 minutos, en el primer error defensivo claro del Rayo. Pero el delantero neerlandés, que ha perdido la confianza y la risa que tenía cuando debutó contra la Real Sociedad, vio cómo Dimitrievski, el ex portero del Nàstic, le negaba el gol del empate. En Vallecas, contra un rival modesto, el Barça no consiguió crear mucho peligro después. Koeman, desafiante, afirmó que no estaba preocupado por el juego del equipo. Un último acto de servicio, ya que Laporta sí estaba preocupado. Tanto, que dio un giro de guion y lo echó.