Berketex: la empresa quiebra que plantó 300 novias en el altar
Cuando Liz Moseley se despertó el jueves 15 de noviembre del 2018 y leyó la noticia, no podía creérselo. "Estoy totalmente en choque y muy desanimada", corrió a publicar en Facebook. Quedaban pocas semanas para que esta ciudadana inglesa subiera al altar y Berketex, una histórica firma de trajes de novia del Reino Unido, acababa de declararse en suspensión de pagos. “He hablado con ellos y, aunque pagué el vestido en agosto, me han dicho que no lo tendré porque ni siquiera han empezado a confeccionarlo”, explicó a través de la red. En Twitter, Vicky Brown, una alta novia plantada por Berketex, también estaba furiosa. “No tengo mi vestido, he perdido 2.000 libras y ahora tengo que buscar otro a toda prisa”, explicaba.
Como ellas, unas 300 novias que debían casarse durante el otoño del 2018 en el Reino Unido vieron cómo de repente se quedaban sin traje. El escándalo fue mayúsculo y medios como The Guardian y la BBC no tardaron en hacerse eco. Pero el cierre se veía por venir. “Una semana antes del anuncio de bancarrota visité la tienda para realizar unos últimos retoques en el vestido y ya noté que había algo que no iba bien -relató una ciudadana escocesa a la BBC-. Parecía como si me escondieran información”, recordaba. Los números llevaban tiempo sin cuadrar y la empresa había dicho a su personal que no aceptaran nuevos encargos. El mismo día que se anunció la bancarrota la empresa descolgó su página web y, al cabo de unos días, emitió un breve comunicado a las redes sociales: “El director de la empresa quiere expresar sus más sinceras disculpas por el abrupto cierre y las molestias que está causando a las consumidoras”, se decía. Asimismo explicaba que, para las reclamaciones, debía contactarse directamente con Wilson Field, el administrador concursal que se haría cargo de gestionar la empresa.
La empresa arrastraba problemas de liquidez”, analiza Susana Domingo, profesora de estrategia y emprendimiento de la Barcelona School of Management de la UPF. Pese a haber vestido a las novias del Reino Unido durante más de medio siglo y haberse coronado como la empresa reina del sector con quince tiendas propias en el país y ochenta empleados, la facturación había ido bajando cada año. Las últimas cuentas presentadas por la compañía, del 2017, demostraban sufrir un déficit de activos de casi 7 millones de libras, un ingrediente que suele formar parte de cualquier bancarrota. De hecho, tal y como reveló The Observer, si tardó aún nueve meses en cerrar fue gracias a un préstamo de 2,5 millones de libras proveniente de la compañía Topvantage Group, también propiedad del director de Breketex y con sede en las islas Vírgenes Británicas, un paraíso fiscal.
Pero de dónde los vendían los problemas de liquidez? “Berketex es un claro ejemplo de lo difícil que es para empresas con años de historia adaptarse a las nuevas demandas y hábitos de los consumidores”, explicó a los medios un portavoz del administrador que condujo el cierre de la compañía . Domingo lo corrobora: “No se supieron adaptar a la omnicanalidad, a la nueva forma de celebrar las bodas -con formatos más festivos que ceremoniales- ya la demanda de trajes más sencillos y low cost ”, resume. Al mes, una casa de subastas puso a la venta 20.000 trajes de la firma y cientos de pares de zapatos.
La lección
La empresa, que creció durante cincuenta años gracias al aumento del gasto en la celebración de bodas, «no se adaptó a la omnicanalidad, no reaccionó correctamente a la nueva forma de celebrar bodas -con vestidos más de cóctel- y sufrió con la aparición del 'low cost'», resume Susana Domingo, profesora de la BSM-UPF.