TECNOLOGÍA

El desconocido mercado de trabajos 'low cost' de Amazon

Amazon Mechanical Turk forma parte de la ola tecnológica que ha sacudido las relaciones laborales

El desconegut mercat de feines ‘low cost’ d’Amazon
Paula Solanas
29/04/2019
3 min

A finales del siglo XVIII, el noble húngaro Wolfgang von Kempelen dejó boquiabierto al público con su invento, el turco mecánico, un autómata que jugaba a ajedrez y podía vencer a cualquier oponente. La máquina consistía en el maniquí de un hombre con turbante situado encima de un armario con un tablero de ajedrez y un mecanismo que movía todo el entramado. Como mínimo lo parecía a simple vista, cuándo Von Kempelen enseñaba su prodigioso invento a los espectadores. El secreto del turco mecánico, sin embargo, es que dentro se escondía un experto jugador de ajedrez que —con la ayuda de una serie de imanes— era quien realmente ganaba las partidas en lugar del maniquí. Con este truco, Von Kempelen consiguió convencer a la gente de que la inteligencia artificial era capaz de jugar mejor que los humanos, cuando todo era una ilusión.

Siglos después, esta historia también ha inspirado a la principal empresa de comercio electrónico del mundo. En el 2005 nació Amazon Mechanical Turk, un mercado de trabajos que recuperaba la idea del autómata de Von Kempelen: puede parecer que son pequeñas tareas automatizadas, pero detrás hay un ejército de personas que trabajan desde casa a cambio de unos cuantos céntimos de euro. Es lo que el sector denomina crowdsourcing, trabajos simples pero que requieren la inteligencia humana y que una máquina no puede realizar sola. Amazon las bautiza con el nombre de HIT (tareas de inteligencia humana, según las siglas en inglés) y pueden ir desde completar una encuesta hasta distinguir colores, describir una fotografía o transcribir un fragmento de audio. “Permite a individuos y a negocios utilizar la inteligencia humana para llevar a cabo tareas que los ordenadores son incapaces de hacer actualmente”, aseguran desde Amazon.

Para empezar la incursión en este universo de microtareas solo hay que responder un breve cuestionario, en el cual la plataforma valida en qué país vive el usuario para saber dónde pagará los impuestos. A partir de aquí, la remuneración empieza con un mínimo de un céntimo de euro y, aunque se puede estirar hasta los dos euros, se acostumbra a mover en una horquilla de entre diez y treinta céntimos de euro. Eso implica que el sueldo por hora de este tipo de trabajos se sitúe como mucho entre dos y cinco dólares la hora —según apuntan algunos estudios sobre el fenómeno—, muy por debajo del salario mínimo de las economías desarrolladas.

Amazon asegura que hay cerca de medio millón de usuarios que utilizan esta plataforma para conseguir ingresos extra desde casa. Por esta intermediación entre los turkers y las empresas, el gigante del comercio electrónico —que cada vez tiene más tentáculos en sectores diferentes— se lleva una comisión del 20%. Además, si el resultado no satisface a la compañía que ha encargado la microtarea, le puede negar la remuneración al autónomo que lo ha hecho desde casa. Todo teniendo en cuenta que la empresa también pone un límite de tiempo para terminar la tarea. Estas condiciones han generado críticas entre los usuarios de la plataforma, que llegaron a crear una iniciativa para enviar cartas al fundador de Amazon, Jeff Bezos, y exigir mejoras salariales. “No todos lo hacemos para tener dinero para cerveza”, reclama esta campaña.

Aparte de las quejas por las bajas remuneraciones, los turkers también se enfrentan a tareas que no siempre son agradables. No es extraño encontrar dentro de este mercado de trabajos de bajo coste peticiones para visionar contenido de violencia o pornografía infantil. Se trata de tareas de censura de publicaciones parecidas a las que redes sociales como Facebook subcontratan a grandes centros de procesamiento de contenidos, como el que hay en la torre Glorias de Barcelona.

Aunque los tipos de tareas son muy diferentes, Amazon Mechanical Turk forma parte de la misma ola tecnológica que ha sacudido las relaciones laborales en otros sectores. Como hacen Glovo, Deliveroo o Uber (en algunos de los países donde opera), la plataforma actúa en el marco de la denominada economía de la demanda y se sitúa como simple intermediaria entre alguien que busca trabajo y un negocio con una necesidad. Es el trabajador quien debe hacer frente al pago de impuestos o a recursos básicos para realizar las tareas, como la conexión a Internet.

Microempleados como los de Amazon Mechanical Turk son menos visibles que los de las aplicaciones de reparto, sin embargo —como recuerda Luz Rodríguez, catedrática de derecho laboral de la Universidad de Castilla-La Mancha— la mayoría de tareas del trabajo de plataforma todavía se realizan desde casa y tienen más relación con ordenadores que con bicicletas o motos. Según un estudio paneuropeo de la Universidad de Hertfordshire, en España ya existen y ya suponen el 40% de los trabajadores que dependen de las normas de una aplicación para generar ingresos.

stats