Carles Capdevila: "Regalo este premio a la madre que me parió"

Discurso íntegro pronunciado por el director fundador del ARA al recoger el Premio Nacional de Comunicación

El director fundador de l'ARA rep els aplaudiments dels assistents a l'acte de lliurament dels premis nacionals de Comunicació
Ara
14/11/2016
6 min

"Hola a todos. Me ha hecho mucha gracia que me dijeran que hablara sólo 2 minutos. Se nota que no me conocen. Darle a alguien el Premio Nacional de Comunicación y no dejarlo hablar a gusto no es un premio, es un castigo. Si fuera el Premio Nacional de Mimo lo entendería pero éste, no. Si yo dos minutos ya los gasto sólo para decir que no haré dos minutos.

Estoy muy contento. Tengo mucha suerte, mucha. Ahora corro el riesgo de quedar chulo diciendo lo que voy a decir, pero es la tercera vez que recojo un Premio Nacional. Los dos primeros eran muy colectivos. Uno era en 'El Matí de Catalunya Radio', y Bassas dejó que la acompañara en el escenario, tal vez pensando que así le sacaría menos pifias en el APM. No lo conseguiste, pero te lo agradezco. El segundo lo recogí en nombre del ARA, en la categoría digital. Eran colectivos, pero yo los sentía muy míos, había dejado la piel en los dos proyectos. El de hoy es curioso porque es muy mío, lleva mi nombre, y lo siento poco mío, lo siento de mucha gente.

Lo siento los lectores y sobre todo de los suscriptores que se hicieron antes de que saliéramos hace seis años. Gracias, nos levantamos cada día a hacer el diario para vosotros, sois los auténticos dueños.

Siento que el premio es de la redacción del ARA, a la que nunca agradeceré bastante su compromiso, generosidad y energía para levantar este proyecto loco que hoy es una realidad gracias a ellos. Os quiero.

Y como me lo dan por llevar la educación y la vida cotidiana a los medios, siento que el premio es mucho de los maestros, y las enfermeras, y los educadores y trabajadores sociales, y los voluntarios, monitores de colonias, y los científicos y la gente de la cultura y los emprendedores sociales y todos los trabajadores del Tercer Sector. Son mi tema preferido, la gente que admiro, es un honor poderme considerar su portavoz, y me emociona cómo lo celebran cada vez que recibo un premio, como si fuera suyo. Y tienen razón. Regocijaos como si fuera vuestro, porque es bien vuestro.

Y quiero aprovechar el premio que dice que me dan por la ética y la dignidad, que esto es exageradísimo y peligroso, porque nos hincha el ego y demasiado hinchado que lo tenemos ya los periodistas, para decir que lo vivo sólo como un adelanto, como una responsabilidad, como una guía de lo que debería ser, como una invitación a trabajar cada vez con más ética y dignidad para terminar de ganarme el premio del todo, y a trabajar duro y cada día para promover la ética y la dignidad, la vida y el periodismo.

Y por eso necesito deciros 5 cosas, sólo 5. Numeradas.

Uno. El periodismo no es inocente. Los periodistas cuando nos conviene vamos de 'guays' y defendemos nuestra influencia, pero cuando el mundo va hacia el desastre, como ahora, disimulamos y de forma hipócrita decimos que somos simples espejos de lo que pasa. No es eso, compañeros. Somos cómplices, de este mundo mediático que da voz al que llama más, donde es más fácil salir en la tele a hacer el idiota que salir por tu preparación. Debemos asumir la responsabilidad y hacer medios bien educados y educadores, bien intencionados, que filtren la mentira y no se conformen con un espectáculo de sí o no, sin matices, disfrazado de información y análisis.

Los medios debemos defender la cultura por encima de la incultura. No sabemos el nombre de los científicos que nos salvarán la vida porque ocupamos la memoria sabiendo el nombre de tontos que fomentan lo peor de la conducta humana. Es culpa nuestra, basta de decir que es lo que quiere la audiencia. Hay pruebas de que se puede llegar a mucha gente haciendo productos de calidad, que alimenten la mente y el alma en lugar de intoxicar y excitar lo peor de la gente. Lo que pasa es que para hacer eso es necesario más esfuerzo, más talento, más trabajo. Pues hala, a currar y no a ser altavoz de llamativos, arrogantes, estafadores, poderosos prepotentes y mentirosos.

