Homenotes y danzas

Consejero de tres monarcas y salvador de la libra esterlina

El financiero Thomas Gresham fue el padre de la bolsa de Londres, modelo que importó de Flandes

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Thomas Gresham 1519-1579

Si en 1992 un financiero de origen húngaro de nombre George Soros logró enriquecerse a base de derrumbar la libra esterlina, cuatrocientos treinta años antes un hombre de negocios inglés había conseguido justo lo contrario, sacar la libra de un profundo bache llamadola gran devaluación gracias a su talento y conocimiento de los mercados.

El hombre conocido como The Golden Grasshopper [el Saltamartí Dorado] vino al mundo en una familia influyente de Londres, no en vano su padre era un comerciante acomodado, ordenado caballero, agente del rey Enrique VIII y alcalde de la capital inglesa. Después de cursar estudios en la Universidad de Cambridge y de hacer de aprendiz en la casa comercial de su tío, dio el gran paso al entrar como miembro de pleno derecho en The Mercers Company (1543), una importante sociedad comercial inglesa, pero también un centro de networking, un club privado y un artefacto a medio camino entre el gremio y el colegio profesional. Hoy en día esta sociedad –que sigue operando con normalidad– considera a Gresham uno de los miembros más destacados que ha tenido en su larga historia. El trabajo dentro de esta sociedad le llevó a vivir a Amberes, verdadero centro neurálgico del comercio y las finanzas internacionales de la época en Europa.

Desde Flandes gestionaba los negocios familiares vinculados a la industria de la lana inglesa ya la ropa manufacturada de los Países Bajos. Más tarde, y por necesidades de mercado, el negocio se amplió hacia los metales, donde logró una gran fortuna.

En su periplo flamenco defendió los intereses financieros de la monarquía inglesa y llegó a ser asesor de tres reyes diferentes: Eduardo VI (Gresham fue nombrado agente real en 1551), María I y Isabel I, con un pequeño paréntesis en el que fue despedido durante el mandato de María I.

La operativa de Gresham consistía en colocar deuda de la Corona británica en el mercado flamenco, donde se captaban capitales internacionales. Fue en esa época en Amberes cuando llevó a cabo su operación de mayor envergadura y por la que sería recordado siempre. Tal y como decíamos desde el principio, su intervención fue clave para que se recuperara el valor de la libra esterlina después de un largo período de depreciación. El mecanismo que empleó parte de un razonamiento ya conocido en su tiempo que hoy se estudia en todas las facultades de economía bajo el nombre de ley de Gresham. El postulado se resume en que la moneda mala expulsa a la buena, dado que las monedas con mayor contenido de metal noble son atesoradas por la gente, mientras que las más deterioradas son las que realmente se utilizan para los intercambios comerciales. La libra esterlina no paraba de perder valor por este motivo y Gresham en 1560 propuso una solución imaginativa: limitar las proporciones de metales nobles a las monedas en circulación para minimizar su peso, operación con la que logró reducir el coste de acuñar moneda y restaurar el prestigio internacional de la divisa británica. Poco antes ya había sido ennoblecido como caballero por sus servicios en la Corona.

Consolidado ya como asesor de los Tudor, en 1567 se volvió a establecer en la capital británica. La muerte de su hijo –y único heredero masculino– en un accidente de equitación le empujó a crear un fondo con parte de su patrimonio para hacer obra para el bien común. De ese propósito surgió una idea clave: constituir en Londres una bolsa como la que había conocido en la capital flamenca. Dicho y hecho: presentó el proyecto bajo la denominación de Royal Exchange y lo financió en su totalidad. En 1571 el edificio era inaugurado por la reina. También dejó para la posteridad el célebre Gresham College, que se financió a partir de éste mismo con fondos que él había proporcionado para cuando hubiera muerto.

Su intensa carrera en el mundo de las finanzas le convirtió en uno de los hombres más ricos del Reino Unido de su tiempo; algunas fuentes incluso extienden esta categoría al continente europeo. La muerte le llegó de forma repentina, en lo que se cree que fue un ataque de heridura, cuando tenía sesenta años de edad.

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