Xavier Rius Sant: "En Catalunya está la ultraderecha innovadora"
Periodista especializado en la extrema derecha
Xavier Rius Sant, periodista especializado en la extrema derecha, acaba de publicar Els ultras són aquí (Los ultras están aquí - Pòrtic), donde detalla los vínculos de Vox con Plataforma per Catalunya (PxC) de Josep Anglada, que fue la primera fuerza xenófoba en desembarcar en las instituciones catalanas.
El libro empieza con una cena entre Montserrat Nebrera y Josep Anglada en 2009. ¿Qué importancia tiene esta cena?
— Mucha, porque hay dirigentes que después desembarcarán en Vox. Jorge Buxadé se mantendrá en el PP, a pesar de seguir con entidades ultras y ser uno de los organizadores de esta cena, pero Joan Garriga, Santiago Gotor y Miguel Ángel Chiquillo, que son del sector nebrerista que ha perdido las primarias del PP, irán a PxC. Garriga y Gotor reclaman durante la cena que Nebrera sea la candidata de PxC por su escasa implantación en Barcelona, pero Anglada les respondió: "El líder soy yo". Ante su negativa, Nebrera funda Alternativa de Govern, que saca poco más de 2.000 votos. Ignacio Garriga y su prometida, Violeta Prat, irán en la lista, pero salen asustados con el falso vídeo porno de la candidata.
¿Los vínculos con nazis hacen que PxC no entre en el Parlament en 2010?
— Cometieron errores de manual. PxC estaba formada por aduladores de Anglada, y era un descontrol sin organización y con luchas internas. Anglada echa al empresario Pablo Barranco, a quién había nombrado como secretario general después de sufragar un par de actos en Barcelona, porque exige estar entre los cinco primeros. Barranco proponía que todos los representantes del partido hicieran el mismo discurso y que no hubiera cabezas rapadas en los actos.
¿Y no lo consigue?
— La última semana de campaña, Tv3 dio un minuto a los partidos extraparlamentarios, y mientras Anglada va diciendo que los inmigrantes se tienen que ir, la cámara enfoca la nuca de un cabeza rapada en el público que tenía tatuado White pride [Orgullo blanco] y un 88, por la octava letra del alfabeto, la hache, iniciales de Heil Hitler. Eso le quitó votos.
¿El Procés le da la última estocada?
— Hace que el eje identitario entre la gente de casa y de fuera pase a ser entre catalán y español, y hay dirigentes que creen que se tiene que ir hacia el medio, otros que se hacen independentistas y algunos que defienden que "España se una y no cincuenta y una" y PxC se va deshinchando. Cuando echan a Anglada, el partido se hunde. Afortunadamente.
Anglada dice que se quiere volver a presentar a las municipales. ¿Está amortizado o todavía tiene cuerda?
— El Procés provoca que pierda 3.000 votos en las municipales y solo 1.000 en las catalanas o españolas. Ahora con el Procés en otra situación, quizás se recuperará. En todo caso, en las últimas municipales Anglada no entró porque fue inhabilitado antes de los comicios por amenazar a un militante de Arran. La alcaldesa Anna Erra está haciendo una buena gestión y tiene poca oposición, pero en la calle sí que se la hace Anglada, que tiene un gran magnetismo, y ahora que el tema independentista no es central, tiene opciones.
¿Tendrá competencia?
— Aliança Catalana de Sílvia Orriols parece que quiere presentarse. En Ripoll hace tres años se presentó también Ester Gallego, ex-PxC en Manlleu, por Som Catalans, que defiende una Catalunya catalana, para fastidiar a Orriols. Si no se hubiera presentado el Front Nacional de Catalunya (FNC), habría obtenido dos regidores en Ripoll, porque Gallego recibió 250 votos. Las luchas cainitas de la ultraderecha españolista las han reproducido en Catalunya.
¿PxC es el modelo en el cual se refleja la ultraderecha española cuando logra 67 regidores en 2011 en las municipales?
— A diferencia de Europa, hasta hace poco no había ningún diputado verde o ultra en parlamentos autonómicos o en el Congreso. En Madrid, la ultraderecha franquista-falangista no evoluciona; en Valencia, está la anticatalana, y en Catalunya, primero la intelectual CEDADE, después PxC, que basa su discurso en la inmigración, y el Casal Tramuntana, que imita la Casa Pound. En Catalunya estaba la ultraderecha innovadora. Sabía que tenía que pasar página al franquismo.
Comenta que Vox es una escisión del PP en España y, en Catalunya, de PxC y de la ultraderecha clásica.
— Miremos de donde vienen dos diputados de Vox en Madrid. Juan José Aizcorbe estuvo a Fuerza Nueva y Juan Carlos Segura, en el Frente Nacional de la Juventud, una rama de Fuerza Nueva que apostaba por la acción directa y que fue condenado por tirar cócteles molotov a la sede de UCD y quemar la figura del rey del Museo de Cera de Barcelona. En el Parlament, algunos vienen de PxC como Joan Garriga o Mónica Lora y el asesor Jordi de la Fuente. Vox en Catalunya es la ultraderecha clásica. En España son gente de Hazte Oír y militantes del PP descontentos con Rajoy porque lo ven débil con la memoria histórica, el matrimonio gay y el aborto. El PP lleva al TC estas leyes, pero cuando gobierna solo deroga el aborto sin consentimiento materno a los 16 años, pero deja la ley de plazos.
Sin hacer de acusación en el juicio del Procés, ¿Vox no habría desembarcado en las instituciones?
— Vox no dejaba de ser testimonial, pero cuando descabezan a Manos Limpias, que había sido acusación popular con el 9-N, Ortega Smith tiene las manos libres para presentar denuncias con el 1-O y empieza a adquirir cuota en los medios. Con la moción de censura a Rajoy todo se le pone a favor.
Y eso que Vox no tenía pensado presentarse a las andaluzas.
— Después de la moción, Vox organiza actos en Barcelona y Madrid que desbordan todas las previsiones y se acaban presentando y sacan 12 diputados. Los pactos en Madrid y en Murcia les dan un impulso.
¿Feijóo puede revertir la fuga de votos hacia Vox?
— Para trabajar en la administración pública en Galicia se requiere el gallego como requisito o mérito, veremos como gestiona Feijóo esta cuestión de la cual Vox hace bandera.
¿Ha tocado techo Vox en España y en Catalumya?
— Es imprevisible. Habrá que ver cómo aguanta Pedro Sánchez sus contradicciones con Podemos, y qué discurso hace Feijóo. La ultraderecha ha entrado en las instituciones con un discurso populista con respuestas fáciles a temas complejos a las que los partidos tradicionales no las saben dar.