Dos. El periodismo está en medio entre los poderes y las personas, y nos hemos equivocado porque nos hemos acercado más a los poderes que a las personas. Nos estamos olvidando de hablar de la realidad de cada día mientras convertimos en protagonistas absolutos a este circo de famosillos, tertulianos y declaraciones políticas, una jaula de grillos, una gran tertulia global que es un teatrillo sobreactuado, una farsa que cansa. Y a los periodistas que nos va bien, los afortunados que tenemos trabajo y tribunas y nos dan premios, caemos en la tentación de considerarnos parte de los elegidos, de la élite, en lugar de asumir que nuestro sitio es ser portavoces de las personas. Y sobre todo de las personas que sufren. Y por lo tanto cuanto más lejos de los que las hacen sufrir, mejor.

Tres. Reclamo más verdad en los medios. Y sobre todo menos mentira, y menos ficción y menos sobreactuación y menos cinismo. Tenemos que ser más humildes y autocríticos, abandonar los palcos VIP y los reservados de restaurantes y pisar más la calle o las salas de espera de los hospitales o los barrios. Empezamos por las verdades íntimas, las de cada uno. Y explicamos el gran trabajo de toda la gente que cada día trabaja de forma artesanal para arreglar el mundo con las manos. Ellos no necesitan el protagonismo, por eso no lo buscan, no tienen gabinetes de prensa, no presionan, están demasiado ocupados, pero la sociedad sí necesita saber qué hacen, porque cuando sabes qué hace la gente que arregla el mundo, la mayoría voluntarios, recuperas la esperanza en la utopía que nos queda, una utopía que puede parecer de poca monta, la de las pequeñas revoluciones individuales de cada día hasta transformarlo todo.

Cuatro. Para avanzar debemos admitir dos verdades feas e incómodas. Los poderes, todos ellos, no soportan la libertad de prensa. Esta fue mi gran decepción durante los 5 años que dirigí el ARA. El descaro con que recibes presiones y amenazas indica una mala salud democrática. Los políticos se toman demasiado en serio lo que publicamos, el periodismo político cae demasiado en el juego del intercambio de favores, y los que nos gobiernan acaban obsesionados con qué decimos de ellos y le dedican demasiado tiempo y demasiadas energías. Las horas que tenía que dedicar a atender a alguien con poder por un breve de 5 líneas, pensaba: si este hombre me dedica tanto tiempo a mí y a esta 'chorrada', ¿cuando se dedica a trabajar al servicio de los que lo han votado? La libertad de prensa no se defiende hablando de ella, elogiándola, con bla bla bla. No hagamos doble discurso. Me ha felicitado gente por este premio que me hacía la vida imposible como director y conspiraba tanto como podía para que no fuéramos independientes. Basta de cinismo. La libertad de prensa la defendemos los periodistas no cediendo a presiones y deberían defenderla los poderes teniendo la dignidad de no fastidiar tanto. Los más descarados son los poderes económicos, valga la redundancia. Estos si te descuidas quieren poner ellos el titular y la foto, van muy sobrados. También quieren poner gobiernos, y siempre desde despachos oscuros. Son un peligro enorme para la democracia y la libertad. Por eso el periodismo necesita que los lectores paguen por los contenidos, sólo siendo independientes seremos útiles. Lo que pasa es que si no somos independientes no pagarán por los contenidos. Es la hora de ser valientes y coherentes.

Y cinco. Hay un colectivo que adoro y que es ignorado y silenciado por los medios. El de las personas que cuidan de las personas. He necesitado estar enfermo para descubrir a los enfermeros y -sobre todo- las enfermeras. Para mí eran igual de transparentes que para todos. Y ahora sé que el de mis queridas enfermeras, de las que aspiro a presidir el club de fans, es un colectivo que aguanta y humaniza la medicina y que demuestra cada minuto que cuidar es mucho más que curar.

Me interesa la gente que sufre y la gente que cuida de las personas. Educadores, voluntarios, personal sanitario. Y un montón de familiares. El cuidado de las personas suelen hacerlo las mujeres, es silenciado, poco valorado, no remunerado, o mal pagado. Los grandes presupuestos son militares y tecnológicos y financieros, en un mundo de testosterona, porque los poderes todavía son vergonzosamente machos y machistas, y para la actividad que nos hace más personas, la más importante, la imprescindible, cuidarnos unos a otros, poco dinero y ninguna relevancia pública. El tiempo que me quede como periodista lo quiero dedicar a estos héroes: las personas que cuidan de las personas, las que llamo "personas personas". Personas que se dedican a ser personas y cuidar personas.

Y termino diciendo que el premio lo acepto con entusiasmo y agradecimiento, pero lo quiero ceder a una persona que tengo muy a mano, que es un ejemplo de todo lo que he dicho, toda la vida ha estado al cuidado de las personas, es una mujer que sufre y que lucha, y es el ejemplo del poder absoluto del amor incondicional. Este premio lo regalo a la madre que me parió. Todo tuyo, mamá.

Gracias a todos por la paciencia estos dos minutos largos."

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