Sequía

Cortar árboles en las cabeceras de los ríos: la apuesta del Gobierno por obtener más agua

La actuación, que empezará en el Ripollès, permitiría ganar el equivalente de agua al consumo de 2.740 personas

La finca donde se realizarán los trabajos de gestión en Molló.
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EspinabelCortar uno de cada cuatro árboles de los bosques situados en las cabeceras de las cuencas para aumentar el agua que llega a los ríos y acuíferos. Es la propuesta del departamento de Acción Climática que el próximo mes empezará a aplicar en la Montaña de Molló (Ripollès). "Los bosques con muchos árboles impiden que el agua llegue a los ríos", explica la directora general de Bosques y Gestión del Medio del departamento de Acción Climática, Anna Sanitjas. "Por un lado, porque consumen una gran cantidad de agua y, por otro, porque dan un efecto paraguas. Es decir, la lluvia se queda en las copas y se evapora, se pierde", añade. Y no sólo eso: los árboles compiten entre sí para obtener la poca agua disponible y crecen más débiles a incendios, ventoleras o plagas.

Es el caso del bosque público de Molló, situado en la cabecera del río Ter, de una densidad de 2.000 pies por hectárea. "Los árboles compiten entre sí, interceptan y consumen mucha agua", detalla Sanitjas. Es por eso que se ha seleccionado esta zona para empezar los trabajos forestales en 61 hectáreas: la retirada de uno de cada tres o cuatro árboles repercutiría directamente en los niveles de agua del Ritort, un afluente del Ter a la altura de Camprodón. "En esta zona, de elevada densidad, los árboles consumen un 50% de la lluvia. Si hacemos una gestión sostenible consumirán un 40%, y un 60% del agua que llueve llegará al río, en vez de un 50%", detalla la investigadora del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC), Maria González. La experta añade: "Sólo con las hectáreas que gestionaremos, en un año de precipitación media, conseguiremos 0,1 hm³ más de agua al año que podemos aprovechar. Esto equivale al agua que necesitan 1.370 personas durante este período ". Es decir, si en Camprodon viven aproximadamente 2.000 habitantes, se garantizaría el agua para la mitad de la población durante un año. Además, según Sanitjas, los trabajos forestales no sólo favorecerían al agua, sino también "todo el ecosistema".

El bosque de Molló no será el único donde se llevará a cabo la actuación. De hecho, Catalunya tiene 1.200.000 hectáreas de bosques y si se gestionara un 25% de esta superficie de forma sostenible, en un año de precipitación media "se podrían llenar todos los embalses del país", detalla la directora general de Bosques. Por poner un ejemplo concreto: si se hiciera esta gestión al 72% del bosque que rodea y drena el embalse de Sau, se podría llenar el embalse dos veces (se conseguirían 326,4 hm3 al año). Partiendo de esta premisa, el Govern está seleccionando bosques públicos que disponen de planes de gestión forestal y donde hay que actuar con "celeridad" –como los situados en el Solsonès y en la Garrotxa– y se plantea "nuevas líneas de presupuesto" para promover la gestión forestal ecohidrológica en zona privada. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que en la definición de zonas estratégicas también intervienen otros criterios, recogidos en la metodología desarrollada por el CFTC. Por ejemplo, la pendiente del bosque, la erosividad del suelo (aquellas zonas donde el riesgo de erosión es elevado quedan excluidas) y de la lluvia, y porcentaje de cobertura vegetal.

La ingeniera forestal del departamento de Acción Climática Tania Giró, midiendo un árbol

Una vez escogido el lugar, antes de la actuación forestal es necesario realizar un marcaje de los árboles a talar. "Se dejan a los que son más vigorosos, es decir, a los que viven en mejores condiciones. También se favorecen las especies que han surgido de forma esporádica y se intenta que haya una distancia más o menos regular entre los árboles", detalla Tània Giró, ingeniera forestal del departamento de Acción Climática. De esta forma se consigue que el árbol esté más sano y tenga más recursos para sobrevivir. "Es como si vas a un buffet libre y estás tú solo", ejemplifican desde el CTFC. De forma paralela, los investigadores del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña utilizan sensores de flujo de savia (que permiten medir la circulación del agua dentro de la rama del árbol) y de humedad del suelo para comparar las diferencias entre una zona donde se ha realizado gestión forestal y otra donde no se ha realizado. "Esperamos ver los resultados rápidamente", afirma Sanitjas, aunque avisa de que "no es la solución a la sequía". "Es una respuesta basada en la naturaleza para tener más agua en el país", resume.

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